El día de hoy mientras navegaba por el perfil de uno de mis «amigos» me encuentro con una imagen que podría poner a pensar a muchas personas:
Frente a lo cual uno de mis amigos más cercanos me pregunta mi opinión y me gustaría compartir algunos de estos puntos para que podamos comentar, conversar y aprender.
Mi respuesta:
Mi opinión es que no sé suficiente al respecto. Considerando varios puntos pienso que obviamente esto nace del antropocentrismo, de que somos ‘más importantes’ que las otras especies… Y al menos esa es la opinión de la mayoría. Y para empezar quiero decir que esa no será mi orientación en ninguna forma, sin embargo pienso sí que el ser humano es un ser mucho más complejo mentalmente y que vive el proceso de salud y enfermedad de forma muy distinta a los animales.
Contextualizamos mucho más, la enfermedad es para nosotros un estigma social, un animal puede vivir con una enfermedad y no darse cuenta de su anormalidad durante toda su vida. Otros sí pero en una medida muy diferente a la humana, en este caso parece sensato realizar experimentos en animales dado que otorgarían un beneficio al ser humano sin implicar un sufrimiento importante al animal.
Hay otro tipo de enfermedades que resultan muy dolorosas y donde el sufrimiento animal no es nada contextual ¿Podemos eliminar las vías que conducen el dolor en esos animales? ¿Podemos eliminar el procesamiento de esa información? No lo sé pero parecería un camino sensato si de todas maneras esta investigación va a continuar.
En una perspectiva más amplia, esto debería tratarse de una forma holística, la salud humana es importante, pero lo sería mucho más en la medida que aporte a la salud de la biósfera como un todo y de nuestra familia animal y vegetal.
Debemos abordar la experimentación animal no desde un punto de vista utilitario simplemente, sino también desde un punto de vista de sostenibilidad, de no violencia y de método científico.
¿Y sí todos hubiésemos sido mejores amigos? Bueno decir que todos seamos mejores amigos es bastante difícil, la gente cambia, tiene distintos intereses, los caminos que seguimos no son siempre los mismos… Separarse de un gran amigo es algo trágico pero también hay algo de hermoso en ello, incluso después de años uno mantiene cierta comprensión y una relación coherente con lo que podría virtualmente ser un desconocido.
Y un amigo no siempre es un ser humano ideal, muchas veces nos avergüenza, hace cosas ilógicas, tiene mucho que podría mejorar pero… lo conocemos, sabemos lo que ha sufrido, su situación en casa y terminamos por aceptar a fuerza de comprender. Como vemos la principal razón de que no veamos cierto comportamiento como algo que agrede es básicamente nuestra capacidad de ‘conectarnos’ con algo.
Pero ¿Cómo conectarse con esa gente que sin razón alguna entra a una tienda y empieza a disparar a otras personas? ¿Cómo entender a esos criminales que golpean hasta la inconsciencia a una mujer para abusar de ella? ¿Cómo entender a la gente que quita la vida? ¿Odias a los suicidas?
Si profundizamos este tema nos damos cuenta que no es cuestión de portarnos moralistas, entender las raíces de la violencia tiene una trascendencia enorme, es un problema de salud pública. El entender la violencia seguramente nos ayudará si no a eliminarla, al menos a disminuirla. Imagina ahora poder salir tranquilamente de tu casa por la madrugada a encontrarte con un amigo en una esquina solitaria de la ciudad… y no tener miedo ¿No vale la pena tratar?
Ser violento no es, como muchas personas piensan, una decisión racional. Es el fruto del abandono social y, específicamente, de no tener iguales a tu alrededor, relaciones simétricas donde podamos extender nuestra vida, sentirnos parte de algo más grande, protegidos -si se quiere- dentro del organismo social.
James Gilligan, quien en los últimos años nos ha brindado perspectivas hermosas y acertadas, describe en su libro «Violencia, reflexiones sobre una epidemia nacional» la fuerte influencia que puede ejercer la culpa al generar violencia, la humillación es quizás el mecanismo causal de la gran mayoría de actos que terminan por simplemente separar y herir a la familia humana. En un sentido más profundo es precisamente este sentimiento de desconexión el que nos permite tratar a otra persona como algo ajeno.
