Insomnio

Son las 2:44 am. He perdido la cuenta de las veces que he vuelto a despertar. La chaqueta —acá le dicen «juti»— está empapada en un sudor que mi memoria no se explica. Hace años, me pasaba algo similar y llevé a mi casa a Samy, una gatita que, además de darme compañía, reducía el estrés. 

Mi gata se perdió hace cinco meses y yo me mudé hace tres. En la residencia no permiten animales que no estén en bipedestación. Toda la jodida noche, el vapor sopla por las tuberías y no deja la paz. Los músculos de la espalda están tensos al punto de doblegar la postura a una incómoda posición pseudo fetal. La cabeza late fuerte cada vez que despierto.

Son las 2:50 am y en pocas horas va a amanecer en mi país. Quizá de allá me escriba alguien. Ojalá y saberlos despiertos me ayude a dormir. 

Indefenso, abrumado, pequeño

Hace unos días Julian Assange estuvo respondiendo preguntas en Internet y quiero compartirles mi favorita. Pueden leer todas las respuestas en español aquí.

¿Qué consejo le darías al ciudadano ordinario sobre cómo puede tener impacto? Muchos de nosotros nos sentimos indefensos, abrumados y pequeños. Estamos pidiendo a gritos un cambio, pero ¿qué pasos podemos dar?

Cuando somos conscientes del mundo y la escala de su inhumanidad y estupidez nos sentimos pequeños. Es muy difícil “pensar globalmente” y “actuar localmente”, porque al pensar globalmente nos sentimos abrumados con la escala de los problemas a resolver. Sin embargo, el Internet permite a muchas personas actuar de manera global en un modo que no podían hacerlo antes. WikiLeaks es un producto de esta tensión. Al liberar materiales en muchas partes del mundo, damos poder a los demás para pensar y actuar.

¿Qué puede hacer la gente común? Apoyar y promover proyectos que están actuando a gran escala. WikiLeaks es mi concresión de esta tensión, pero hay una inundación de muchos otros empezando. El choque entre la diversidad y la uniformidad global que ha sido creada tras conectar al mundo a sí mismo está en juego en estos momentos. Ustedes son las tropas.

Tres profesiones que aprendí a respetar

Cuando decidí mi especialización en el colegio no tenía para nada claro cómo funcionaba el mundo. De las tres opciones disponibles, tenía impresiones bastante generales y simplistas. Ser físico matemático era encerrarse en una oficina, ser químico biólogo era encerrarse en un laboratorio o ser médico (nada más lejos de mis intereses) y luego estaban las ciencias filosófico-sociales. Nunca me interesó aprender sobre las profesiones que le correspondían, para mí ser sociales era salir al mundo y trabajar por la gente. Tuvo que pasar un tiempo para enterarme que eramos vistos como vagos, como la especialización de descarte por no ser bueno en matemáticas ni en química.

Mi caso era un poco especial, yo era el chico que salía primero en las pruebas de físico en cuarto curso con notas de 9,6. En alguna ocasión también representé al colegio en un concurso de matemática y quedé cuarto. Fui el único de mi clase al que le gustaba la economía y, de hecho, parecía una profesión natural para mí de no ser porque simplemente la aborrecía.

Al graduarme del colegio me di cuenta de lo abstraído que estaba. Para mí el aprendizaje, y no la ocupación, fue siempre lo esencial. No tenía idea de que carrera universitaria tomar. El impacto que tuvo en mi vida la historia de la Filosofía fue tan grande que para mí era más importante descubrir las grandes preguntas por sobre tener un título. Pero más allá de eso, habían ciertas profesiones que me resultaban prohibitivas, sucias, intrascendentes.

Periodismo

Años atrás, pensaba que estudiar periodismo era casi igual a estudiar publicidad. Con la mayoría de medios en manos de grupos de interés, periodistas que le dedicaban una tarde a sus artículos (según yo) y temas poco trascendentes ¿qué había de interesante en estudiar comunicación?

