reseña
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Reseña de Star Wars: The Rise of Skywalker
Aluciné cuando vi el trailer de The Force Awakens en el otoño de 2017. Desde ese día repetí constantemente «This Christmas» (como se anunciaba el estreno en los cines de Scotiabank en Vancouver) con la emoción de quién no ha visto un estreno de Star Wars en la pantalla grande. Me transformé en fan después de haber visto tardíamente las seis películas en DVD; primero las precuelas y luego la trilogía original. Y «This Christmas» es la frase que me repetía constantemente antes de ir a ver la última entrega de la saga.
Mis papás me dijeron que nos compré algo lindo por navidad, ya que la distancia no les permite enviarnos regalos, así que usé mi tarjeta de crédito adicional para comprar entradas a The Rise of Skywalker, función de las 12:30, sala 3. Planeamos todo con antelación y fuimos juntos al cine por segunda vez en el año (la primera fue a ver Endgame). Andrea amó las dos últimas entregas y yo no podía más que alegrarme por ella mientras disfrutaba de la última entrega de la saga producida por Disney. Para mí, esa fue una de las pocas cosas satisfactorias de haber ido a ver esta película.
¿Por qué no disfruté The Rise of Skywalker? Ni siquiera tuve que salir de la sala de cine para hacerme esa pregunta, me la hacía detrás de mis lentes 3D: la película nunca llegó a engancharme. Algo no estaba bien. Fuera de la línea argumental forzada, esta no se sentía como una película de Star Wars. Ahora que ha pasado un poco de tiempo, creo que puedo explicar fácilmante por qué.
La primera película de las precuelas inicia con una relación maestro-aprendiz entre Qui-Gon Jinn y Obi-Wan Kenobi. Una relación donde se discute la importancia del equilibrio en la fuerza para la vida y el combate, donde la introspección juega un papel esencial en caerle a sablazos al enemigo, pero también para vislumbrar la realidad ausente. Estos personajes están profundamente arraigados en las tradiciones del misticismo oriental, las artes marciales y una concepción del universo en términos del bien y del mal. Los jedi no son solo combatientes, son guardianes espirituales de una sabiduría que se cristaliza en sus actos. Son los traductores de un idioma universal que es inaccesible a la mayoría de la gente. Y aprender ese idioma requería infinita paciencia y un guía que te llevaba hasta tu rincón más oscuro, donde te transformabas de padawan en caballero Jedi. The Rise of Skywalker no tiene ningún personaje que esté intimamente conectado con esa fuerza, que se muestre paciente en los momentos más terribles del combate y sepa, sin duda alguna, que el inevitable desenlace tiene un significado trascendental. En esta película, ese papel lo debió haber tomado Leia. Pero en sus interacciones con Ray hace falta ese conocimiento del otro que tiene el maestro sobre su discípulo: Qui-Gon sobre Obi-Wan, Obi-Wan Kenobi sobre Anakin, Yoda sobre Obi-Wan, Yoda sobre Mace Windu. En cierta manera, Leia se veía tan perdida como Ray cuando ella no lograba conectarse con los fantasmas Jedi y eso fue el final de cualquier misticismo que pudo haber tenido la película. El otro momento definitivo donde esto debió haber sucedido fue cuando el fantasma de Luke se le aparece a Ray (un fantasma que puede tocar objetos, por cierto). Pero en lugar de un Luke apacible y sereno, vemos a uno que habla sobre sus propios errores porque el personaje trata de recuperar la esencia esperanzadira que le arrebató The Last Jedi.
La segunda razón por la que no sentí que esta fuera una película de Star Wars fue la falta de técnica en el combate, por estúpido que esto pueda sonar. Mi encuentro con las precuelas se dio al tiempo que estudiaba Aikido y algo de Kendo. Algo hermoso de Star Wars era su compromiso con el manejo de la espada a la usanza japonesa. Es por eso que los combates frecuentemente mostraban el incio de una batalla con ambas espadas sobre la cabeza y el pie derecho adelante. Eso es Kendo. The Rise of Skywalker nos muestra a Kylo y Ray sosteniendo la empuñadura al revés, con movimientos forzados que jamás podrán llegar a ser coreográficos debido a la falta de técnica. La cereza en el pastel es tratar de detener un sablazo con la fuerza mientras sostienes tu espada en la otra mano.
Luego estaban los saltos consecutivos al hiperespacio. Se sentían falsos porque las naves aparecían dentro de la atmósfera plantaria, lo cual es estúpido porque no dan la impresión de un salto en el espacio sino de una edición pobre y línea argumental vacía. Creo que el recurso hubiese sido aceptable si se usaba en circunstancias asombrosas para lograr algo significativo, pero ¿únicamente para perder naves enemigas? ¿Para eso van a tenerse a gente que ha sido fan de una fantasía por más de cuarenta años rascándose la cabeza?
