Gkillcity.com

Este mes no he escrito mucho (aquí) porque he realizado varias colaboraciones para Gkillcity.com; este es un medio de comunicación digital que paga las cuentas con lo que vende de publicidad —como todo el resto de diarios— pero también con aportes mensuales de personas a quienes les interesa que su periodismo se mantenga independiente. A diferencia de un periódico que imprime sus ediciones, un medio digital no tiene que cubrir tantos costos, y en el caso de este diario fundado por José María León e Isabela Ponce, tampoco hay que pagar a los reporteros, porque las historias llegan de más de trescientos colaboradores de todas partes del mundo —la mayoría, claro está, vive en Ecuador—. Eso hace que el diario sea mucho más resiliente y pueda depender menos de agendas políticas o económicas, es importante aportar. Yo lo hago con texto, pero quienes no escriben pueden hacer un donativo.

Gkillcity hace periodismo narrativo, entendí mucho mejor de qué va esto cuando me invitaron, hace un par de meses, a un taller con Diego Fonseca. Para hacerlo corto, usaré un lugar común para quienes conocen del tema: «no importa quien llegue primero a una historia, sino quien la cuente mejor», dijo García Márquez y la semana que pasó su fundador lo demostró. Y Gkillcity.com las cuenta con un objetivo detrás, en palabras de José María:

[Se trata de] defender una agenda política y contar la realidad. Su causa, sin embargo, no es partidista, sino ciudadana. Se fundamenta en la promoción del ejercicio pleno de las libertades individuales y la eliminación de las políticas públicas que perpetúan las ciudadanías de segunda clase, la discriminación, la violencia y la clandestinidad.

Le he cogido bastante cariño a este medio y lo menos que les recomiendo es suscribirse para mejorar sus lunes, que es cuando publican su nueva edición.

Para acceder a mis textos, pueden dar clic en la imagen:

gkillcity

 

De los ciber-derechos a los cyborg-derechos

¡No uses facebook!
¡Whatsapp es inseguro!
¡Gmail vende tu información!

¡ALÉJATE!

Por mucho que lo intentemos —y pese a que existen razones de peso para hacerlo— es muy difícil lograr que la gente se aleje de su tecnología cotidiana. Males como la vigilancia de masas son imperceptibles, invisibles y aparentemente inocuos. Uno puede conseguir que la gente se asuste por un momento pero, debido a la costumbre y a que —para usar otras herramientas— existe una curva de aprendizaje considerable, lo más probable es que el susto no baste.

En lugar de distanciarlos, debemos lograr que la gente se acerque más a su tecnología, que se identifique con ella, que se refleje en su teléfono, que sienta a facebook parte de sí… que entienda que es tecnología y, lo más probable, es que esté siendo hackeado. Es importante mostrarle:

El cyborg en el que nos estamos convirtiendo
(publicado el 25 de mayo en Gkillcity.com)

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Odio a Diego Fonseca

Hace 11 años yo asistía cada domingo al edificio de los espejos, subía al tercer piso y me encontraba con una sala vieja, un piso alfombrado vastamente y mis compañeros del taller de literatura, dirigido por Diego Velasco. Ahí matábamos darlings a semana seguida. Nunca olvidaré cuando Juanpablo tomó el texto de un recién llegado, orgulloso como Correa y empezó a desmembrar cada frase. «Esto, me quedaría con esta línea» dijo mientras volteaba la hoja casi toda tachada para devolvérsela al autor. Uno disfruta esas masacres, demora sus textos porque no vaya a ser que te boten la casa.

A finales del primer año, fuimos todos a Riobamba al encuentro nacional de escritores. Yo no lo sabía entonces pero es una cualidad de todo colectivo unido por una etiqueta el reunirse para intercambiar reconocimientos. Recuerdo poco, me mantuve distraído stalkeando a dos cuencanas. A Claudia le gustaba estar con el rock, tatuajes, supongo motos, así que los que nos dedicábamos a las letras mejor nos enfocamos en Ingrid, una chica con rasgos orientales (de la selva amazónica, no de otro continente), tez morena y ojos verdes. Evadía cualquier galantería con la frase «solo soy profeta en mi tierra».

