Línea de sombra: El Quito de los abuelos

Quito fue indígena. Siete de cada diez abuelos (hablando del quiteño promedio) tienen estirpe de piel oscura, estatura baja y cabello lacio oscuro. Así lo comentaba el guía de ladrillos de Quito en la primera caminata a la que asistí. Nos hacemos una idea de cómo fueron los barrios gracias a fotografías en blanco y negro donde las calles de tierra, la arquitectura neo-colonial y carrozas están, efectivamente, acompañados de rostros indígenas.

Mi abuela paterna falleció antes de mi alumbramiento, no la conocí. Mis otros abuelos tenían efectivamente facciones indias. Mi abuela Carlota trabajó en el mercado de San Francisco, logrando que sus alrededores se conviertan en motivo de nostalgia para los Ron Salas.

Quito, para mí, también tiene alma indígena. Mi vida pos-moderna se pone en pausa cuando me cruzo con uno de ellos (tengo ese defecto de observar el rostro de la gente con poca vergüenza). Traigo esto a colección porque el libro del Efrén: 46 páginas en blanco y negro con fotografías del centro. El único Quito al que le queda alma, dice. Ciertamente «La línea de sombra» nos la muestra.