Teju Cole
Es peligroso leer a Teju Cole cuando me he quedado sin héroes. Me hace pensar que, tal vez, quiera ser como él. Sus novelas, Open City y Every Day is for the Thief, se bambolean entre la ficción y el periodismo narrativo. Para ser más claro, a uno le deben aclarar que se trata de ficción. Eso se imprime al final de sus libros, pero el único engaño en todo el texto parece ser esa declaración. Haberlo conocido complica aún más las cosas. El protagonista que pasea por las calles de Lagos (Nigeria) se le parece demasiado. Hosco, sereno, un rostro que piensa pero no duda. Ambos regresan de visita a su tierra natal, ambos imbuidos en su carrera médica (Cole abandonó la medicina para convertirse e escritor). Ambos son de esas personas que te dicen la mejor de las tres respuestas que tiene en su cabeza. En un mundo donde la mayoría de gente vive en un diálogo que se asemeja a una guerra de comida, el escritor nigeriano-estadounidense ofrece comida masticada, casi digerida, adornada como delicado postre.
«Mentí un poco sobre la geografía y cuando regresé me di cuenta que las cosas no eran como yo las había descrito», dice Cole en una de las entrevistas donde nos quiere convencer de que escribe ficción. Claro, acomodaste los hechos de la misma manera en que un fotógrafo compone la escena. Aumentaste la iluminación en ciertas partes de la historia que, naturalmente, no habrían resaltado tanto. Detuviste el tiempo para relatar tus pensamientos, pero ¿ficción? No sé qué pensar. Tal vez sea una manera inteligente de no preocuparse por detalles nimios que están pero son ruido. El zumbido de la refrigeradora, el tronar de la calle producto de los buses, las partículas imperceptibles de polvo son todas cosas cotidianas que jamás son referidas al son de «cómo te fue hoy». ¿Es ficción si uno decide modular la atención del lector únicamente? ¿Es ficción el romper la linealidad del tiempo para contar historias? ¿Acaso nuestro cerebro no hace eso?
Si no tienes espacio, dona tus fotos y videos al archivo de internet
Cuando uno tiene un smartphone con algo de memoria, el número de fotos crece de la peor manera. Uno termina con tres versiones de una foto que, en tiempos análogos nadie habría tomado. Deshacerse de eso resulta tedioso pero urgente cuando, de manera trágica y predecible, nuestro celular nos avisa que ya casi no hay espacio en la memoria. ¿Y ahora? A uno le entra una desesperación similar a la de no tener papel higiénico después de haber cagado. Ya eliminadas las fotos repetidas, a uno no le queda más que indecisión. La historia no me ha dado razones para confiar en la nube. Por ello, de vez en mes, descargo todas las fotografías de mi celular en la computadora
Almacenar todo en la laptop no soluciona los problemas, los posterga. Así que he decidido optar por una prescripción algo más efectiva: Internet Archive — el archivo de internet. Allí puedo almacenar todo lo que quiero sin límite alguno ¿El truco? Pues todo debe ser accesible al público, así que esta solución sólo me funciona para fotos que tienen poco o nada que ver con la vida personal. Lo bueno es que no me tengo que preocupar mucho de subir fotos bonitas únicamente. Los servidores de Internet Archive son tan masivos que uno puede subir hasta videos de tres horas sin pensar en las consecuencias. Tienen, siempre, al menos una copia de tu archivo en otra localización así que la pérdida de información es poco probable.
Casi todos tenemos fotos de eventos o lugares públicos que nos han gustado y no queremos borrar. Además, está el incentivo de dejar tus fotos, textos o videos en la historia. Internet Archive es la más grande biblioteca digital jamás creada. Subir un archivo ahí es casi como dejar una obra tuya en el museo. Si te interesa saber cómo compartir cosas, escribí sobre ello hace tiempo, acá.
