Línea de sombra: El Quito de los abuelos

Quito fue indígena. Siete de cada diez abuelos (hablando del quiteño promedio) tienen estirpe de piel oscura, estatura baja y cabello lacio oscuro. Así lo comentaba el guía de ladrillos de Quito en la primera caminata a la que asistí. Nos hacemos una idea de cómo fueron los barrios gracias a fotografías en blanco y negro donde las calles de tierra, la arquitectura neo-colonial y carrozas están, efectivamente, acompañados de rostros indígenas.

Mi abuela paterna falleció antes de mi alumbramiento, no la conocí. Mis otros abuelos tenían efectivamente facciones indias. Mi abuela Carlota trabajó en el mercado de San Francisco, logrando que sus alrededores se conviertan en motivo de nostalgia para los Ron Salas.

Quito, para mí, también tiene alma indígena. Mi vida pos-moderna se pone en pausa cuando me cruzo con uno de ellos (tengo ese defecto de observar el rostro de la gente con poca vergüenza). Traigo esto a colección porque el libro del Efrén: 46 páginas en blanco y negro con fotografías del centro. El único Quito al que le queda alma, dice. Ciertamente «La línea de sombra» nos la muestra.

RemiCCs: El primer concurso de Creative Commons en Ecuador

“Los grandes artistas copian,
los genios ̶r̶o̶b̶a̶n̶ crean a partir del licenciamiento abierto”.
P̶a̶b̶l̶o̶ ̶P̶i̶c̶a̶s̶s̶o̶
Creative Commons

 

El día de ayer, Creative Commons Ecuador lanzó su concurso de escritura y artes visuales «RemiCCs», edición 2018. Un experimento de cultura libre para transformar una obra original en docenas de obras derivadas. Su sitio web menciona: «Queremos que copies, adaptes, mezcles, transformes, perviertas, ilustres, cambies. En otras palabras, que crees libremente.»

Todo esto es posible gracias a las licencias Creative Commons. El cuento “Nunca toques las galletas” del escritor ecuatoriano Ney Yépez Cortés, es una obra libre que usa una licencia CC-BY 4.0 Internacional. En otras palabras, mientras cites el autor y esta licencia, puedes darle cualquier uso a su obra. Cualquiera. El que se te ocurra.

¿Cómo?

La  lógica del concurso es muy sencilla (aquí las bases para que estés al tanto de todos los detalles):

1. Lee el cuento

La obra de Ney será la base para nuestro concurso. Deberás producir una obra que se derive o inspire en ella. Lee el cuento”Nunca toques las galletas” y piensa en todas las cosas que podrías hacer con ello (precuelas, secuelas, spin-offs, finales alternativos, adaptaciones, arreglos u otras modificaciones).

2. Escoge tu categoría

Existen dos categorías:

  • Escritura
  • Artes visuales

Cada participante puede enviar una sola obra por categoría. Sin embargo, puedes participar en ambas categorías.

3. Elige un pseudónimo

Nuestro concurso tiene un proceso de doble ciego. Los participantes no saben quiénes conforman el jurado y los jueces tampoco deben saber quién envía cada obra.

4. Crea tu obra

Recuerda cumplir con todos los requerimientos de formato que se indican en las bases del concurso.

5. Escoge una licencia Creative Commons para tu obra

Creative Commons quiere que realmente pienses qué licencia es la que más te conviene y también le interesa aprender sobre las necesidades de artistas y creadores. En el formulario de envío, tendrás recursos adecuados que te permitirán escoger la mejor licencia.

6. Envía tu obra

Si ya tienes todo listo, puedes enviar tu obra a través del siguiente formulario:

https://goo.gl/forms/yVDFAa0hgdM0HHic2

¿Cuánto?

Los premios son los siguientes:

Primer lugar: $150
Segundo lugar: $50
Tercer lugar: $25

¿Cuándo?

  • Envíos de obra: hasta la media noche del 30 de septiembre de 2018;
  • Publicación del nombren de integrantes del jurado:  1 de octubre 2018;
  • Anuncio de finalistas: 11 de octubre de 2018;
  • Premiación: 18 de octubre de 2018.

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El despido

Era miércoles cuando recibí una llamada del departamento de recursos humanos. Me querían ver de forma urgente y no pensaban soltar un ápice sobre el tema de la reunión. Ocupado con tres clases de dos horas en un mismo día, les dije que no.

