Cómo entrenar a tu ̶d̶r̶a̶g̶ó̶n̶ bebé (para que duerma toda la noche)

Cuando las parejas se embarazan, todas las personas quieren darles su opinión sobre qué se debe y no hacer antes y después del parto, por qué el nombre que escogiste es bueno o malo, si debes o no comprar un perro. Sin embargo, todos están de acuerdo en que una vez que nazca tu bebé, no podrás volver a dormir en un muy largo tiempo. “Duerme ahora que puedes”. Mi mamá me cuenta que yo me despertaba durante la noche hasta mis dos años.

Algunos científicos señalan que el primer año de insomnio podría estar asociado a la insatisfacción que experimentan los padres primerizos. Para los padres de un recién nacido, es fundamental considerar las necesidades del otro para mantener la estabilidad entre pareja. No dormir hace que las personas estén de mal genio y no sean capaces de ponerse en los zapatos del otro. En las madres, la presencia de insomnio se ha asociado al aparecimiento de síntomas de depresión, irritabilidad e incluso despersonalización. Las mamás, además de estar tristes, ya no se alegran cuando les suceden cosas positivas.[1]

A pesar de que hay muchas consecuencias negativas por no poder dormir, la gente usualmente asume que no hay mucho que hacer al respecto. Hay bebés que duermen, pero hay otros que simplemente no van a querer dormir, porque son “muy activos” o “comelones”. Además, es importante que durante los primeros meses de vida, el bebé se alimente todo lo que pueda. Hace un par de décadas se mencionaba que había que alimentar a los recién nacidos cada 2 horas y, si era necesario, había que despertarlos.

Sin embargo, hoy se ha demostrado que los bebés adaptan sus períodos de lactancia a sus periodos de sueño. Es decir que si un bebé duerme mucho, es bastante probable que al despertar lacte mucho. Conscientes de esto, y de los problemas que acarrea la falta de sueño en los padres, investigadores de la división de desarrollo humano y estudios familiares de la Universidad de Illinois desarrollaron una metodología para entrenar a los bebés durante los primeros meses de vida.[2] El programa comparó dos grupos. Las madres del grupo al que llamaré “dormilón” recibió una serie de instrucciones para ayudar a que el bebé empiece a crear hábitos de sueño desde una edad temprana. Otro grupo de madres, del equipo “insomnio”, no recibió instrucción alguna. A las 4 semanas, el 38% de los lactantes en el grupo “dormilón” no se despertaba en toda la noche, en comparación con el 7% de los lactantes del grupo “insomnio”. A las 8 semanas, todos los bebés cuyos padres recibieron instrucciones dormían toda la noche, en comparación con el 23% en el grupo “insomnio”.

Además de la cantidad de sueño, el estudio midió la cantidad de leche que tomaron los bebés, confirmando una vez más que aquellos que dormían más, tomaban un “desayuno” más grande. La cantidad de leche diaria que consumían los bebés fue igual entre dormilones e insómnicos. Finalmente, los padres del grupo “dormilón” además percibieron a sus bebés como más predecibles.

A continuación, les presento las instrucciones que recibieron los padres:

El siguiente programa está diseñado para enfatizar las diferencias entre el día y la noche e introducir un enfoque más estructurado para el cuidado de la bebé, no para ser rígido o antipático:

