Esclavitud del siglo XXI

«La esclavitud física requiere que las personas sean alojadas y alimentadas. La esclavitud económica requiere que las personas busquen su propio techo y alimento».

Peter Joseph

El día de ayer en una conversación muy profunda, de esas que uno debería tener todos los días para descansar en paz, mencionaba yo lo difícil que es para mí comunicarme con las personas sobre ciertos temas y cuán frustrante me resulta que ideas que me parecen completamente irracionales tengan tanta cobertura en prensa.

Hablaba, entre otras cosas, de la gente que defiende el crecimiento económico como camino a la sostenibilidad. Voy a traducir eso a palabras sencillas: gente que defiende que debemos explotar cada vez más los recursos limitados que tenemos y venderlos a paso más acelerado como una manera de asegurar la supervivencia de la especie y el entorno que la mantiene. Este discurso se oirá repetido en cada radio, periódico y canal de televisión al que ustedes frecuenten. Aparentemente debemos reunir todos los recursos naturales explotables, venderlos al mejor precio lo más rápido que podamos y finalmente con mucho dinero, tratar de buscarnos un futuro en medio de un planeta desierto.

Hablamos de tener hijos y de lo difícil que resulta llevar una paternidad y maternidad responsables en los tiempos actuales, uno puede invertir mucho tiempo en ganar dinero para conseguirles recursos o en darles mucho apoyo y cercanía sin lograr reunir una cantidad adecuada de dinero para su crecimiento. Claro habrá la gente que quiere ver el vaso medio lleno pero ¿a quién engañamos? Por supuesto que las cosas podrían ser mejor. Si, por ejemplo, no tuviéramos que trabajar.

¡Justo ahí! Ves, es uno de los puntos donde yo no logro entender a la mayoría de la gente, seguro pensaste que estoy loco. TRABAJAR es bueno, y necesario, de lo contrario (1) no podrías obtener los recursos para tu familia y (2) las cosas no se moverían, si nadie hiciera nada pues todos iríamos a la ruina.

No todos debemos trabajar, ya no hace falta, la maquinaria científica ha crecido muchísimo en los últimos años y ahora producimos mucho más que antes, lo suficiente para alimentar, vestir y alojar a toda la población adecuadamente, más bien vivimos un problema de distribución de recursos, esto es cierto para una ciudad como Quito, para todo el país de Ecuador y especialmente para todo el planeta.

Esa ciencia se ha dejado ver en principalmente dos formas:

  • Software que puede realizar tareas que antes consumían muchos recursos, como por ejemplo la entrega de correos.
  • Maquinaria o hardware que realiza las tareas monótonas y repetitivas que nosotros hacíamos.

Si no conoces acerca de cómo la innovación tecnológica desplaza el empleo, puedes leer un poco más acerca de ello en desempleo tecnológico. Una buena aplicación de la ciencia nos dejaría con mucho más tiempo libre, con lo cual podríamos al menos reducir nuestra jornada laboral. Esto conjuntamente con todo el BOOM de la autoformación que se ha dado actualmente, podría llenarnos de destrezas para resolver problemas y mejorar procesos, que es precisamente lo que necesita una sociedad que avanza hacia una sostenibilidad auténtica y desinhibida. La gente con tiempo libre finalmente podría pasar con sus hijos, involucrarse en el recreamiento de la polis. Y en lugar de temer a la tecnología, podríamos tratar de siquiera seguirle el paso.

Con el advenimiento de la economía actual y ese «Derecho al Trabajo» declarado por la Carta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, hemos legalizado la esclavitud moderna. Y sí, lo digo de esa forma porque eso es, timbrar la hora de entrada y de salida, que nos digan a qué hora podemos comer y a qué hora no, si nos es permitido ir al baño, que ropa vestir… Cuándo podemos dejar de trabajar y cuándo no. En tiempos de esclavitud, alguien que hablaba de libertad era visto con los mismos malos ojos que critican a aquellos que no queremos trabajar.


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Soy una persona culturalmente huraña, pienso que no es necesario obligar a la gente a trabajar quitándole la comida de la boca y aunque es cierto que la gran mayoría acude a su trabajo obligado, esto se debe en gran parte a que no tenemos un sueño compartido al cual aspirar, un horizonte para compartir. Nos chantajeamos porque de mala gana estamos yendo conjuntamente camino a la soledad y el abismo.

Todo el mundo ha escuchado esa frase de Gandhi que dice ‘no hay camino hacia la paz, la paz es el camino’, pero casi nadie sabe que la paz viene de poder contribuir con lo mejor que tenemos, con todo lo que somos; para crear un ambiente que brinde soporte a todos, y es además asegurar un espacio para que otros contribuyan, con lo mejor que tienen, con todo lo que son.

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