Estas colecciones las añadí el día de ayer:
Vida urbana
Acá están un par de colecciones, fotografías sobre Quito y clips de video sobre Vancouver, que retratan vivencias ciudadanas de la ciudad. En el caso de los videos, resulta que se reproducen uno tras otro, lo cual ayuda mucho a evitar el trabajo de edición, sobre todo si a uno no le importa mucho el resultado final sino compartir las experiencias:
Mi visita al zoológico de Chile
Lamentablemente aquí mezclé videos e imágenes y sólo se genera un preview de los primeros :/ y fotos de una abeja.
¡Quidditch!
Habiendo aprendido la lección, ahora sí dividí en una colección las imágenes y en otra los videos:
PS: Puedes leer más sobre quidditch aquí.
La marcha de yasunidos
Por ahí se le ve a Jaime Guevara tocando los tambores (algún día escribiré sobre el día que le visité en su casa).
Y finalmente…
Eventos públicos
Estos son casi todos relacionados a software libre (¡ups!) y ninguno tiene videos. Así que les hago una lista por si quieren curiosear:
- Elastix World 2014 (acá fui por trabajo, se realizó en Santiago de Chile)
- Encuentro itinerante de Software Libre en la Universidad Estatal de Bolívar (acá di una charla sobre una pequeña investigación que hice en el trabajo)
- Primer Encuentro Nacional de Gobernanza de Internet (donde fui co-organizador y presenté un resumen del tema en Ecuador)
- CryptoParty de Santo Domingo de los Tsátchilas (donde les robaron las laptops a unos hackers)
- Congreso de Bibliotecología Digital y Dominio Público (lo organicé yo, y traje a gente de —adivinaron— Internet Archive).
A todas estas colecciones, les puse bajo etiqueta CC0, es decir que son de dominio público. Se pueden usar sin pedir permiso al autor para lo que sea. Disfruten 🙂
Sociedad civil y gobernanza de Internet en Ecuador: 2013-2015
Esta es la primera de dos entregas que tratan el tema de Limitaciones de la sociedad civil en la gobernanza de Internet en Ecuador
El día 24 de mayo al medio día, se realizó el foro «Regulación de Internet & Derechos Digitales en Ecuador», organizado por el Colegio de Jurisprudencia de la Universidad San Francisco. La idea, según nos comentaron a los panelistas, era realizar una reflexión académica al respecto, por lo cual la visión de actores de la sociedad civil les resultaba indispensable (si bien asistí como co-fundador de Apertura Radical, me invitaron básicamente por las reflexiones que comparto en este blog y redes sociales). También participaron como panelistas Alfredo Velazco, de Usuarios Digitales y Daniela Viteri, representante ecuatoriana en el Observatorio de la Juventud de Gobernanza en Internet. Pese a que la USFQ realizará una publicación que detalla nuestras ponencias, voy a escribir acá —en un lenguaje menos cargado— lo que fue mi presentación.
El punto fue discutir los límites que hemos encontrado las personas —no empresas o el Estado— al trabajar por la defensa de derechos humanos en Internet en Ecuador. Para ello dividí a mi presentación en cuatro secciones: qué características tienen los grupos de sociedad civil acá, cómo operan, qué alcanzan a hacer con las circunstancias en las que se desenvuelven, y qué les resulta demasiado difícil.
¿Cuál sociedad civil?
Para realizar un análisis de las circunstancias en las que opera la sociedad civil, decidí escoger un periodo de tiempo de dos años (que va de agosto de 2013 a julio de 2015) y estudiar tres escenarios en los que la sociedad civil se había involucrado decididamente en el ejercicio de gobernanza de Internet. Estos se describen a continuación:
- Eliminación del artículo 474 del Código Orgánico Integral Penal (Nov. 2013): La aprobación de un nuevo código penal a fines de 2013, motivó la formación del colectivo #InternetLibre, el cual logró exitosamente eliminar el artículo 474 que, entre otras cosas, que los usuarios accedamos a ser filmados mientras usamos Internet. Adicionalmente, la idea era que los intermediarios, como el dueño de un cibercafé o algún amigo que te de la clave del WiFi de su casa, tengan un registro de todas las páginas web que visitemos por un período mínimo de seis meses. #InternetLibre, formado por una serie de organizaciones privadas, públicas y del tercer sector —entes privados sin fines de lucro—detuvo esto.