  1. Durante el día, alimenta a la bebé cada vez que te lo pida y pasa tanto tiempo con ella como sea posible en interacciones sociales agradables. Trata de bañar a la bebé a aproximadamente la misma hora cada día.
  2. Cada noche, anima a tu bebé a tomar el seno entre las 10 PM y la media noche. Tómate tu tiempo con esta alimentación.
  3. Si la bebé todavía está despierta después de alimentarla y cambiarla, trata de no cargarla o arrullarla para que se duerma. Pon a la bebé en la cuna mientras está despierta y déjala estar quieta. Los niveles de luz deben ser bajos, pero no necesariamente oscuros.
  4. Si tu bebé no se queda quieta, revisa lo siguiente:
    1. Revisa su pañal – ¿necesitas cambiarlo?
    2. Sácale los gases
    3. ¿Está la bebé muy fría o muy abrigada? – añade o remueve prendas de vestir o cobijas, según sea el caso.
    4. Dale palmaditas y habla suavemente con tu bebé. De ser necesario, levántala y acurrúcala.
      Dele a cada acción la oportunidad de trabajar antes de intentar otra cosa (al menos 10 min).
  5. Trata de distinguir entre cuando la bebé llora y cuando está inquieta para reducir el número de veces que recoges a la bebé por la noche. Los bebés frecuentemente realizan pequeños sollozos antes de dormir pero no siempre necesitan ser atendidos.
  6. Cuando tu bebé se despierte por la noche para alimentarse, trata de mantener las luces bajas. Responde a las necesidades físicas inmediatas de tu bebé, cámbiale el pañal, alimentala, y ponla a dormir otra vez. Si la bebé no se queda quieta, entonces trabaja con las sugerencias previas. Evita jugar, socializar.
  7. Si la bebé se despierta antes de las 3  ó 4 horas por la noche, no siempre será necesario pasar por el ritual del cambio de pañales a menos que la necesidad sea obvia.
  8. Haga que la noche sea lo menos interesante posible para su bebé. Mantenga la mínima interacción y estimulación ¡La noche es para dormir!
  9. Si todo va bien, a partir de las tres semanas puedes empezar a alargar el tiempo entre las alimentaciones nocturnas. Esto NO significa dejar a su bebé llorar desatendido durante largos períodos de tiempo. El objetivo es retrasar la alimentación cuando el bebé se despierta por la noche, para disociar la vigilia de la alimentación. Por ejemplo, cambia el pañal, recolócala para dormir en la cuna, dale palmaditas, transpórtala, etc., para retrasar la alimentación.

Esto tendrá que hacerse gradualmente, tal vez solo 5 ó 10 minutos de retraso al principio. Después de una semana o dos, la brecha entre los alimentos debe ser notablemente más larga y su bebé comenzará a dormir por períodos más largos durante la noche.

Este programa no reduciría la cantidad de bebés alimentados durante 24 horas o que afectaría el aumento de peso. Puede que notes un aumento en la cantidad de leche que toma el bebé en la mañana o durante el día.

 

Referencias

[1] Meijer, A. M., & van den Wittenboer, G. L. H. (2007). Contribution of infants’ sleep and crying to marital relationship of first-time parent couples in the 1st year after childbirth. Journal of Family Psychology, 21(1), 49-57. http://dx.doi.org/10.1037/0893-3200.21.1.49

[2] Pinilla, T., & Birch, L. L. (1993). Help Me Make It Through the Night: Behavirol Entrainment Breast-Fed Infants’ Sleep Patterns. Pediatrics, 91(2), 436-444.

Reseña: Déjalo ensuciarse – El rol de la microbiota en la salud

“Déjalo ensuciarse” es la traducción al español de “Let them eat dirt”, un libro escrito por Brett Finlay y Marie-Claire Arrieta. Ambos autores son investigadores reconocidos en el campo de la microbiología y trabajaron juntos en la el lugar donde obtuve mi maestría, la Universidad de Columbia Británica (UBC por sus siglas en inglés). Intrigado por la probabilidad, le pregunto a Kelsey si conoce a alguno de los autores. Kelsey Huus estudia la microbiota y es residente de Green College, el lugar donde viví.

— Hola Kelsey ¿conoces a esta gente?

portada de déjalo ensuciarse

— LOL, Brett es mi supervisor. Claire hice un pos-doctorado en mi laboratorio, ahora tiene el suyo propio (aparentemente en la Universidad de Calgary). Claire además hizo algunos estudios en Ecuador, no sé si eso esté en el libro.

Y así llegó un baño de realidad. Estoy casi seguro que Kelsey invitó a su supervisor a alguna de las cenas de Green College, y es posible que yo mismo me haya topado con Brett Finlay. Por otro lado, Claire Arrieta no sólo que estuvo en Ecuador, sino que descubrió la asociación entre la presencia de levaduras de Pichia y el asma. Es la primera vez que se estableció la relación entre hongos y asma. Adicionalmente, el estudio buscó identificar si los niños que tenían acceso a agua limpia tenían mayor o menor riesgo de asma, ¿quieren adivinar?

