¿Quién es Evelyn Amony?

¿Has escuchado sobre el conflicto de Uganda? Tal vez cuando viste «KONY 2012», un video que se hizo viral en ese año y que tuvo por objetivo informar a la gente sobre los niños secuestrados por el Ejército de Resistencia del Señor (LRA). Su líder, Joseph Kony (cuyo nombre se repite 45 veces en el clip) ha secuestrado a miles de mujeres y niños para hacerlos parte de su ejército durante 26 años. Evelyn era una de ellas. Esa no es su historia.

Evelyn se niega a ser definida por los actos de los que fue víctima, por las decisiones que se le imponen y por las narrativas que consideramos convenientes para hacer cumplir una agenda política o promover los derechos humanos. Sí, ella fue una de las esposas de Kony, aprendió a disparar y defenderse. Pero cuando se enfrenta con su pasado, ella no responde «sí, yo soy esa persona», sino que es más perspicaz: «eso es lo que sucedió».

Portada del Libro I am Evelyn Amony

Portada del Libro © por el Consejo de Regentes del Sistema de la Universidad de Wisconsin

«Soy Evelyn Amony», editado por Erin Baines (experta en derechos humanos y justicia), habla sobre la infancia, familia y expectativas de Evelyn para el futuro.

Su vida con el LRA, las espantosas historias sobre la guerra, solo tiene sentido en el contexto de su lucha por la reintegración dentro de una sociedad posbélica.

Estas no son bellas imágenes, algunas de ellas simplemente son crudas, impactantes. La guerra, la violencia, parece ser algo común; los actos más horribles se normalizan: Frases como «explotó una bomba», «pudimos ver la carne extendida sobre los tres» y «me dispararon» son escupidas sin más reflexión; como si cada una de estas acciones no mereciera una narración de tres páginas sobre las profundas complejidades emocionales e históricas que las rodeaban.

«Ese fue el punto en el que comencé a llamar a la pistola Margaret, el nombre de mi madre, porque sentí que mi arma era como mi madre. Lo único es que la pistola no te cuenta historias».

Tal vez fue por eso.

Evelyn es una mujer muy dulce y fuerte que lidió con Kony incluso cuando todos los demás estaban aterrados, ella fue golpeada y maltratada por varias personas durante toda su vida. Sin embargo, logró consolar a otras personas que sufrieron a su lado. Evelyn crió a sus hijos durante la guerra y después encontró una profesión.

Aprendemos más sobre sus aspiraciones cuando el 8 de marzo de 2010, el día en que aprendió que las mujeres tienen un día, nos cuenta acerca de lo que es ser una mujer Acholi y la dignidad que encuentra al realizar tareas simples: limpiar, cocinar un plato tradicional,  entender que las mujeres tienen derechos y un futuro, incluso aquellas que llevan un arma.

Después de una búsqueda en Facebook, me doy cuenta de que Evelyn Amony está etiquetada en varias fotos. Ella sonríe. Tiene la edad de mi hermana.

El tango explicado por Borges

Resulta que antes de salir yo de viaje, mi papá me dijo que use nomás la tarjeta adicional que tengo a mi nombre si encuentro algo barato. Por «algo» se refería a zapatos y por «barato» a un par a precio de libre mercado sin tanto impuesto. Así que andaba yo, consciente de que frente a las necesidades uno puede hacer el sacrificio de ir de compras cuando me tope con dos pares.

Porque el tango, amigos, no lo bailan uno sino dos.

el tango

Así pues, me hice de este ejemplar que no es sino un dictado, apenas imperfecto, de cuatro conferencias secuenciales que brindara Borges. Como se trata de conferencias —él diría charlas—, el estilo narrativo que tienen las páginas le invitan a uno a imaginar la voz: cadencia, paciencia y edad. Es con esa voz, que al principio me parecía la de Galeano pero luego me di cuenta de que es más grave y elegante, que uno lee «el tango».