- Organización del Primer Encuentra Nacional de Gobernanza de Internet (Nov. 2014): Realizado en CIESPAL, el encuentro buscó marcar la agenda de la gobernanza de internet en el país basándose «en el principio de interés público y en un enfoque de derechos humanos a través de un proceso participativo, abierto e inclusivo». Se realizó un análisis preliminar de la situación de Internet en Ecuador y acogió a expertos nacionales e internacionales para discutirlo.
- Pronunciamiento en Defensa de la Privacidad en Ecuador (Jul. 2015): Se dio como respuesta a la filtración de documentos privados de Hacking Team. Esta empresa— cuyo malware infecta computadoras, laptops y celulares con el fin de acceder a toda la información (almacenada y en tiempo real)— mantenía vínculos con la Secretaría de Inteligencia de Ecuador. Y poco después, se conoció que algunos de los targets del software usado por esta empresa, eran políticos y activistas. En Ecuador, esto es ilegal e inconstitucional, lo cual motivó un fuerte pronunciamiento por parte de la sociedad civil. Ninguna de las ocho peticiones realizadas por las organizaciones fue acogida.
Realicé una lista con las organizaciones que participaron en a menos dos de estos escenarios y excluí a las organizaciones que pertenecían al sector empresarial o al Estado. La lista que obtuve fue la siguiente:
Las instituciones a la izquierda (aquí en azul) son aquellas que cuentan con una personalidad jurídica, y las de la derecha aquellas que carecen de la misma. Creative Commons Ecuador y el colectivo Central Dogma, se dedican principalmente acceso al conocimiento y la promoción de la cultura libre. Radialistas trabaja en la «democratización de las comunicaciones, especialmente de la radio, desde las perspectivas de género y ciudadanía». Infodesarrollo trabaja principalmente en la reducción de las brechas digitales y ASLE se dedica a la promoción y adopción del software libre en Ecuador. Apertura Radical trabaja también en esto último, en la promoción de hardware abierto y en la defensa de derechos humanos en la red. Finalmente, Usuarios Digitales trabaja por el «libre ejercicio de nuestros derechos en plataformas digitales». Estas dos últimas (en verde), son aquellas organizaciones que se dedican principalmente a la defensa de derechos humanos en Internet, ambos carecían de una figura jurídica durante el periodo de estudio siendo principalmente una presencia en la red.1
En la región, casi todos los países cuentan con al menos una organización de sociedad civil —constituida jurídicamente— que se dedica a la defensa de derechos humanos en la red. Existen organizaciones internacionales que brindan apoyo financiero y técnico a estas organizaciones, lo que les ha ayudado a florecer en toda Sudamérica. Venezuela, Bolivia, Ecuador y Uruguay son la excepción. Este último es el único reconocido por la unidad de inteligencia de The Economist como una democracia completa («full democracy«) y quizá eso explique porque la ausencia de una organización fuerte de sociedad civil que trabaje temas de Internet. Los otros tres países—Venezuela, Ecuador y Bolivia— tienen gobiernos con una ideología política muy parecida dominada por un fuerte poder ejecutivo, lo que sugiere una especie de correlación que merece ser estudiada.
¿Cómo se explica la ausencia de organizaciones de sociedad civil en la defensa de derechos humanos en Internet en el país? Pues de manera similar a la que se explica en otros sectores: Trámites dificultosos que pueden tomar años, falta de seguridad jurídica —causada por los decretos presidenciales 16 y 739—, la obligación de las ONG a trabajar en una política de gobierno (toda organización debe adherirse a una de los principios del plan nacional del buen vivir) y de adscribirse a algún ministerio —usualmente aquel al que deben vigilar y observar. Finalmente, la polarización de la política genera dificultades para organizaciones que deben trabajar pensando más allá de las ideologías. El momento en que las organización toman una posición respecto a un tema específico, tienden a ser clasificadas por los actores políticos y la opinión pública dentro de un «bando», el oficialismo o la oposición. Esto genera una estigmatización de las organizaciones que amenaza su capacidad de generar un diálogo adecuado en temas que usualmente ya son difíciles de explicar. Finalmente, este tipo de organizaciones de sociedad civil, al no involucrarse con la provisión de servicios, dependen casi siempre de donaciones por parte de actores privados internacionales, y eso en el país ha sido usado como una herramienta de deslegitimación por parte del poder ejecutivo.
