Un amigo tiene un amigo… que trabaja con la SENAIN

Y me están buscando. Que me cuide me dijo mi amigo, que me andan «haciendo inteligencia». Meses atrás, en un lugar de Ecuador de cuyo nombre no quiero acordarme tuve una conversación con alguien que trabajó en la Secretaría de Comunicación (SECOM), fiel al régimen. No veía nada de extraño en lo que hacía, me confesó que trabajan con la Secretaría Nacional de Inteligencia (antigua SENAIN) espiando en la Asamblea Nacional, que también espiaban reporteros. «Es que te toca», «clarof» le interpelaron. Normal.

Confirmé el chisme—claro, esto no puede ser otra cosa— cuando adiviné esta semana quién exactamente era el amigo de mi amigo, la soplona que le contó que me seguían. Fácil. Trabaja en la SECOM. Raro también que todo se de inmediatamente después de que yo publicara una crítica a la SECOM en este blog, una crítica que a la fecha no llega a las 300 visitas.

¿Y la orden del juez? ¿Y la causa aparente? No hace falta, toda disidencia es traición.

Para eso drones y satélites, para eso explotar «todos los dispositivos móviles«, para eso el software de reconocimiento facial y de voz, para eso el monitoreo de redes sociales, el ataque a computadores, los 79 millones anuales y las casi 400 personas de la Secretaría de Inteligencia.

Para mí solito.

¿Qué pensará Chomsky?

Cerca de las 16:00 prendí mi computadora y revisé las notificaciones de mi RSS, José Hernández había escrito «Ellos son los dueños de todo». Fui directo al primer enlace y me encontré con esta carta:

carta secom fundamedios 1

Esto parece ser un avance porque tiempo atrás, cuando se abusaba del derecho de autor para censurar contenido en Internet a nombre del Estado, se nos aseguraba que esto no era así. Esto pese a que debido a argucias legales, el único que pudo haber solucionado ese problema era, efectivamente, el Estado. Las instituciones a nombre de quienes se realizaban las reclamaciones debían impedir su mal uso por parte de Ares Rights. Sino se puede afirmar que hubo censura por su acción, al menos sí la hubo por omisión. Y todo iba bien este negocio hasta que, en este mes, WordPress le ganó a Straight Pride UK y, por prácticas similares a las de Ares Rights, este tuvo que pagar la módica suma de US$ 25000.

Ahora, vemos una nueva forma de abuso del derecho de autor, pero resulta que en este caso viene de mano directa de la Secretaría de Comunicación. ¿Qué es diferente? Tal vez el tipo intimidatorio, la SECOM sabe muy bien que si quiere eliminar ese tuit lo que debe hacer es dirigir la reclamación a Twitter, Inc., pero en este caso han preferido dirigirse directamente a FUNDAMEDIOS, que borren el tuit o iniciarán «acciones legales pertinentes de conformidad a nuestro ordenamiento jurídico vigente».

Claro, la actual ley de propiedad intelectual en su artículo 83, numeral j permite «la parodia de una obra divulgada, mientras no (…) ocasione daño a la obra o a la reputación del autor, o del artista intérprete o ejecutante, según el caso». Honestamente pienso que un tuit, en particular el tuit en cuestión, poco o nada puede dañar la reputación de una Secretaría Nacional, pero tal vez la SECOM y yo discrepemos, después de todo ellos piensan que cuando uno dice algo, no lo dice.

Uno debe poder burlarse de las cosas, el derecho de autor tiene limitaciones y excepciones, y así lo reconoce la nueva propuesta de ley de propiedad intelectual que se está trabajando en SENESCYT para reemplazar a la actual. Las limitaciones y excepciones son mucho más acentuadas que en la ley del ’98, incluyendo el derecho a la libre expresión, expresado mediante la parodia —en las limitaciones y excepciones a los derechos patrimoniales: «La sátira, pastiche o parodia de una obra divulgada, siempre que se ajuste a las reglas de estos géneros».

Pero la SECOM no sólo tiene el ojo puesto en la ley de derecho de autor, también le recuerda a FUNDAMEDIOS que según el numeral 6 de su estatuto, la fundación «no podrá ejercer asuntos de carácter político», entiéndase que esto es meterse en la vida pública. Yo no soy la persona adecuada para realizar un análisis jurídico de la existencia de esta clausula. Solo diré que sé que debe estar ahí porque sino, dadas las condiciones que presenta el Estado ecuatoriano mediante el Decreto 16, no se admitiría su existencia.

Y es en este punto de mi vida que me acordé de Noam Chomsky, el héroe de las izquierdas. Chomsky, quien cree que todos los poderes deben estar sujetos a un control democrático por parte de todas las personas. Chomsky, quien es un crítuco acérrimo de que los medios de comunicación obtengan su información directamente del «gobierno, las empresas y los ‘expertos’, información, por lo demás, financiada y aprobada por esos proveedores principales y otros agentes de poder». Ese Chomsky que dijo acertadamente que «si no creemos en la libertad de expresión para las personas que despreciamos, no creemos en ella en absoluto».

