Traje muy pocos libros de Ecuador. Esas cosas pesan. Durante el 2019, leí 41 libros, pero no era realista mantener ese ritmo durante un doctorado. Así que empaqué un puñado de libros. Libros que empecé a leer poco antes de venir y me gustaron:
- La analfabeta que era una genio de los números, por Jonas Jonasson; y
- Las ventajas de ser invisible, por Stephen Chobsky.
El primero es extremadamente entretenido, pero olvidable. Es como ver Forest Gump. No sé decirlo mejor. Iba a buen ritmo, pero mi ñaña me recomendó el libro de Chobsky y hace rato quería entrarle al género epistolar. Creo que hice bien: sentí que el libro nos conectaba en medio de la distancia y el trajín. Es el único libro en estas viñetas que he acabado de leer.
También traje libros que empecé pero dejé a medias (de esos que avanzas tan poco que sencillamente toca empezar de nuevo):
- Radiance of Tomorrow, por Ishmael Beah (traduje algo de él para este blog);
- De vidas ajenas, por Emanuel Carrère;
- Stardust, por Neil Gaiman (edición inglesa); y
- Bailando en la oscuridad, por Karl Over Knausgård.
El último libro es gordo, pero bueno. Creo que me entretendrá por largo tiempo. Lo compré cuando me di cuenta que los libros obesos tienen algo interesante. Ninguna editorial quiere arriesgarse a imprimir algo tan largo, a menos que sea bueno (excepto los editores de Murakami). Así que un libro gordo casi siempre es buen material, pero además, es barato. Por alguna razón, la gente evita las lecturas largas, así que terminan en la sección de descuento.. Usando un criterio similar, compré varios libros que tienen entre seiscientas y mil páginas:
- Portátil, una compilación de relatos, ensayos y material inédito de David Foster Wallace;
- Relatos de William Faulkner; y
- Guerra y Paz, por León Tolstói.
Finalmente, dos clásicos:
- Antología personal, por Jorge Luis Borges.
- Farenheit 451, por Ray Bradbury (después de Crónicas marcianas, debía leer otra de sus obras).
Como estoy de vacaciones —lo que realmente significa que trabajo siete horas al día, de lunes a viernes—, finalmente volví a agarrar mis libros. Todavía no he entrado en la zona que me permite fantasear, así que sigo en el género de no ficción. He leído las historias de un hombre que escapa de Corea del Norte (Un río en la oscuridad, por Masaji Ishikawa) y una colección de cartas entre Neil deGrass Tyson y sus fans (Letters from an Astrophysicist). Recomendaría el primero sobre el segundo, cualquier día.
En fin, hoy he decidido volver a mi lista de libros importados y retomar De vidas ajenas, un relato sobre el tsunami que golpeó el sudeste asiático en 2004. Lo hago porque leer la experiencia humana durante las tragedias me sana. Como sana un implante coclear a los niños que nacen sin haber podido escuchar. Nada para curar la desesperanza y la apatía como algunas dosis de realidad.
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