Jorge Glás y sus guerreros digitales: El pésimo manejo de Twitter en Ecuador

El día 9 de abril de 2016, el presi compartió mediante su cuenta de Twitter un artículo del diario El Comercio —me duele esta transición hacia medio de la revolución ciudadana— donde, según él, limpia el nombre de su gobierno frente a los ataques de gente de la oposición que «ya no tiene de qué acusarles».

Era obvio que esto iba a terminar mal pero de todas maneras abrí el artículo para ver qué piruetas iba a usar esta ocasión el Estado de Propaganda para defender lo indefendible: que se hayan dedicado fondos públicos (en época de crisis) para mandarse una farra a hora de almuerzo, música en vivo incluida. ¿El pretexto? Homenajear a quienes rinden pleitesía a Rafael Correa en redes sociales. Los #TuiterosConRafael son necesarios porque en esa red social ha sido, más difícil que en otras, manipular la opinión pública. En Facebook, tú puedes fácilmente bloquear usuarios de tu página y eliminar comentarios a dedo. En Twitter, te toca aguantar.

Durante el enlace 470, el vicepresidente Jorge Glas dedicó un segmento a hablar sobre el almuerzo del lunes en Carondelet, en el que participaron un grupo de tuiteros, a quienes le gusta llamar “guerreros digitales”, (…) fue una comida sencilla y costó apenas USD 1 000 y en otros aspectos se gastó unos USD 600. “Todo lo bueno que hacemos quieren hacer que la ciudadanía lo vea mal”, se lamentó.

Para quienes no lo saben esas otras cosas son el cantante, las pantallas gigantes, los amplificadores, y medallas con el nombre de Rafael Correa Delgado que se entregaron a los participantes. ¿Qué de lo que dijo Glas está mal? Pues todo. Empezando por llamar «guerreros» a la gente que tuitea a su favor. Internet está precisamente para permitir una mayor diversidad de opiniones y, si eres un demócrata, lo inteligente es escuchar todas esas voces. Y acá les hace falta una lección de constitucionalismo o algo, pero la razón por la que los países tienen una carta magna e instituciones con poderes separados es prevenir una dictadura de las mayorías. Alianza País siempre presume que son «más, muchísimos más»; y, por eso, ganaron las últimas elecciones nacionales. No obstante, eso sólo quiere decir que la gente piensa que harán un buen trabajo respetando y dando mantenimiento a las instituciones que se encargan de hacer respetar a las minorías. El gobierno no puede, o mejor dicho no debe, intentar dominar la esfera de opinión pública bajo el pretexto de tener un país gobernable porque, contrario a lo que piensan, no son las redes sociales las que tumban gobiernos, sino los altos grados de conflictividad producto de no escuchar.

Segundo, no importa qué tan poquito se haya gastado el gobierno en cualquier actividad, si esta es ilícita. Estoy seguro que dirán que no fue peculado —aunque no es que yo confíe mucho en nuestros actual sistema de justicia, especialmente cuando se trata de asuntos que involucran al ejecutivo—, habrá que investigar, pero financiar farras en la misma semana que la gente protesta en la calle por incomodidades económicas es detestable. Mil seiscientos dólares bien podrían haber servido para alimentar a un hogar durante dos meses y medio. Y si es cierto lo que dice Jorge Glás, que «este tipo de reuniones ya se han hecho antes en Manabí, Azuay y en Pichincha», se podía haber alimentado a esa familia por, al menos, diez meses.

“a algunos les molesta que el presidente tenga contacto con los tuiteros, con la ciudadanía (…) Bienvenidos una y mil veces al palacio de Carondelet, que es de ustedes”, dijo a un grupo de tuiteros que estaban en el enlace ciudadano, en Naranjal. Y cedió la palabra a dos jóvenes “guerreros digitales”, Viviana Guevara y Manuel Espinosa.
En el Ecuador de Rafael Correa y Jorge Glás, hay ciudadanos de primera y segunda clase. Dentro de la primera categoría, se encuentra la gente que no discute, no se opone, no resiste. A esas personas se les invita a los enlaces ciudadanos y al palacio presidencial, pero si te encuentras categorizado como ciudadano de segunda clase, se te cierran esos espacios. Así lo demostró Gabriella Friega cuando, junto a otros ciudadanos, quiso ingresar a la rendición de cuentas semanal del Presidente de la República. «Usted no puede pasar». Vayan y protesten contra el gobierno en alguna de las marchas y traten de llegar a la plaza grande. «Usted no puede pasar», eso con suerte, sino te empujan por la espalda agentes encubiertos y te meten preso. ¿Cuańtas veces pasa eso, Jorge? Una y mil veces.