Hoy pienso de una forma totalmente distinta, y creo que Internet también ha jugado un rol muy importante en esto. La distribución del poder comunicativo ha dado espacio a formas alternativas de periodismo, y me ha hecho entender el papel imprescindible que juegan estos personajes en las denuncias al abuso de poder. Haber trabajado con una periodista me permitió seguir paso a paso su trabajo, ver como cazaba su historia, contrastar las fuentes, armar una narrativa, generar quiebres en la línea oficial de información, despertar la curiosidad y el interés de otras personas ¡matar la apatía!

Otros, como Assange, han ayudado a terminar guerras, detener matanzas, cuestionar torturas. Esta gente salva vidas y en un mundo donde hay un uso ilegítimo y sistemático de la fuerza en contra de grupos vulnerables, denunciarlo es un acto de verdadero altruismo, especialmente para aquellos que escogen la condena de ser espiados, criminalizados y perseguidos.

Derecho

Uno de mis periodistas favoritas es Glenn Greenwald, ese man no estudió comunicación sino derecho. Cuando publicó las filtraciones de Snowden de repente ya no era periodista (a pesar de que publicaba desde hace mucho en The Guardian y otros medios importantes), y muchos medios, influidos directamente por la política de Estados Unidos, trataron de descalificarlo como blogger. Este no es sólo un asunto de prestigio, es una cuestión legal. El momento en que remueven tu condición de periodista, a ojos de los Estados eres alguien muy distinto. No tienes las mismas protecciones legales que están ahí para defender la libertad de expresión (y eso es algo que me ha llevado a cuestionar profundamente nuestra ley de comunicación propuesta). Los abogados representan una segunda fuerza de ataque y defensa frente a los abusos de corporaciones y Estados.

Mi desprecio por el mundo legal provenía directamente de percibirlo como algo absolutamente artificial, no puede haber nada más inventado que las leyes. Y aunque esto es verdad, si uno observa su evolución podemos darnos cuenta de que es precisamente aquí donde se evidencia la evolución del pensamiento humano. Hoy hablar de los derechos de la naturaleza es algo casi radical, pero en su momento lo propio sucedió con los derechos humanos. Y no es una hipérbole, si te metías de lleno a defenderlos te mataban, aunque fueras presidente. Pero han sido precisamente abogados como Sarah Harrison quienes han logrado mantener algunos de los derechos fundamentales en situaciones realmente adversas.

Política

No hubo poder humano que me convenciera de que hubiera algo bueno en política, jamás. De hecho me molestaba que mencionaran a Aristóteles diciendo que la polis somos todos, me parecía una salida fácil, taparse los ojos ante todo lo que pasaba en el mundo. Y aunque hoy mismo afirmo categóricamente que todos los gobiernos son corruptos y que todo el sistema socioeconómico es totalmente religioso, enfermizo y asesino, hay gente que hace la diferencia. Que no duerme para crear escudos que no afecten a la gente, que construye argumentos y presiona con hechos para que otras personas tengan una vida mejor.

Y lo que es mucho más admirable, es que con todos los intereses escondidos, adicciones al poder, desconfianza continua, hay gente que no se rinde. Créanlo o no, es mucho más fácil trabajar dentro de grupos de la sociedad civil, donde de una u otra manera hay un apoyo continuo, una misma causa, la solidaridad en la derrota que dentro de un ambiente que es casi naturalmente hostil y deprimente.

Evidentemente no hablo del profesional promedio cuando pienso en cualquiera de estas profesiones, fueron periodistas los que buscaron desprestigiar a Greenwald, los que irresponsablemente llamaron violador a Assange, y son abogados quienes buscan ponerlos tras las rejas con la esperanza de amedrentar a todos aquellos que están dispuestos a exponer la verdad. Son los políticos precisamente quienes crean los problemas que otros de su clase tratan de resolver. Pero me alegra darme cuenta que seres humanos de carne y hueso se han ganado mi admiración y me han ayudado a dejar de ver el mundo a blanco y negro. Finalmente he aprendido no sólo a respetar a estos profesionales sino a considerarlos imprescindibles en la construcción del futuro con que todavía — con un porcentaje de probabilidad muy pequeño — todavía sueño.

Inadaptados, eternos.

