¿Quién no ama a los buenos creadores de contenido? Mark Robson es mi descubrimiento de este año. He devorado sus videos sobre ciencia y lo admiro porque sé que estoy viejo y descarrilado como para emularlo. Hoy vi su charla TEDx donde habla de el «efecto Super Mario.» En resumen, la charla nos recuerda que los videojuegos son geniales porque nos permiten fallar mil veces hasta conseguir ser buenos en algo. Cuando conversábamos en el recreo —cuenta Mark— no hablábamos sobre los pozos en los que caíste o las vidas que fallaste, sino que nos preguntábamos «¿qué tan lejos llegaste?». Por eso, ahora que cerramos el año, quiero hacer un recuento de mis logros, pero también de mis fracasos.
Logros
Aprobar todas las clases requeridas para el doctorado
Hay muchos minilogros encerrados dentro de este. Para empezar, ¡estoy haciendo un doctorado! A menudo, la gente que trabaja haciendo ciencia habla del síndrome del impostor. Sentir que no mereces lo que estipula tu contrato, el reconocimiento respectivo o el sueldo. Ese definitivamente era mi caso, durante un buen tiempo trabajé haciendo investigación sin haber tenido la educación adecuada. «Echando a perder se aprende». El hecho de poder estudiar metodología de la investigación, de manejar R, de poder realizar análisis que me parecían incursiones en la Matrix es definitivamente uno de los logros más satisfactorios de este año. Mi última clase fue increíble. Escribí un artículo científico empezando desde nada en menos de tres meses. Todos los que estuvimos en la clase la sudamos, pero sí que valió la pena. Ayer, recibí la calificación de mi manuscrito y el total del curso. Aprobé. Y esa fue la última clase obligatoria.
Ya no ser gordito
Mi cuñada siempre dice que siempre me verá como una foca blanca y gorda. Porque ese era yo hasta junio de este año. Escribí largo y tendido al respecto, así que no voy a repetirme. Pero puedo decir que no sabía cuanto extrañaba ser liviando. La primera vez que vine a Vancouver no había pandemia, la ciudad se presta para el turismo porque el transporte público es perfecto y el pase mensual viene incluído en la matrícula. Siempre estaba a la cola del grupo. Caminaba lento. Y cuando veía alguien en pantaloneta me parecía detestable: «odio trotar». Lo decía sin empacho. Ahora, si tengo que salir me entran ganas de correr, es algo que no sentía desde niño. Y corro, porque si bien he sido vago siempre, jamás me ha dado vergüenza.
Publicar tres artículos científicos
Esto es puro karma. Dos de estos tres artículos empezaron a escribirse en 2017, pero este año pasaron las últimas etapas de revisión y fueron publicados:
- Tendencias y análisis espacio-temporal de la mortalidad por diabetes mellitus en Ecuador, 2001-2016;
- Overview of “Systematic Reviews” of the Built Environment’s Effects on Mental Health; y
- Overview of studies linking time spent on smartphones with blood pressure.
El tercer artículo también es una revisión. Pude escribir este tercer artículo solo gracias a lo mucho que aprendí en la elaboración de los artículos previos. Mi revisión del efecto del uso del celular en la presión arterial se publicó en Hypertension Research en la sección de correspondencia.
Fracasos
Bueno, ahora sí vamos con lo divertido. Mucha gente no expone sus fracasos. Y no tenemos porque fijarnos en eso. Estoy de acuerdo con Mark Robson, no es el tipo de mentalidad que queremos. Al mismo tiempo, quiero compartirles mis desgracias, para que vean que no todo es color de rosa. También me llevo decepciones que arrastro como recordatorios de que «no soy tan bueno como merezco», porque para eso estamos entrenados. Así que les cuento:
La beca Vanier
Vivir en Canadá es extremadamente caro. Y si estoy libre de deudas ha sido por trabajo, pero también por la generosidad de otras personas. Eso incluye a mi familia, al gobierno de Canadá, a la Universidad y a la ayuda de varias personas que canalizan recursos a estudiantes como yo. Sin embargo, la vida aprieta. Por eso, decidí aplicar a la beca Vanier. Sin dar mayor detalles, es una beca para estudiantes de doctorado. Mi propuesta fue seleccionada en mi escuela, pero no en la universidad. Y así se acabaron mis sueños de ser pudiente (la mayoría de becas se obtienen únicamente durante los dos primeros años).
Mi carrera de YouTuber
Este año también decidí cancelar mi carrera de booktuber. Sigo creando videos en mi canal, pero ya con poca expectativa. No esperaba una explosión de visitas ni ser famoso. Desde que los monopolios manipulan los organismos, el crecimiento auténticamente orgánico se ha vuelto un mito. Pero quería poder conversar con otras personas sobre lecturas y personajes. YouTube se ha transformado en un espacio donde siempre decimos «¡hey suscríbete! Da click a la campanita y déjame tu comentario» por el solo hecho de que son marcadores de éxito. Pero no nos damos cuenta que nuestra necesidad de utilizar redes sociales es producto de un deseo profundo de conectarnos genuinamente con otras personas. Y eso rara vez se produce sin diálogo. Textos extensos. Discusiones sostenidas. He vuelto a ser el creador caótico de siempre que escribe en dos idiomas, sin una audiencia y perdido en varios temas. También abrí una cuenta para que realicen donaciones (para eso es la tazita que ven en este blog). Me emocioné tanto con la primera donación del 2020. Bueno, también fue la última donación del 2020.
Las cartas al editor
Una de las cosas más bonitas de la ciencia es que uno puede joder cuanto quiera. Uno publica artículos científicos para someterlos al escrutinio de otros investigadores. Antes de publicarse, los artículos son revisados por pares, pero después de publicarse, los científicos hacen observaciones mediante cartas al editor de la revista. De hecho, la primera vez que publiqué algo en una revista importante fue en este formato. Este año, intenté hacer lo mismo en dos ocasiones. Sin embargo, los editores consideraron que no había suficiente mérito en mis críticas o que sus revistas necesitaban más que méritos: nuevos datos. Esto es bastante cuestionable así. No sé quien tiene la razón, pero realmente no importa. Esas cartas se escribieron pero no se publicaron. Y así, se suman a la lista de fracasos.
Docencia
No recuerdo a cuántos trabajos he aplicado, pero créanme que la gente aquí no se pelea por tenerme. Ni asombra ni me duele. Sin embargo, progresar en la academia exige haber dado ciertos pasos. Ser asistente de cátedra es uno de esos. He aplicado a este tipo específico de trabajo desde la maestría. Pero puse especial énfasis en el doctorado. No tuve mucho éxito. Perdón. No tuve ningún éxito. Pero bueno, dicen que el que persevera insiste y, si todo va bien, seré asistente de catedra en un seminario que empieza dentro de tres semanas, pero eso será un logro para 2021.
Este último párrafo me deja una lección clara, que es la misma con la que empecé este texto. En pocos años, nadie se acordará del trabajo que no conseguí en 2020, sino del que conseguí en 2021. Nadie sabrá que no obtuve una beca sino que me gradué del doctorado. Denle a sus fracasos la misma importancia que a su historial de navegación, intenten de nuevo y sumen lo que puedan. Fracasar es feo, pero no hay nada peor que la parálisis. Sigue adelante.
One thought on “Logros y fracasos 2020”
Comments are closed.