Me acordé de la entrevista que le realizó Bill Moyers, y lo que dijo el lingüista respondió cuando se le preguntó por qué pensaba que Reagan era un personaje (trágicamente) interesante:

Desde un punto de vista quien percibe a la democracia como un problema que hay que superar, y ve la solución correcta en ser líderes con visión futurista con una clase especializada de administradores sociales — desde ese punto de vista, debe encontrar los medios para marginar al público (…) Reducéndolo a la apatía y la obediencia, permitiéndole participar en el sistema político, pero como consumidores, no como participantes verdaderos. Les permites tener un método para ratificar las decisiones que otros hacen pero eliminas los métodos por los que podrían, en primer lugar, informarse a sí mismos; segundo, organizarse; y tercero, actuar de una manera que realmente permita controlar la toma de decisiones. La idea es que nuestros líderes nos controlan, no que los controlemos (…) Hemos dado un gran paso en esa dirección.

Si Chomsky leyera la carta de la SECOM a Fundamedios ¿qué pensaría?

 

Esos vegetarianos

«Los veganos creen que van a vivir más tiempo,
lo que no saben es que tienen más probabilidades de morir
asesinados durante una conversación».

@daemonic3

Esta semana nos reunimos con unos amigos en un restaurante, yo lo elegí sin darme cuenta que se trataba de uno vegetariano. Me preguntaron si era vegetariano y respondí que no. «¿Y entonces quien es vegetariano?» me increpan. Rápidamente revisé a mis comensales y señalé a mi amiga periodista. ¡Ella! La señalé, como uno señala al que hace ruido con la funda de comida prohibida en el cine. Pero ella se sentía señalada desde antes, nos contaba que salía a hurtadillas a comer a su propio restaurante pero sin decir a dónde.

¿ERES VEGETARIANO?

Es una pregunta que puede tener miles de significados. Desde «¿no comes carne?» hasta «que raro que eres, por dios, no sé si quiero seguir siendo tu amigo». A mí me la hacen a menudo y veo todos esos significados en su cara. Les digo que no y se extrañan más todavía. Que para qué entonces voy a un restaurante vegetariano, me dicen en una mezcla de curiosidad y un «ajá, sí claro ¿te a vergüenza decir que eres vegetariano?».

La verdad es que no soy vegetariano sino que procurso bajarle al consumo de carne por dos razones fundamentales. La primera es que uno no puede decir que le preocupa el cambio climático –como suelo decir– y hacerse de la vista gorda respecto a las emisiones de metano del ganado, la destrucción de bosques para producción de pastizales y el tremendo consumo de agua que esto representa. El consumo masivo de carne es un tremendo problema para la sostenibilidad del planeta.

La segunda razón es que el consumo de carne enferma. Todo enferma, en cierta medida. Daß ein Ding kein Gift ist decíamos en la facultad: la dosis hace al veneno. Es por eso que me permito comer carnes pero en general procuro almorzar vegetariano de lunes a viernes. Si me preguntan, creo que deberíamos reducir la dosis de cárnicos a una pequeña porción (aproximadamente del tamaño de un iPhone 4S) unas 3 veces por semana. En Medicina, no hay una última palabra –excepto en el caso de la homeopatía, la homeopatía no funciona— no obstante, parece ser que las recomendaciones para disminuir la carne de la dieta son bastante discutibles, pero como les comentaba, esto para mí es secundario.

Usualmente se aduce una tercera razón para no consumir productos animales, y es que con esto provocamos el sufrimiento de animales. Un motivo sumamente respetable. Lastimosamente muchas de las personas que adscriben a este argumento, a veces se vuelven un pain in the ass defendiendo esta postura, y esto es lo que pasa con una gran mayoría de veganos. Probablemente esta agresividad sea la razón detrás de quien se aleja un poco de ti cuando te pregunta si eres vegetariano (eso y el miedo a lo diferente).

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Ilustración por Alberto Montt bajo licencia CC-BY-NC-ND

Cualquier aporte gradual a la disminución de carne ayuda en su justa proporción a reducir la demanda de carne y, por efecto rebote, disminuir su producción. Es mucho más sensato pensar que todos podemos comer la mitad de carne a pensar que, de repente, la mitad de la población va a volverse vegetariana estricta. Incluso si no apuntamos al 50% sino a un 15%, la primera estrategia tiene mucho mejor pronóstico. Esto de ser semivegetariano, por mucho que te contradiga un vegano, también es bueno para ayudar a los animales.

Tampoco es mala idea buscar el origen de las cosas que consumimos, vaya a ser que tú –amigo lector– tengas predilección por cierto tipo de especies o ecosistemas y estés inintencionadamente, contribuyendo a algo que no te guste.