Pero no hay tango sin historia —y no hay historia sin época, escenario y personajes. Entonces lo que bien podría estar en una enciclopedia termina en manos de una de las personas más diestras que Latinoamérica haya jamás tenido. Diestra en letras. Letras de novelas, poemas y, como no, tangos. Borges relata etnográficamente, demostrando cómo desde la literatura se hace la historia.

Así que con estos mismos zapatos viejos que ando puesto, me di una vuelta por las «casas malas» de Buenos Aires del Sur. Desde allí, se dice, el tango surgió como un baile que era marginado por su origen oscuro, porque lo bailaban mujeres alegres y compadritos.

Y como ecuatoriano tras la crisis bancaria, el tango se fue a Europa y encontró el éxito —llegando a las cortes y a San Petersburgo. Y hablo del migrante porque luego el tango volvió, enaltecido, para convertirse en el orgullo de esa nueva patria. Los argentinos, dice Borges, eran aspirantes a parisinos. Hablaban francés o fingían hablarlo. «Por eso nos inventamos lo de latinoamericanos», para no decir España. Y el tango fue la manera en que el mundo, y París, reconocieron a Argentina.

De este libro, que todavía no acabo, he extraído tres citas de las que quisiera acordarme por siempre (pero como sé que no lo haré, las escribo con la esperanza de que me las recuerden):

  • «Todos nosotros llevamos nuestra humilde vida y además llevamos otra vida, imaginaria»;
  • «El miedo existe en imaginarse cosas malas antes que ocurran»;
  • «Pero más lindo es imaginar, y creo que siempre debemos optar por la explicación más estética».

 

Reseña: El chico que pudo cambiar el mundo—Las obras de Aaron Swartz

Cuatro meses atrás compré The Boy Who Could Change the World: The Writings of Aaron Swartz. Quise prestárselo a un amigo y no pude; el libro estaba protegido por DRM. El Digital Rights Management hace imposible leer una obra fuera de un kindle. Esto era claramente una traición al legado de Aaron.

Envié un correo. La gente que había contribuido al libro respondió. «Si Aaron estuviera vivo, denunciaría esto en voz alta y le diría a la gente que no compre el libro», dijo Cory Doctorow. «Estoy 100% de acuerdo con este punto crítico», secundó Lessig (fundador de Creative Commons y excandidato presidencial en Estados Unidos). Cuatro días más tarde inició el proceso para eliminar el DRM de los escritos de Aaron. En dos semanas, todas las tiendas ofertaban su libro sin poner el famoso candado digital. Todo gracias a un correo.

Según Aaron, no puedes medir tu legado en función de lo que has hecho. En cambio, debes preguntarte cómo serían las cosas de no haber hecho nada. Así pensaba Aaron. Te inducía a actuar porque necesitas hacerlo para responder a esa pregunta; es la única opción. Actuar a pesar de no conocer el resultado. Actuar porque «fracasar es lo que casi siempre hacemos. La única manera de mejorar es tratar de hacer cosas que van un poco más allá [aunque eso signifique] que vas a fracasar algunas veces».

Aaron estaba siempre trabajando en lo que creía que debía trabajar, independientemente de la ley. «Arengó a otros a cruzar lo que él creía era una línea injusta. Y la cruzó él también». Cuando lo recuerdan, sus amigos hablan de su «Aaron interior»: él hubiera dicho esto, él hubiera hecho esto otro. Pueden darse ese lujo porque Aaron hablaba de forma clara y siempre actuaba según sus convicciones.

Su libro retrata este personaje, mientras explora la educación, la propaganda, los medios de comunicación y la política. Si lees The Boy Who Could Change the World: The Writings of Aaron Swartz prepárate… Vas a conversar con ese niño interior que siempre te negaste a escuchar, aunque supiste que siempre tuvo razón. Vas a arrepentirte de haberte rendido al explicar tus rebeldías porque no encontraste palabras, pues ahora las hallarás. Finalmente, reúne coraje porque aprenderás cosas que no podrás desaprender. Y una vez que las sepas, dejar de actuar es traicionar el legado del niño que pudo cambiar al mundo.