Finalmente, hay cosas en la película que me estresan como adulto. Creo que de niño me hubiera fascinado ver tantas naves malas emergiendo del planeta Sith, pero como adulto me asombra la pereza de no poder crear una mejor línea argumental. La Primera Orden ya es un ejército entero y los rebeldes que quedaron eran solo un par de docenas, ¿qué cambio puede generar la destrucción de un segundo ejército enemigo? ¿Qué pasó con el primero? Igual de insatisfactoria es la llegada de miles de naves que combaten con los destructores. Disney no tuvo la paciencia de desarrollar a los personajes de refuerza. Además, nos quita la satisfacción de la sorpresa porque avisa que esto va a suceder veinte minutos antes. ¿No hubiera sido mejor ver llegar a Lando Calrissian y sus amigos sin saber que eso iba a suceder?
Podría seguir con críticas —nuevas habilidades curativas, la Ray mala, las escenas disculpa, las voces incorpóreas, la absorción de poderes, la batalla final de Wonder Woman—, pero ni siquiera hace falta. No hace falta porque esta película no se siente una película de Star Wars. Y como es una película nueva, pueden hacer con ella lo que quieran. Y es exactamente lo que sucedió.
Dentro de toda esta maraña, hay unas tres cosas que se salvan. Por ejemplo, la transformación de Kylo Ren a Ben. La actuación de Adam Driver es excelente y realmente puedes ver a otro personaje emergiendo en las últimas escenas. Segundo, la única escena que valió la pena: Ray expulsando rayos del lado oscuro de la fuerza. Y Finn sintiendo la fuerza, ojalá y eso hubiése valido la pena.
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Reseña de «Laika» (Nick Abadzis)
«Laika» es una novela gráfica publicada en 2007. Narra parcialmente la historia de Kudryavka, el primer ser vivo que visitó el espacio exterior. El autor, Nick Abadzis, es un artista del cómic británico que tiene unas cuantas obras listadas en Wikipedia. Su estilo es bastante simplón y no hay imágenes particularmente seductoras en «Laika».
Sinopsis
La historia tiene cuatro o cinco personajes humanos. El primero es una niña que se enamora de la cachorrita pero no puede criarla. La perrita termina en manos de un vecino sin corazón que la encierra y, finalmente, abandona. Laika se vuelve una perrita callejera, una de las más audaces. Tras sufrir maltrato y abandono, un agente municipal obsesivo la persigue y asesina a su mejor amiga perra. Evidentemente, esta ficción nos conecta emocionalmente con la perrita.
En paralelo a la historia de Laika, se desarrolla el drama de Sergey Korolyov, el ingeniero en jefe responsable del lanzamiento de los satélites Sputnik. Korolyov fue enviado a un gulag en Siberia en 1938: permaneció encerrado durante seis años. Los archivos históricos destacan que tuvo que realizar trabajos forzados en una mina de oro. Su liberación es el inicio de una historia de redención que termina con el perdón oficial, días antes del lanzamiento del primer animal al espacio. El cómic atrapa momentos extremos en la vida de Sergey pero desaprovecha su historia. Abadzis lo muestra como un esclavo de su destino.
Es precisamente por órdenes de Korolyov que reclutan a Laika. Llega, junto con muchos otros perros, a alguna instalación militar donde la someten a varias pruebas de resistencia. Su cuidadora, Yelena Dubrovsky, aparece en estos meses. Es una de las pocas mujeres en la instalación. Su sensibilidad nos acerca al caracter juguetón y apacible de Kudryavka y muestra el conflicto central de la novela: el maltrato animal. Pese a los esfuerzos realizados por todo el equipo técnico, Laika muere en menos de cinco horas. El fracaso se debe a los plazos cortos exigidos por la propaganda política. Su sacrificio aporta poco o nada a la ciencia.
Conclusión
La novela queda debiendo en la parte gráfica: no se juega mucho con planos ni paneles. La historia se amontona en doscientas páginas y es fácil fatigarse. El manejo del color tiene un estilo bastante viejo aunque aporta bastante cuando nos acerca al espacio.
El principal aporte de «Laika» son las relaciones humanas sinceras que se desarrollan a su alrededor. El esfuerzo de Yelena por ser evaluada en función de sus capacidades y no de su género. Los momentos efímeros de romance (incluso seducción) que nunca se concretan. El dolor anticipado por la pérdida. Hacer hablar a la perrita me pareció un poco extremo pero comprensible porque la historia trata sobre darle voz. Un hilo conductor totalmente arriesgado que termina siendo exitoso en la medida de lo posible.