—Hoy no puede ser.
—Entonces mañana… a primera hora

Aunque estuve al día siguiente, la directora no me pudo atender. Le llamó el rector. Pasé más de una hora esperando y me fui. Me fui en un gesto opuesto al «no nos llame, nosotros le llamaremos». Me fui con ingenuidad, pensando que, tal vez, se trataba de algo en lo que les podía ser útil.

En ese entonces rondaba por la universidad una carta escrita por empleados descontentos donde se hablaba de promesas rotas, despidos injustificados y decisiones arbitrarias. «Todo puede ser fácilmente refutado», me había dicho el rector días antes, en una de esas charlas casi informales que manteníamos por Whatsapp. Podría tratarse de eso y tal vez algún pedido se había canalizado a través del departamento de talento humano.

En la tarde volvieron a llamar; me solicitaron cordialmente que baje y les respondí con una diplomacia prístina. El casual «ya vuelvo» me acompañó al cerrar la puerta de la oficina. Bajé las gradas, tanteé las llaves, encendí el auto rojo de mi padre y bajé las quince cuadras que separan el campus occidental del edificio patrimonial. Mostré el carnet de docente no titular y me asignaron un puesto… Fue entonces cuando me di cuenta que, inconscientemente, lo había procesado: «No vas a pelear con la persona que te despida», me dije. Inhalé (pero no profundamente sino más a modo de tartamudeo) y bajé del auto. Caminé hasta encontrar asiento.

Hay escenas icónicas que se bastan en silencio: Una hoja siendo arrastrada en un escritorio que se detiene para alinearse entre dos sillas opuestas. La firma al pie. En escenas como estas, el intercambio de palabras adorna la sentencia.

—Creo que usted sabe por qué está aquí.
—La verdad no tengo idea porque estoy aquí.
—¿Usted no tuvo una pelea con su decano?

No realmente, tuvimos un intercambio (también por Whatsapp) hace cosa de seis meses. La última vez que lo vi firmó un documento donde apoyaba un proyecto de investigación multicéntrico llamado Global Surg. Como investigador principal, requería de apoyo institucional ante un comité de ética y el ministerio de salud. Esa fue la última vez que lo vi. Ese no pudo ser el incidente. De hecho, una «pelea» sólo podía referirse al día en que le dije por mensaje que no soy su asistente. Carta a García: le falté el respeto porque «jefe es jefe». Mi versión: me faltó el respeto al condicionar mi asistencia a un evento porque quería que le diera haciendo su presentación para un evento. Una pelea con el decano, la única.

La directora de talento humano, me dio un abrazo; me dijo que no sabía que era una persona tan joven (con claro pesar) y que estaba segura que encontraría otro camino. Le agradecí de corazón, a pesar de la tensión entre las costillas. Me aproximé a la puerta y fue entonces cuando Naimin me hizo una pregunta muy personal. Durante nuestra corta reunión ella estuvo atando cabos sobre mi identidad hasta que finalmente descubrió quién era. «Soy la mamá de Gabriela», me dijo. Gabriela, la mejor amiga de Fer, mi antigua novia. Conozco su casa, conversé con sus hijas y ellas le hablaron de mí. «Ya sé quien eres. Eras un excelente estudiante». Me marché con un saco de bendiciones.

Camino a la oficina (tenía que recoger las cosas), gente de la universidad me empezó a preguntar sobre «mi renuncia». Sincero como soy les envié una foto de mi despido y les compartí todas las explicaciones que supieron darme: cero. Recogí mi teclado, los dibujos de mis estudiantes y me largué.

Consecuencias de despenalizar el aborto: evidencia histórica

La aprobación de la legalización del aborto en Argentina ha puesto a la gente a conversar, debatir y pelear en internet. Hace dos años, escribí sobre aquello en lo que realmente se debería enfocar el debate: ¿Debe ir a la cárcel una mujer que aborta? Esto a sabiendas de que la gran mayoría de personas que terminan en la cárcel, son mujeres jóvenes y de bajos recursos.