 

Ciclistas, peatones y «autistas» – el caos de la movilidad en Quito

Hace bastante tiempo que ando con ganas de escribir sobre mi experiencia personal de la movilidad en Quito y después de ver que me estaba volviendo monotemático en mis publicaciones me animé a explorar los problemas cotidianos que enfrentamos los que nos movemos en la capital de este país inventado en 1830.

Para constancia de los lectores tengo una licencia tipo B y manejé por un buen tiempo durante todos los días. Desde noviembre del año pasado, en cambio, retomé el hábito de andar en bicicleta y mucho de eso gracias al programa BiciQ, que presta bicicletas entres estaciones sin pagar nada. Me preguntan bastante seguido qué se necesita para hacer parte del programa así que aprovechemos el espacio:

  • Copia de cédula y papeleta
  • Saber datos de contacto de algún familiar y un vecino (incluso la dirección) para ir a llenar el formulario
  • Una factura del lugar en donde vives
  • Ir a una de las oficinas con todo lo anterior en horas de oficina. Si no puedes, tienes la alternativa de enviar a alguien en tu lugar con una foto tamaño carnet.

Como iba diciendo, ya van casi 6 meses que ando de arriba para abajo con mi bici y ahora que me compré una bici a medida (hay un par de talleres en Quito que las fabrican así) me siento mucho más cómodo que antes.

Lo primero con que uno se encuentra cuando empieza a andas en dos llantas es que no hay por donde ir. Si tomas la calle, vives en un pánico constante porque no puedes ver a los carros que vienen por detrás (lo que me recuerda que debería comprar un espejo para mi casco) y hay algunos que ignoran esa protección legal invisible y totalmente inútil de metro y medio que nos «protege». En este caso uno puede:

  1. Ir bien pegado a la vereda propiciando que los conductores te quieran rebasar para llegar más rápido al próximo semáforo rojo; o
  2. Ponerse en la mitad del carril en donde todo el mundo te empieza a pitar porque parece que desperdicias espacio

La otra opción es tragarse la culpa e ir en contravía para poder ver pues cuando un «autista» transgrede ese campo de fuerza del metro y medio, o anda distraído en el celular, peleando con el copiloto, etc.

La tercera opción (que no aplica para cuestas empinadas) es practicar la subida y bajada de gradas en las aceras. Esquivar los obstáculos llamados peatones y aguantar las justas p*teadas de la gente. Esto es abusivo, las veredas están hechas para caminar. De hecho, inicialmente las vías tenían el mismo objetivo. Pero no me culpen, como saben los políticos viven de votos y fueron ellos los que movieron algunas ciclovías a las veredas.

Y claro, aquí se queja el otro Andrés, que es el que va a pie. Cuando yo veo dos carriles pintados en las veredas, pienso que esos carriles son para mí. Sé que es el carril para bicis pero mi cerebro baja la guardia y se queda en ese espacio, eso sin mencionar que a veces (como por ejemplo cerca de FLACSO) ¡no hay donde más ir! Más de una vez me ha sorprendido el pito de la BiciQ caminando distraído. Y lo mejor que uno puede hacer es… Pues no sé, a veces es quedarse quieto, a veces moverte de carril. Es peligroso. Como es peligroso andar en bicicleta por la calle con los automóviles.

¡Ya ven porque no queremos que nos muevan las ciclovías!
(ni que las obstucalicen)

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Lo que te pierdes en Facebook: CIA vs. WIKILEAKS

El día de ayer la CIA lanza su primer tuit:

«No podemos confirmar o negar que este sea nuestro primer tuit»

Al momento de esta publicación ya van 219.084 retuits y 126.025 favoritos. Hay cientos de respuestas:

«Es falsa, no hay manera de que la CIA sólo siga a 25 peronas» dice

«¿Quién sigue a quién?» escribe otro usuario.

Unos más explícitos:

https://twitter.com/dankoifman/status/475133118132015104

Luego de algunos minutos la CIA agradece tan amable acogida:

«Gracias por la bienvenida Twitter! Esperamos poder compartir gran contenido #desclasificado con ustedes»

A lo que wikileaks responde

«CIA: Esperamos poder compartir un montón de información clasificada sobre ustedes«

 

Wikileaks ciertamente es una de las organizaciones más poderosas de la sociedad civil. Se enfrenta a monstruos.