“Aquellos que tenían acceso a agua buena y limpia tenían tasas de asma mucho más altas y creemos que es porque se les privó de los microbios beneficiosos”, dijo Finlay. “Fue una sorpresa porque tendemos a pensar que la limpieza es buena, pero nos damos cuenta de que realmente necesitamos algo de suciedad en el mundo que te ayude a protegerte”.

La premisa central del libro es que los seres humanos evolucionamos en conjunto con las bacterias que nos habitan. Hemos formado una especie de simbiosis y las bacterias que habitan nuestros intestinos desde una edad muy temprana están involucrados en la evolución de nuestro sistema inmune. La presencia de cuatro bacterias específicas, por ejemplo, ayuda a la prevención del asma en niños y detectar la presencia o ausencia de ciertos metabolitos bacterianos en orina humana, puede predecir el riesgo de asma en bebés que apenas tienen pocos meses. Esto es increíblemente útil si se considera que los primeros síntomas de asma aparecen alrededor de los cinco años.

Nacer por cesárea, por ejemplo, evita que los niños se expongan a las bacterias que viven en el conducto vaginal. Se ha observado que los niños que nacen en cesáreas planificadas tienen una microbiota (un conjunto de bacterias) distinta a la de los niños que nacen por parto normal. Estos niños además tienen mayor riesgo de desarrollar asma, de sufrir sobrepeso, diabetes, colon irritable, entre otras cosas. Extrañamente, esta correlación no se da en cesáreas de emergencia, y la explicación puede estar en que estas se dan usualmente después de que se han roto las membranas que aislan al bebé de la vagina de la madre.

“Déjalos ensuciarse” describe la importancia de estar expuesto a la suciedad que nos rodea desde el embarazo hasta que somos adultos, y algunas posibles maneras en que podemos corregir las consecuencias de una excesiva higiene, el incremento en uso de antibióticos y nuestro aislamiento del mundo bacteriano. Uno tiene que leer pacientemente los argumentos que te hacen pensar en que tomar fluidos de la vagina de la madre y ponerlos en la boca del bebé en una cesárea es algo lógico, o que incluso te hagan considerar el trasplante de heces de un paciente a otro para tratar cierto tipo de autismo.

A pesar de que los autores son científicos, el libro está escrito en un lenguaje extremadamente accesible. Hay una traducción al español y el texto es fascinante de cabo a rabo.

Once

Extraer sus prendas del bulto de ropa sin planchar le alegraba el día a Joaquín. Su madre, Cleotilda, no era para nada severa. Una travesura de estas no sólo le sacaría una sonrisa sino que además la transformaría en vocera de los encantos de su hijo. Joaquín asomaría derrapando por el piso de la cocina, en medias color miel y adoptaría la posición del goleador estrella que espera el tiro penal. Corrió con los pantalones en la mano y se lanzó a la cama. Dio vuelta al primer rebote y empezó a entubarse en unos pantalones de tela que usaba para las ceremonias de la escuela.

Eran las once cuando Cleotilda puso las cebollas en la olla de la sopa. Tras secarse un poco de los aromas calientes que ahora exudaba, trató de devolver el moco-lágrima a la parte alta de la nariz. Eran cebollas paiteñas, no perlas, lo que explicaba el lagrimeo algo excesivo.  A los tres minutos, vio como su niño ensuciaba sus medias limpias en esa baldosa llena de excremento de recetas con una sonrisa que le daba a entender travesura. Verlo a Joaquín con su pantalón lleno de arrugas le pareció tan tierno. Lo reprendió como uno reprende a su cachorro favorito. Le dijo lo lindo que estaba, trató de alisar la tela pasándole la mano encima un par de veces y le dio un beso.

Ilustración por Andrea Proaño Muñoz bajo licencia CC-BY-NC-ND

Reglas

Ser niño es inventarse reglas.

Reglas para jugar, reglas que duran un día, reglas que evolucionan por la necesidad de mantener a flote un mundo efímero creado casi siempre para compartir.

Ser adulto es caer en uno de esos juegos y no dejarlo morir.

¿La adolescencia? Un momento incómodo para el resto.