SUPERCOM, atender

Hace unos días María Josefa Coronel nos hizo conocer vía twitter que el ministerio del interior había dispuesto la colocación de cámaras en moteles, cabarés, casas de cita, etc. Ella no dijo más, pero mucha gente se quejó, entonces alguien salió a decir que los medios mienten y tergiversan, que no pasaba nada con la privacidad.

Enseguida, el brazo comunicativo en redes de Alianza País lanza una campaña para defender la medida.

https://twitter.com/SomosMasEc/status/574281410154000384

Y luego salió el presidente a aclarar lo que he descrito ampliamente en mi blog:

“Imagínense que en esa clase de actividades se esté filmando a las personas, es más, se debería advertir a los usuarios que están siendo filmados porque puede ser sujetos a extorsiones (…) se va derogar esa medida (…) Es un atentado a la privacidad»

Rafael Correa

¿Qué medidas tomará la SUPERCOM para corregir a los malos correctores?

De las salvaguardas y otros demonios

Últimamente veo mucha queja en twitter sobre las salvaguardas impuestas por el gobierno, también muchos chistes a los cuales les he dado retuit por su gracia, no porque sean un análisis técnico de la realidad. Fuera de que estén muy buenos los chistes, creo que es importante aclarar que las salvaguardas son una opción entre muchas y vale la pena hacer un análisis crítico de esas opciones antes de ponerse a pelear contra la medida. Vale la pena recalcar que este análisis no aborda el tema analizando lo que se debió haber hecho antes, que se debió dejar de gastar en «X» o que no se invirtió en «Y»; esto puede o no ser cierto (seguramente lo es) pero no entra dentro del análisis. Que el Estado puede ahorrar más por otros lados, es verdad. Yo eliminaría las sabatinas, por ejemplo, pero bueno.

No pongamos salvaguardas

La primera opción que a todo ecuatoriano se le debe ocurrir es que la economía siga como está. ¿Para qué subir los precios de todo? Bueno, lo que pasa es que nosotros somos mayormente consumidores de productos extranjeros. Al haber caído el precio del petróleo, tenemos muy pocos ingresos y, a su vez, tenemos una gran cantidad de gasto hacia otros países. Esta opción lleva a dos caminos: la quiebra o el endeudamiento. Si es que vamos por el primer camino, no habría dólares en el país, todo el mundo mandaría mano a los ahorros y al no haber depósitos en los bancos, ya no habría préstamos, la economía se detiene. Bienvenidos al feriado bancario 2.0. Si, por otro lado, elegimos el endeudamiento, luego de un tiempo Ecuador no podría obtener préstamos de otros países e iríamos por un camino similar, debido a que la banca privada depende del banco central. Tal vez conseguiríamos préstamos pero a condición de aplicar medidas restrictivas en la economía. Como pasaba con Lucio. No gastos en salud, educación, etc.

Salvaguarda 1 – No intervencionismo 0

Eliminemos el subsidio a la gasolina

Imaginen en cambio que el gobierno decida subir el precio a la gasolina, se ahorra ese dinero y ahora tenemos que pagarlo todos y todas, eso le daría un poco más de plata al sistema financiero nacional pero, al mismo tiempo, encarecería todos los costos del producto nacional, dándole una ventaja competitiva a los productos extranjeros. El resultado es que la capacidad adquisitiva del ecuatoriano promedio estaría igual de afectada, pero adicionalmente perjudicaríamos a quienes producen localmente. Eso sin contar con que nos subirían los pasajes, los choferes harían huelgas, y otros tantos problemas que todos los que estamos cerca de los 30 conocemos.

Salvaguarda 1 – Eliminar el subsidio a la gasolina 0

Desdolaricemos

Todos los países que pueden hacerlo deprecian su moneda, esto quiere decir que emiten más billetes y tu plata vale menos, eso también abarata relativamente los costos de producción y puedes exportar a un precio menos para competir. El resultado es la disminución de la totalidad de la capacidad adquisitiva, es como las salvaguardas pero para todo.

Salvaguardas 1 – Desdolarizar y depreciar -1

Salvaguardas

Las salvaguardas tienen la ventaja de apuntar a productos específicos que, en su mayoría, o no son de primera necesidad o pueden ser reemplazados por producto nacional. Claro que habrán excepciones, evidentemente no me parece que incluyan a los tampones en la lista, pero de los males este es el menor. Se protege al productor ecuatoriano, se evita la fuga de capital y se gana un poco de tiempo para tratar de «arreglar» la economía local.

Imaginen qué opciones hubiéramos tenido si ya hubiera entrado en vigencia el tratado comercial con la Unión Europea, las salvaguardas habrían sido ilegales y hubiéramos tenido que optar por una de las tres de arriba. Claro, habría mucho producto barato y, por un tiempo, todo el mundo estuviera feliz, pero frente a un tratado que impide tomar medidas para desarrollar la industria local (explícitamente en el texto), al poco tiempo nos hubiéramos visto enfrentados a las dos primeras opciones de este post.