Dejé el taller un poco hastiado, otras ramas habrían de crecer en mí y pode esa al tiempo que veía como se ofreció un  trato algo displicente a personas que no calzaban en el estereotipo de escritor. Además, era joven. Extraño a ese grupo, hubiera querido ser parte de la primera edición de cuentos de «la.kbzühela», conocer a los nuevos talentos. Ser mejor que alguien que se va queriendo ser mejor.

***

El jueves pasado abrí mi buzón de correo y me encuentro con un archivo de 395 páginas encabezado por Asalto al Palacio, de Gabriel García. Inclino la pantalla para que la luz que entra a mis espaldas no me estorbe, trato de apartar los hombros para distraer al dolor de espalda y empiezo a recorrer las líneas, que digo líneas, empiezo a recorrer el palacio. Esto es increíble. Es periodismo narrativo.

Escribir en un diario de forma convencional es como atravesar un río en balsa –nos dice Diego– hay que trabajar el día a día (conocer las aguas), saber cómo reaccionar, ser rápido, tener recursos a mano. Es el periodismo de «el occiso reposaba inmóvil sobre la carpeta asfáltica». El periodismo narrativo, por otro lado, es la descripción detallada de una historia. Donde uno deja la pantomima de ser objetivo y narra desde la posición que uno guste. «Un muerto en la calle». Y más que eso: su nombre, edad, sexo, vicios, dilemas, contradicciones… que reflejan las nuestras. Es el buceo de profundidad.

No es importante quien cuenta primero la historia, sino quien la cuenta mejor.

Fonseca nos distrae de las cotidianidad de lo digital, tiene súper poderes. Logró que un Nobel de economía, Stiglitz, detenga el tiempo. Algo de eso debe saber. Después de todo, entrevistó a su profesora de escuela y, a través de ella, conoció también a su Joe, el papá.

Esa cazería resultaba tan placentera como encontrar en Internet el puto libro pirateado que nadie tiene, como bajarse el estudio de Nature sin pagar el fee, pero mil veces mejor. Seguir un cabo sin saber donde está el otro extremo.
Esa vida, me pareció increíble.

Comprendí que soy un escritor mediocre. Soy quien escribe todo porque no investiga lo suficiente. Me va leer gente pero ¿narrarla? ¿darle vida y voz? Prefiero ser un asesino mojigato de sus tamaños, formas, olores y quedarme con sus ideas, lo que me sirva de entre sus neuronas. Ergo, el ensayo. No me deleité con las historias, me quedé en los textos, como mirando acordes sin escuchar la música. También hago eso. Voy al cine y me fijo en la coherencia de la historia, menos mal no sé de pintura porque, sino, estoy seguro que me perdería en sus no-detalles. Puta madre.

Estoy golpeado, destrozado. Acabo de llegar y, al sacarme los trapos, empiezo a ver moretones, petequias, ciertas partes de mí incluso destilan sangre fresca. Quiero ser Diego Fonseca.

El Wikileaks ecuatoriano: Ecuador Transparente

¿Puede funcionar en el país una plataforma independiente para filtrar información confidencial y procesar denuncias?

 

En Ecuador existe un portal similar a Wikileaks. Es una institución independiente, sin afiliación política, creada por la Associated Whistleblowing Press, una organización internacional dedicada a la defensa de los derechos humanos a través de la promoción de la transparencia, la libertad de información y de expresión, la filtración de documentos y el periodismo investigativo. Se llama Ecuador Transparente. La semana pasada su nombre se popularizó luego de que publicaron cables filtrados que revelaron conversaciones de miembros de la diplomacia ecuatoriana entre el 2011 y el 2012, en los que la Unión Europea amenazaba a Ecuador con eliminarlo de la lista de países que reciben ayudas arancelarias, si no firmaba el Tratado de Libre Comercio. Un miembro de Ecuador Transparente, contactado a través de su página web, contestó una serie de preguntas sobre el funcionamiento de esta plataforma.

Lee la entrevista en GkillCity.
Captura de pantalla de 2014-10-20 08:55:47