¿Qué mecanismos usa la sociedad civil?
Creemos que podemos cambiar las cosas explicando detalladamente cómo funcionan a la gente, ofreciendo propuestas y amplificando nuestras voces. Para ello, requerimos en un primer instante consultar con expertos en ley, política pública y tecnología. Estos diálogos se llevan de una manera bastante informal dada las circunstancias en las que operamos. A partir de esto, creamos propuestas específicas («fiscalice», «derogue», «establezca», «exija», «cree», etc.) usualmente dirigidas al Estado en su papel de garante de derechos, aunque ocasionalmente se pueden también dirigir a la empresa privada. Cuando se tiene una línea clara de acción se producen manifiestos, pronunciamientos, peticiones en línea, boletines de prensa. Finalmente, si esto se ha hecho bien, mediante manifestaciones y lobbying, se logra hablar con quienes toman las decisiones. Muchas veces, el éxito o fracaso de las propuestas de sociedad civil, depende de la presión que puedan ejercer estos dos úlitmos elementos que funcionan a manera de policía bueno y policía malo: el cabilldeo y las manifestaciones, respectivamente.
¿Qué NO puede hacer la sociedad civil?
Debido a las limitaciones arriba mencionadas, muchos de los voluntarios (pues ese es el Estado de prácticamente todos aquellos que trabajan en la defensa de DDHH en internet en Ecuador) no pueden realizar una serie de acciones que es deseable y común en otros países de la región:
- Trabajar a tiempo completo en la defensa de DDHH en Internet.
- Trabajar estableciendo una agenda propia y no sólo respondiendo a problemas de coyuntura.
- Realizar estudios a nivel nacional (similares a los que se realizan en otros países) sobre cuestiones específicas como el estado de la privacidad en el país, o el marco regulatorio sobre el anonimato.
- Recibir financiamiento. Aunque se hace, se lo realiza en asociación con otras organizaciones que sí pueden manejar legalmente los fondos.
- Tomar acciones legales, que a veces son el único recurso frente a un potencial abuso de poder de parte de actores privados o estatales.
Notas al pie de página
1Tras dos años de iniciar el proceso, a Usuarios Digitales finalmente se le otorgó su personalidad jurídica en agosto de 2015.
Viaje Quito-Tena-Shandia
Hoy salimos temprano de Quito para visitar a mi abuelo. Paramos para desayunar en medio de la carretera donde nos recibieron tres perros sin raza. Una de ellos, la matriarca, era muy cariñosa. Puede que ese sea su estilo de conseguir comida, pero de ser el caso la tenía más que merecida. Entramos al paradero, uno de los tantos escondites donde la familia de alguien ofrece la comida más rica y barata que el dinero puede comprar. En la sierra, por el frío, uno procura sentarse lejos de la puerta pero cerca del sol; lo cual convierte a alguna de las esquinas en el lugar más apropiado para comer.
Pedimos seco de pollo, caldo de gallina, un jugo y un café. A mi padre no le gusta comer mucho cuando maneja pero yo, que solo tengo pocos días para disfrutar de Ecuador, busco el mejor plato en todo lugar. Conversamos bastante, seguramente fue mi mami la que nos alegró la mañana. Ella habla más que mi hermana, mi padre, yo, o todos juntos. Conversamos de su primo, y de cuando colgó uvas compradas en el mercado en sus viñedos para sorprender a las visitas. Todo le salió bien hasta que mi prima terminó con uno de los hilos en su mano y la gente estalló en risas. Por una especie de efecto dominó, aún hoy nos reímos de eso. Nos peleamos por las servilletas y finalmente mi papá pide la cuenta. Me levanté para curiosear entre las golosinas y terminé comprando un tubo de chicles; luego todos nos acercamos al mesón. Vemos una piedra para moler ají. Les cuento lo rico que es el ají de la Fabi, quien me contó la infidencia de las uvas. Todos la elogiamos y entre tanta buena opinión no me dejaron decir «y ha sido de Pujilí ¿no?».