Desde el otro lado del Atlántico, Picket y Wilkinson llegan a la misma conclusión pero de una manera distinta, han realizado toda una investigación sobre las consecuencias de la desigualidad en la sociedad, y en el momento que abordan el tema de la violencia, concluyen:
Existe prácticamente un consenso en la academia en lo que respecta a la conexión entre la desigualdad y los crímenes violentos. De hecho, lo que parecería una leve reducción en la desigualdad de ingresos puede llevar a caídas tremendas en las cifras de crímenes violentos, estos hallazgos tienen implicaciones poderosas. La incertidumbre que rodea a los mecanismos de transmisión de este fenómeno son una razón adicional para apuntar directamente a la desigualdad económica.
Por definición mientras más clases sociales existan, menos relaciones simétricas tendrá una persona. La inclusión social es quizá, la clave para terminar con la violencia (es por ello que los menores incides de reincidencia se presentan en aquellos reos que se han profesionalizado en la prisión y han conseguido luego de ello calzar adecuadamente en su entorno), pero solo podemos verdaderamente hablar de inclusión cuando las barreras para participar en ella disminuyen, cuando el acceso a educación es mayor, cuando no se necesitan 20 años de estudio -en promedio- para poder vivir decentemente y si no podemos lograr que dentro de este sistema socioeconómico la gente tenga igualdad de condiciones (porque todos seríamos pobres), entonces sencillamente debemos reorganizarnos para crear un sistema diferente.
Tenemos que buscar y expresar mecanismos que generen igualdad. La expansión del internet genera igualdad, el open source crea igualdad. La profunda comprensión de que vivimos en simbiosis unos con otros es fundamental para crecer. La tecnología es un mecanismo liberador de recursos y si queremos paz en este mundo, terminaremos abrazándola en pos de la no violencia.
Muchas personas tienen ideas grandiosas, estupendas, creativas, catárticas, etc. Y sin embargo no saben expresarlas, o peor aún, saben pero tienen miedo e incluso llegan a superar el miedo pero al no estar totalmente satisfechos simplemente no lo publican. Esto es válido para cualquier formato/mensaje/creación.
Por ello he decidido desmitificar el proceso de creación artística con un ejemplo personal.
Queriendo entender mejor el proceso de no violencia, y bueno, la verdad queriendo entender mejor ciertos procesos históricos, personas, y luchas personales, leí un libro, como cualquier otro: «Un Testamento de Esperanza» de Martin Luther King Jr. escribí algo al respecto con el afán de enseñarlo a alguien más, leía un nuevo párrafo y tachaba algo que ya estaba escrito. Seguía y volvía a poner lo borrado, etc.
Queriendo encontrar otro punto de vista, frases impactantes, nuevas maneras de decir lo mismo, pero mejor… decidí mirar una vez más la película biográfica de Mohandas Gandhi, tras lo cual redacté lo que a mi entender podría ser una sinopsis de la No Violencia y posteriormente lo presenté como preguión al equipo de Zeit Studios. Bueno yo puedo decir equipo pero la cuestión es que lo presentas a alguien más y ya, esa persona te corrige, te ayuda, te critica. A mí me dijeron algo simple: uno nunca está completamente satisfecho con su trabajo, así que déjalo así.
Yo quería hacer un video, porque esa es la manera más sensible de tocar al público y la más fácil de universalizar, si se toma en cuenta herramientas como youtube, las licencias libres y las plataformas para añadir subtítulos libres como esta del ejemplo. Pero no sabía hacer videos, y ahora que sé tampoco cuento con las herramientas adecuadas.
Bueno fue así que una experimentada cineasta inglesa, Taunia Roberts, corrigió el texto y debido a un mal entendido hizo uno totalmente nuevo que para ser sinceros no fue de mi completo agrado, pero le añadió un toque más sencillo a la visión de «No Violencia». Un híbrido de ambos escritos conformó lo que finalmente fue la narración en «The Zeitgeist Movement: Passive Resistance».
Taunia se enojó conmigo, pero al final colaboramos en el trabajo, ella más que yo, imprimió su voz al texto y teníamos una narración en formato mp3, el cual no parecía realmente algo impactante a mi parecer, Luis Ferreras con más experiencia que yo, dijo que esa narración era excelente, que fue un muy buen trabajo y añadió la música e imágenes de fondo, junto con algunos efectos que hasta ahora no sé sin son fáciles o difíciles de lograr. Esta hermosa obra que fue inicialmente publicada en su canal y replicado por varios youtubers, incluyéndome, finalmente tras un proceso de socialización fue también publicado en el canal oficial del Movimiento Zeitgeist en youtube, en su versión original en inglés.
Un amigo me ayudó a hacer la traducción al español, otro nos prestó el estudio y la ecualización. En fin, una obra es como un rompecabezas, uno no ve el final pero si no se empiezan a poner las piezas jamás se lo termina. Con ustedes…