Traducción del artículo de Harvey Joanning, Ph.D. (inglés)
Relaciones prehistóricas
La evidencia paleontológica y antropológica sugiere que los primeros humanos, alrededor del año 10,000 A.C.:
- Vivían en grupos centrados alrededor de mujeres compuestos por madres, hermanas y sus críos, acompañadas de sus compañeros varones ocasionales, mientras que los hombres jóvenes dejaban el grupo cuando llegaban a la edad de reproducción; o
- Vivían en grupos basados en un pariente masculino en el que los padres, hermanos e hijos, junto con sus compañeras mujeres, se mantenían juntos y las mujeres abandonaban el núcleo en la pubertad; o
- Estaban organizados alrededor de un hombre que se reproducía con varias mujeres y viajaba con ellas y su descendencia (Coontz, 2005).
Sin importar que teoría sea la correcta, las “familiar nucleares” no existían. Ningún hombre y mujer sólos habrían podido sobrevivir. Los primeros humanos vivían en grupos o clanes. Se desarrolló la división del trabajo entre géneros, los hombres se involucraban en la caza y las mujeres en la cría de infantes. Las mujeres no dependían de los hombres, sino que se aprovisionaban mediante la recolección y procesamiento de plantas y mariscos, fabricando ropa, atrapando pequeños animales y fabricando herramientas para excavar y cocinar. Hombres y mujeres eran independientes y especializados en las tareas necesarias para sobrevivir. Los hombres probablemente no “dominaban” a las mujeres en esta era. Las mujeres y los hombres se ayudaban entre sí. Las mujeres y los hombres se necesitaban las unas a los otros. La capacidad de las mujeres de criar hijos les daba un estatus especial en la era precivilizatoria. Esta destreza se reflejaba en el hecho de que las primeras deidades eran femeninas (ej.: Gaia, la Diosa de la Tierra)
Relaciones durante el surgimiento de la civilización
El matrimonio como institución no evolucionó hasta mucho más tarde. Las relaciones entre hombres y mujeres se basaban en la supervivencia. Hombres y mujeres debían cooperar en condiciones de igualdad o habrían muerto dada la dificultad de permanecer con vida. La vida era difícil y requería atención constante para proveer alimento, protección de los elementos y defenderse contra depredadores, destacándose a otros seres humanos entre los más importantes. Las uniones sexuales fueron necesarias para la procreación y puede que hayan sido placenteras para ambas partes. Las relaciones basadas en el amor fueron probablemente raras y, ciertamente, no fueron consideradas necesarias. De hecho, hasta el siglo diecinueve, los matrimonios basados en el amor eran mirados con bastante suspicacia. Casarse por amor podía interferir con la necesidad de casarse para garantizar la supervivencia física, la procreación y la protección de los derechos de propiedad.
A medida que surgieron las civilizaciones y se desarrolló la propiedad de bienes, los hombres llegaron a ser más dominantes en las relaciones hombre-mujer. Poco a poco, las sociedades pasaron de ser matriarcales a patriarcales. Incluso los dioses se trasladaron de ser principalmente femeninos a ser predominantemente masculinos. Al final, «Dios» se convirtió en una sola entidad, masculino. Un dios masculino puede ser pensado como una metáfora de la aparición de la dominación económica y política masculina. Las sociedades occidentales surgieron principalmente de las sociedades hebreas, griegas y romanas. Un resumen detallado de esa influencia fue detallada por William Hiebert, citado a continuación.
Referencias
- Baxter, Stephen (2003) Evolution. Ballantine: New York.
- Coontz, Stephanie (2005) Marriage, a History. Viking: New York.
- Heibert, William. The Changing Shape of Marriage. University of Iowa Marriage. Counseling Conference, May 13-16, 1974.
- Heibert, William (1976) The Bicentennial: 200 Years of Marriage, American Style. Harpers Magazine