El día 9 de abril de 2016, el presi compartió mediante su cuenta de Twitter un artículo del diario El Comercio —me duele esta transición hacia medio de la revolución ciudadana— donde, según él, limpia el nombre de su gobierno frente a los ataques de gente de la oposición que «ya no tiene de qué acusarles».
Por no tener de qué acusarnos, ya hacen el ridículo:https://t.co/daqQIcY9cf
Creen que todos somos como ellos: lujo y derroche (Maxim-París)— Rafael Correa (@MashiRafael) April 9, 2016
Era obvio que esto iba a terminar mal pero de todas maneras abrí el artículo para ver qué piruetas iba a usar esta ocasión el Estado de Propaganda para defender lo indefendible: que se hayan dedicado fondos públicos (en época de crisis) para mandarse una farra a hora de almuerzo, música en vivo incluida. ¿El pretexto? Homenajear a quienes rinden pleitesía a Rafael Correa en redes sociales. Los #TuiterosConRafael son necesarios porque en esa red social ha sido, más difícil que en otras, manipular la opinión pública. En Facebook, tú puedes fácilmente bloquear usuarios de tu página y eliminar comentarios a dedo. En Twitter, te toca aguantar.
Durante el enlace 470, el vicepresidente Jorge Glas dedicó un segmento a hablar sobre el almuerzo del lunes en Carondelet, en el que participaron un grupo de tuiteros, a quienes le gusta llamar “guerreros digitales”, (…) fue una comida sencilla y costó apenas USD 1 000 y en otros aspectos se gastó unos USD 600. “Todo lo bueno que hacemos quieren hacer que la ciudadanía lo vea mal”, se lamentó.
Para quienes no lo saben esas otras cosas son el cantante, las pantallas gigantes, los amplificadores, y medallas con el nombre de Rafael Correa Delgado que se entregaron a los participantes. ¿Qué de lo que dijo Glas está mal? Pues todo. Empezando por llamar «guerreros» a la gente que tuitea a su favor. Internet está precisamente para permitir una mayor diversidad de opiniones y, si eres un demócrata, lo inteligente es escuchar todas esas voces. Y acá les hace falta una lección de constitucionalismo o algo, pero la razón por la que los países tienen una carta magna e instituciones con poderes separados es prevenir una dictadura de las mayorías. Alianza País siempre presume que son «más, muchísimos más»; y, por eso, ganaron las últimas elecciones nacionales. No obstante, eso sólo quiere decir que la gente piensa que harán un buen trabajo respetando y dando mantenimiento a las instituciones que se encargan de hacer respetar a las minorías. El gobierno no puede, o mejor dicho no debe, intentar dominar la esfera de opinión pública bajo el pretexto de tener un país gobernable porque, contrario a lo que piensan, no son las redes sociales las que tumban gobiernos, sino los altos grados de conflictividad producto de no escuchar.
Segundo, no importa qué tan poquito se haya gastado el gobierno en cualquier actividad, si esta es ilícita. Estoy seguro que dirán que no fue peculado —aunque no es que yo confíe mucho en nuestros actual sistema de justicia, especialmente cuando se trata de asuntos que involucran al ejecutivo—, habrá que investigar, pero financiar farras en la misma semana que la gente protesta en la calle por incomodidades económicas es detestable. Mil seiscientos dólares bien podrían haber servido para alimentar a un hogar durante dos meses y medio. Y si es cierto lo que dice Jorge Glás, que «este tipo de reuniones ya se han hecho antes en Manabí, Azuay y en Pichincha», se podía haber alimentado a esa familia por, al menos, diez meses.
“a algunos les molesta que el presidente tenga contacto con los tuiteros, con la ciudadanía (…) Bienvenidos una y mil veces al palacio de Carondelet, que es de ustedes”, dijo a un grupo de tuiteros que estaban en el enlace ciudadano, en Naranjal. Y cedió la palabra a dos jóvenes “guerreros digitales”, Viviana Guevara y Manuel Espinosa.
Guevara anunció: “a nombre de todos los tuiteros no vamos a dar marcha atrás, estamos más firmes que nunca”. Y comentó que “es un orgullo haber sido invitada por nuestro querido presidente Rafael Correa”, porque en los gobiernos de la partidocracia “no éramos tomados en cuenta”, pero “ahora es distinto, los mandatarios nos invitan a comer platos típicos con ellos”.
La tuitera también lamentó que haya “gente enferma de alma, que nos han dicho de todo, nos han insultado, nos han ofendido y nos han dicho que somos asalariados; eso no es cierto, lo hacemos por convicción por amor nuestra patria”. “Nos han dicho que somos trolles, máquinas, pero ahora se dieron cuenta que somos de carne y hueso”, advirtió.
El vicepresidente Glas agregó que “ellos (la oposición) sí son (trolles), sí tienen esas máquinas, vean la hora a la que empiezan a insultar al Presidente”. Y pidió a los jóvenes tuiteros, otra vez, “mándense un tuitazo, a ver si somos tendencia los #TuiterosConRafael”.