¿Eres libre?

«¿Eres libre?» A veces Arya me confunde cuando habla. Su inglés es imperfecto como el mío pero su idioma natal, a diferencia del español, tiene una estructura gramatical sustancialmente diferente de las lenguas romances. «¿A qué te refieres?», le digo. «Creo que eres más libre que las demás personas, psicológicamente». Siento en mi rostro los músculos contraerse para entregar una expresión entre triste y frustrada, pero en el fondo me alegra que me digan esas cosas. Y es generalmente una linda sorpresa cuando te lo dice alguien de quien no lo esperarías. Me pasó algo similar cuando la Pao, una excompañera de la universidad, me dijo que soy «bien despierto».

Pero yo no me siento más libre que el resto, al menos no fue lo que me pasó por la cabeza al escuchar la pregunta por primera vez. Al contrario, si algo se ha incrementado en mi vida con el pasar de los años es esa sensación de opresión que viene cuando uno tantea la realidad. ¿A qué me refiero? Pues a varias cosas que a muchos de ustedes les resultan familiares: los compromisos sociales, las facturas, las deudas, pero sobre todo a la decisión difícil de tener que decidir entre que la realidad se adapte o adaptarse a la realidad. Ahí estaba yo, huyendo de unas cuantas cosas en mi pasado, en una nueva ciudad donde no conocía a nadie, e hipotecando el futuro para poder vivir en paz. A muchos no les parecerá coherente que hable de hipotecar mi futuro cuando estoy estudiando a expensas del Estado, pero el hecho es que me toca regresar a mi país y trabajar el doble del tiempo estudiado para que a mi familia no le caiga la deuda. Eso es algo nuevo para mí, porque hasta ahora yo he sido de las personas que, intencionadamente, no tiene nada que perder. Esa era parte de la libertad que me permitía decir lo que pienso aún a costa de mi futuro (y no el del resto), la libertad de abandonar un trabajo cuando va en contra de los principios personales, y así…

«¿Has escuchado del mito de la caverna? —le digo a Arya—, lo escribió Platón». Al comienzo no sabe de qué le hablo así que le cuento un poco. El mito de la caverna es una alegoría que cuenta la diferencia entre el mundo de las ideas y el mundo real. En la historia, hay un grupo de personas que están atadas en una caverna de pies y manos, a sus espaldas arde un fuego que les muestra sombras del mundo real. Un día, uno de los hombres logra liberarse y observa fuera de la caverna. Tras la confusión inicial ¡Eureka! Entiende la diferencia entre lo que veía y la realidad. Al regresar a la cueva, el hombre trata de explicar a sus compañeros lo que había visto, pero al no tener otra referencia que las sombras en la caverna, los hombres no sólo que no le creen, sino que piensan que está loco. De verse forzados a salir de la caverna, tal vez matarían a golpes a nuestro héroe y se volverían a amarrar.

Arya conoce la historia. «Eso es lo que se siente ser libre», le digo. «It’s painful, not cool».

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La biblioteca abierta – OpenLibrary.org

Estas vacaciones me la he pasado jugando con OpenLibrary.org, un sitio web cuyo objetivo es crear una página por cada libro existente. Al igual que en la mayoría de proyectos relacionados a la expansión del conocimiento, depende de los usuarios para llegar a los archivos más oscuros y solitarios en el planeta. La Open Library es un proyecto de nuestros amigos de Internet Archive y fue inicialmente liderado por Aaron Swartz —the internet’s own boy—. El 16 de julio de sus veintiún años, Aaron escribió en su blog:

Nuestro objetivo es la construcción de la biblioteca más grande del mundo, para luego ponerla en internet de forma libre/gratuita; y que todos la usen y editen. Los libros son el lugar al que vas cuando tienes algo que quieras compartir con el mundo —son el legado cultural de nuestro planeta. Y nunca ha habido un intento más grande para juntarlos a todos.

Aunque Internet Archive cuente con la mayor cantidad de libros digitalizados del mundo, su sitio web no es del todo atractivo para los nuevos usuarios. Si eres un lector, te puedes asustar al ver siete tipos de archivos. Si eres un autor, tal vez prefieras un lugar donde la portada se muestra claramente y desde donde la gente pueda no sólo leer sino también comprar tu libro. Open Library toma esto en cuenta y permite a los usuarios añadir cosas como el número ISBN —un identificador que permite saber dónde se vende cierta edición de un libro— lo que automáticamente crea una lista de enlaces en el perfil del libro para que tú puedas adquirirlo. También te permite añadir otros identificadores como el de Internet Archive, para que la gente pueda leer el libro en línea y, directamente desde la Open Library, descargar el libro en el formato que más le convenga. Uno puede además añadir toda la información que recopila una buena biblioteca: editorial, fecha de publicación, fecha del derecho de autor, colecciones, secuelas, tamaño, peso tablas de contenido, etc. Esta información es incluida en los catálogos que también se generan automáticamente: RDF, JSON —que es como los libros se saludan en Internet— e incluso existe un formato para crear citaciones de Wikipedia. El código fuente de OpenLibrary.org se encuentra disponible bajo una licencia de software libre.

Muchas obras que se encuentran en Open Library fueron colocadas ahí por bots —programas de software que realizan tareas automáticamente— recorriendo grandes bases de datos y extrayendo información básica sobre los libros (nombre, autor, año de publicación, número de páginas, entre otros). Muchas veces esa información está incompleta o es errada y es ahí donde los usuarios tenemos nuestro rol, nosotros podemos verificar los datos y añadir más bits a cada entrada. En mi caso, he añadido unas cuantas portadas, algunos números ISBN, tablas de contenido y, cuando ha sido posible, incluso he puesto a disposición el libro para su lectura, esto subiendo el archivo a Internet Archive y compartiendo en la Open Library su identificador.

Hubo casos en que creé el perfil de un libro absolutamente desde cero, puesto que mucha de la información que se recoge automáticamente se encuentra exclusivamente en inglés y esto puede causar que autores pequeños o independientes —especialmente los que escriben en idiomas distintos al inglés— se vean excluidos de las grandes bases de datos.

Hace tiempo traduje un libro al español y, aunque nunca tuve un ejemplar en versión digital, alguien más sí lo adquirió. Gracias a que el libro no estaba protegido por DRM y a que la licencia del libro lo permitía, esta persona pudo transformar el libro a formato ePub —un tipo de libro electrónico— y ponerlo a disposición de todos en Internet. Yo subí este archivo a Internet Archive, como lo indiqué en una publicación anterior, y el archivo fue transformado a otros seis formatos. Además se creó el lector respectivo. Cuando terminé de crear el perfil del libro —sin incluir la tabla de contenidos—, quedó así:

A los latinoamericanos nos queda mucho trabajo, pues muchos de nuestros libros no se encuentran en la biblioteca abierta y sería bueno dejar ese legado a las primeras generaciones que van a crecer conectadas, desde chicos, a Internet.