Nos subimos al peugeot crema de ocho asientos en tres filas y volvemos a la misma carretera que recorrimos hace diecisiete años, y cuando Abdalá ganó las elecciones presidenciales, y cuando llevamos a mi abuelo a esa ciudad. La misma carretera que pisamos cada que podemos. Mi mami pone un disco en la radio que me recuerda que Paramore existe. Después de detenernos momentaneamente en la gasolinera para aflojar la presión en las vejigas, nos dirigimos a Baeza y, uno por uno, empezamos a retirarnos las cobijas serranas. Mi mamá y mi hermana se deshacen de su saco, mi padre no para de secarse la frente con una mini toalla blanca y yo abro el cierre que sostiene a las bastas de mis pantalones. Ya cómodo me quedo dormido.
Despierto en un bache en plena troncal amazónica. Algun falla tenía que haber en todo ese concreto. Pocos kilómetros después, en la vía Tena-Puyo, mi papá toma un desvío que nos acomoda en el centro de la capital de Napo. Tres canciones después estábamos descargando las compras para la tía y ubicándonos en la sala. Siempre en el sillón que mejor acomode al cansancio. El abuelo ya no camina solo, su memoria no ve más allá de la generación que le sigue (o sea que se acuerda de papá). Mi hermana, mi primo y yo nos sabemos desconocidos en ese sitio. Él sabe que está viejo, pregunta quiénes somos y le toca creernos. Finge interés, esconde preocupación. Mi tía, quien le atiende cada día, nos mira con pena y desespero. En unos años…
Afuera de la casa están royendo los guatusos. Se paran en dos patas para masticar las papas que acabamos de lanzar. Logramos avistar una de las dos crías. Galo, el esposo de mi tía, nos cuenta que ya tienen una semana. La comida proviene de su terreno, un predio de cinco mil metros cuadrados ubicados cerca de Shandia.
Tras pasar por un centro de salud y una escuela bilingüe («y pronto va a ser una escuela del milenio» agrega mi tía), llegamos a la propiedad. Atravesamos un puente improvisado con troncos —que nos protegen de lo que a futuro será una linda fosa— y nos vemos rodeados de flora verde. Miramelinda, hierba luisa, árbol luisa, piña, yuca… me acuerdo de mi amigo manaba («es que la tierra te da, loco»). A unos tres metros del piso está una mano de oritos. Tras unos cuantos machetazos, los oritos empiezan a caer en un ángulo algo predecible. Agarrar el tallo en la caída es, precisamente, el arte de cosechar oritos. La sabia de la planta se riega a raudales, pregunto si el tronco se come. Me hacen una mueca —es feo— «eso sólo se toma cuando te muerde una serpiente para contrarrestar el veneno, hasta llegar al hospital».
Guardamos la cosecha en el baúl y seguimos a la playa del río. De camino al Jatinyaku, uno cruza el puente «que hizo el presidente después de una marejada». El paso de la estructura colgante está cubierto por un techo de (creo) palma y en el piso se leen una serie de letras mayúsculas que escaparon a la horizontalidad del castellano: SHANDIA PULMON LIMPIO. El ocaso está cerca y las gallinas se empiezan a acomodar en los árboles, llegamos a la playa que es arena pura y tomamos fotos, ahí nos damos cuenta que el celular no tiene señal. Ya hicimos todo lo planificado pero no quiero irme. Vuelco al atardecer, respiro un aire que jamás volverá a mi Quito. Me pierdo en lo que miro y se me escapa un «no me quiero ir». Para esto, no tengo palabras.