Hoy leí esto:
«Escúchenme bien, sobretodo los jóvenes para que no nos engañen los charlatanes.
Hay mucha charlatanería, mucho simplismo. ¿El agua es más importante que el oro…?
Depende de cuanta agua y cuanto oro tengamos.
En este momento Ecuador tiene mucha agua y tiene poquito oro que es lo que necesitamos para salir del subdesarrollo.
No se me dejen engañar por los charlatanes”.
“ Si yo estoy perdido en el desierto una semana… Estoy a punto de morirme de sed y me había ido al desierto para descubrir una mina de oro y tengo en mi bolsillo una funda llena de oro y alguien me dice, te doy este litro de agua a cambio de esa funda de oro (…) enseguida van a dar su funda de oro para salvar la vida con el litro de agua. ¿Sí estamos claros? ¿Cuál es la clave en esto?… Que el agua era lo escaso y lo más necesario en ese instante.
Pero les pongo otro ejemplo (…) Supónganse, dios no quiera que hay una inundación en Macas, que todos tengamos el agua hasta el cuello y que yo venga de una mina y tenga mi bolsillo lleno de oro y viene alguien y me dice, te cambio un litro de agua por oro, le digo estás loco, te pago el oro para que me quites el agua, si me explico… Depende de cuanta agua y cuanto oro tengamos. En este momento Ecuador tiene mucha agua y tiene poquito oro que es lo que necesitamos para salir del subdesarrollo…”
Son las palabras del Economista Rafael Correa en el Enlace CiudadanoTM 249. Que frustrante.
Supongo que esto hace alusión al evidente afán de explotación minera que existe últimamente. En cuyo caso y para no alargar la historia quiero contar mi propia metáfora. No se trata de dos comerciantes intercambiando agua y oro, aunque eso hubiera alborotado las hormonas de Adam Smith, se trata más bien de una familia con una cubeta de agua para su diario vivir, pasa que al fondo de la cubeta hay oro.
De repente viene una persona ajena a esa familia, que dice ser de su propio país y le explica que por su bien, meterá su mano llena de toxinas en el agua para extraer el oro. Esa es la metáfora. La familia se queda sin oro (que nunca usó) y sin agua (que usa cada día). Fin.
¿Qué vale más? Pregúntele a la familia, no al interesado.