Guevara anunció: “a nombre de todos los tuiteros no vamos a dar marcha atrás, estamos más firmes que nunca”. Y comentó que “es un orgullo haber sido invitada por nuestro querido presidente Rafael Correa”, porque en los gobiernos de la partidocracia “no éramos tomados en cuenta”, pero “ahora es distinto, los mandatarios nos invitan a comer platos típicos con ellos”.
Querida Viviana, en tiempos de la antigua partidocracia, no había Twitter. Por ende, no se pudo invitar a los tuiteros al almuerzo. Lo que se hacía, en cambio, es salir a las calles y bailar con el pueblo. «Para los roldosistas«, dijo Abdalá Bucarám agarrando el micrófono y entonando igual o mejor que Correa y Patiño. Viviana, ustedes están replicando lo mismo que ha pasado aquí siempre: la legitimación del poder a cambio de un protagonismo breve, cómodo y pseudo-inclusivo. La colocación de cerezas al pastel que luego se tira a la cara de los ciudadanos de segunda clase. Esa es la medalla que recibieron el pasado 4 de abril.
La tuitera también lamentó que haya “gente enferma de alma, que nos han dicho de todo, nos han insultado, nos han ofendido y nos han dicho que somos asalariados; eso no es cierto, lo hacemos por convicción por amor nuestra patria”. “Nos han dicho que somos trolles, máquinas, pero ahora se dieron cuenta que somos de carne y hueso”, advirtió.
Cierto es pues, no todos son trolles y hay gente que lo hace por amor a la camiseta (habrá quien también lo haga por amor al arroz con chancho, a la farra, a la medallita), pero aquí El Comercio cuenta media historia, y tristemente es la mitad que le conviene al gobierno. Porque hay trolles acosadores, insultadores y abusadores. Irónicamente, cotizan algo parecido a lo que el vice dice que costó el almuerzo, pero cada mes. Ustedes son de carne y hueso, y dan la cara, pero es bueno que esos que no lo hacen recuerden que también son de carne y hueso, y que un resbalón basta para que caigan por una pendiente bien larga. Y mientras más gente se incluye en una guerra de twitter mediante medios ilegítimos, más riesgos hay de que en un descuido, en una borrachera, o por cualquiera otra circunstancia, alguien termine abriendo la boca y contando más de lo que debe. Cierto es que no hay pruebas, pero hay indicios, y lo viene diciendo gente que ha trabajado en el gobierno, como Jennifer Coloma.
El vicepresidente Glas agregó que “ellos (la oposición) sí son (trolles), sí tienen esas máquinas, vean la hora a la que empiezan a insultar al Presidente”. Y pidió a los jóvenes tuiteros, otra vez, “mándense un tuitazo, a ver si somos tendencia los #TuiterosConRafael”.
Menos mal, Roberto Aguilar ya realizó un análisis parecido y descubrió que el troll center no hace horas extras. Pero hay algo en las palabras de Jorge Glás que hay que tomar en serio y es esto de los «tuitazos» y tendencias. Ahora el gobierno ha perfeccionado su método para crear un trending topic en Twitter. Y mucho de eso se lo debe a sus cuentas oficiales, que según las reglas de Twitter, son muy fáciles de verificar. Así cualquier ejercito de pocas unidades, cuando se apoya en usuarios verificados, puede llegar a ser tendencia, y eso es lo que ha venido pasando últimamente. Acá le queda de deber a «los usuarios más buscados de los ámbitos de la música, la actuación, la moda, el gobierno, la política, la religión, el periodismo, los medios de comunicación, los deportes y los negocios» verificar sus cuentas también para ofrecer un poco más de diversidad a las tendencias dentro de Ecuador. Que ya mucho tenemos con los believers y Ecuador Tiene Talento.