A Rafael lo he visto dos veces en mi vida, la primera cuando lo vi en el TEDxQuito hablando de la necesidad de ideas ecuatoreñas y la segunda en su despacho. Conozco de lejos su trabajo, pero impresiona con su franqueza y claridad; así que empiezo aclarando que esta entrada no es para darle la contra, no voy a responder a sus puntos de vista uno por uno, en muchos estoy de acuerdo, pero sí quiero esbozar un paso más allá de lo que él expone en un intento por responder a su demanda de nuestro encuentro inicial. Vamos hacia esa aventura intelectual.
Rafael nos dice LO DEL «YASUNI» ES CULPA DE TODOS y no puedo estar más de acuerdo, le resumo: La política general de la nación no ha cambiado en nada la famosa ‘matriz productiva’, pero sí nos hemos vanagloriado por ello y por conservar la naturaleza mientras, de forma hipócrita, gozábamos de los subsidios al gas doméstico y gasolina, mismos que nos hubieran servido para pagar ese convenio con el estado para salvar al Yasuní. Como siempre, nos es más fácil decir que el Yasuní, como la patria, ya es de todos… y eso incluía a los estados extranjeros que debían aportar miles de millones de dólares sin una garantía real. Les enviamos, para ser menos convincentes, a una persona que ha negociado concesiones petroleras de nuestra propia Amazonía. Lo peor de todo es que, como los verdaderamente enterados saben, el Yasuní ya se está explotando conjuntamente con muchas otras áreas protegidas, aparentemente hemos estado haciendo una campaña de relaciones públicas que permitieran ganar votos hasta ganar la próxima elección, pero esa coyuntura ya pasó y podemos decir que la cultura planetaria «no está lista» para estas alternativas pioneras y, además de eliminar los subsidios a los combustibles y el gas doméstico, nos veremos obligados (después de unas medidas de austeridad ya aplicadas) a explotar el Yasuní.
Cómo dije antes Rafael tiene razón. La culpa es de todos, pero tal vez es importante destacar que no todos tienen una clara idea de cuáles alternativas se podría tomar fuera de las opciones que comúnmente se conocen y dado que no veo a nadie poniéndolas ahí afuera, pues ahí van.
1) Esto de que estamos vendiendo una comodidad natural por ser valiosa es una estafa, es difícil determinar exactamente qué es ‘invaluable’ y qué no. Si consideramos lo delicado del ecosistema planetario y la explotación masiva de la que ha sido víctima en los últimos cincuenta años, todo el planeta debería ser tratado «a lo Yasuní»; la estafa está en decir que la cambiamos por dinero cuando éste sobra. El dinero se crea arbitrariamente por medio de préstamos que no requieren respaldo real alguno, y se asignan según los caprichos de los gobiernos de turno. Si queremos conservar el Yasuní, se haría y punto. El precio no importa.
2) El desconocimiento de cómo funciona la economía mundial ha hecho pensar a la gente que realmente el dinero es escaso y bueno ¿queremos conseguirlo de economías del primer mundo que tengan un compromiso con la naturaleza? Históricamente ninguna economía llegó al primer mundo siguiendo este parámetro, pero podíamos haber hecho algo mejor cambiando nuestra matriz energética. Y no hablo del estado, hablo de la gente. Actualmente Alemania puede satisfacer la mitad de su demanda energética a partir de energía solar, eso es más práctico que cualquier artículo que jamás se escriba en una constitución. Lo más impresionante de esto es que más del 85% de esos paneles le pertenecen a personas naturales y a compañías pequeñas, es decir gente como tú o como yo.
3) Estoy seguro que, como dice Rafael, veremos como los equipos le echan la culpa al rival de turno, así que me apuro escribiendo antes de que esto se convierta en un pretexto para cualquier agenda política, de izquierda o derecha. Les tengo una solución novedosa para poner en práctica ante cualquier nuevo problema que aparezca, sea el abuso de Texaco, el encarcelamiento de indígenas o estudiantes por terrorismo, una nueva ley de prensa, las concesiones absurdas que luego todo el mundo olvida (sean teleféricos o aeropuertos), la mala planificación. Mi solución consiste en saber valorar las nuevas propuestas que se venden como soluciones. Cuando la empresa privada o el estado les propongan algo, asegúrense que lo que propongan los haga menos necesarios.
¿Por qué el mercado no abarata las tecnologías alternativas y facilita su instalación? Eso haría que todos produzcamos y consumamos energía, le da flexibilidad al sistema energético y sería una garantía real de que nadie quiere explotar petróleo.
¿Por qué el estado no da subvenciones a proyectos de código abierto? No sería genial que no sólo el estado o las empresas se beneficiaran de los avances de la ciencia, podríamos hacer uso de medios más eficientes que disminuirían nuestro consumo y asegurarían mejor el Yasuní.
¿Por qué las innovaciones de las universidades públicas no se licencias bajo licencia creative commons? ¿Por qué las compañías nos exigen títulos y no competencias para realizar un trabajo? como dice Salman Khan, ahora internet permite que el mejor profesor tenga 7 mil millones de alumnos a costos bajísimos. La educación se está reinventando mientras el estado invierte en hacer nuestras carreras cada vez más largas y nos endeuda con el triple de tiempo para cada crédito (que ellos nombran beca) entregado.
La cuestión es que la economía nos mueve y cuando vemos alguien que no avanza en la fila, pasa lo mismo que en el estadio, se lo saca o se lo arrastra, y mientras todos andan peleando para que ese man de la fila no se mueva, siguen apurados queriendo entrar a ver el partido, reclamando por un juego más justo, pero siempre atentos a lo que dictamina el árbitro.
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