Muchos pobres—especialmente niños y ancianos—han muerto en Ecuador debido a tres enfermedades: Cisticercosis, dengue y chagas. Vigilar dónde y cuándo se contagia la gente, junto con estrategias de prevención de bajo costo, podrían haber salvado muchas de las 9,000 vidas que estas enfermedades han tomado en los últimos 16 años. El Oro, Manabí y las provincias del norte de la Amazonía registran el mayor riesgo de muerte.
Así lo revela un estudio realizado por el Centro de Investigación en Salud Pública y Epidemiología Clínica de la UTE que analizó las muertes registradas por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos entre 2001 y 2016. La investigación se enfocó en enfermedades de climas cálidos que usualmente no se priorizan por afectar a gente de bajos recursos (conocidas en el ámbito médico como «enfermedades tropicales desatendidas») y fue llevada a cabo por Solange Nuñez, Daniel Simancas y Estefanía Ochoa (embajadora junior de la asociación estadounidense de microbiología).
La UTE ha sido invitada a presentar estos resultados ante reconocidos expertos en el área de enfermedades infecciosas, control de infecciones y microbiología clínica en el XXVIII Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas. Solange Nuñez, quien hará parte del evento, comentó que “aproximadamente el 90% [de muertes por enfermedades tropicales en Ecuador] corresponde a Cisticercosis, Dengue y Chagas”. De regreso a Ecuador, los investigadores esperan aplicar modelos estadísticos más avanzados que revelen las parroquias y cantones más afectados; ayudando así a quienes deciden sobre la salud pública en el país.