Frente a esta pregunta, habrá dos posturas. La primera de ellas (apoyada por 7 de cada 10 adultos jóvenes en Argentina) es que la mujer no debe ir a la cárcel; es decir, que el aborto no debería ser penado. Según diario el Clarín, «65% de los consultados confían en que la ley será útil para disminuir las muertes por abortos clandestinos». La otra postura, que mira a la vida desde su concepción como algo sagrado, mantiene que se debe mantener la pena de cárcel para evitar la muerte de bebés (evitemos el tema de la nomenclatura adecuada).

Olvidemos los porcentajes de opinión por un momento y centrémonos en las metas que tienen ambos grupos: reducir la mortalidad materna y reducir el número de abortos. Con esto en mente, revisemos la evidencia histórica sobre el efecto de la despenalización del aborto en ambos desenlaces.

¿Mueren menos madres si el aborto es legal?

El gobierno de Rumanía decidió penalizar el aborto el noviembre de 1965 ¿Cuál fue el resultado? Las mujeres que abortaban empezaron a morir mucho más, la tasa de muertes maternas relacionadas al aborto por cada 100,000 habitantes pasó de 15 a 140 en cuestión de años. Si bien la mortalidad materna por otras causas descendió, las muertes por aborto se incrementaron de tal manera que el total de mortalidad materna también incrementó.

Tasas de mortalidad materna en Rumania tras la criminalización del aborto

Tasas de mortalidad materna en Rumania tras la criminalización del aborto

Rumanía pasó a ser el país con mayor mortalidad materna de la región y por un margen muy elevado. En 1989, tras la revolución rumana, se firma una ley para despenalizar el aborto y, como podemos observar en el gráfico, la mortalidad materna descendió bruscamente como resultado. Este no es un resultado aislado, Sudáfrica despenalizó el aborto en 1994. El número de muertes se redujo de 420 a 40 por año.

¿Mueren menos bebés si el aborto es legal?

Legal vs. ilegal entre países en un mismo período de tiempo

Se puede abordar esta pregunta desde diferentes perspectivas. Una de ellas sería comparar las tasas de aborto en países donde es legal realizarlo con las tasas de los países donde es ilegal. Los datos en este tipo de análisis no son definitivos. Europa occidental, donde el aborto es legal, tiene tasas muy bajas (12 por cada 1000 mujeres en edad reproductiva) comparado con Sudamérica (32) o África (28-36).

Mapa sobre legalidad del aborto

Mapa sobre legalidad del aborto

Sin embargo, los países de Europa oriental son una excepción a esta lógica y presentan la tasa de abortos más alta en el mundo (43). ¿Es esta una excepción que confirma la regla? Quizá. Muchos de estos países aprobaron el aborto legal en la segunda mitad del siglo XX. En la gran mayoría de casos, no disponían de métodos anticonceptivos como lo hacemos nosotros. Esto quiere decir que no existía un punto medio entre el embarazo y el aborto. Esta hipótesis se apoya parcialmente en que las tasas de terminación del embarazo (que eran extremadamente altas) se redujeron a la mitad tras la introducción de métodos anticonceptivos en los sistemas de salud. Para salir de dudas, los científicos realizaron un análisis estadístico para determinar si la legalización era, como parece, disminuye el número de abortos. Su conclusión fue que «las leyes de aborto restrictivas no están asociadas con tasas de aborto más bajas». Otro estudio de la base de datos de abortos no seguros de la Organización Mundial de la Salud obtuvo resultados similares: «Las restricciones legales sobre el aborto seguro no reducen la incidencia del aborto. La probabilidad de que una mujer se practique un aborto es casi igual, ya sea que viva en una región donde el aborto esté disponible o donde esté altamente restringido».

Efecto de la legalización en las tasas nacionales

Otra manera de responder si legalizar el aborto aumenta el número de mujeres que abortan es observar el efecto de su despenalización a través del tiempo en un solo país. Lo que sucede es lo siguiente:

Los países que despenalizan el aborto sufren un incremento inicial en el número de casos reportados, esto sucedió en España, Francia e Italia (donde el efecto duró cerca de tres años); y más drásticamente en Turquía. Pero ese incremento es temporal y tiende a caer con el tiempo a niveles inferiores a aquellos previos a la despenalización del aborto.

Número de abortos en Turquía (despenalización hasta la semana 10 aprobada en 1983)

No existe certeza de por qué, pero es bastante probable que aumente el número de casos reportados mas no el número de casos. Si cometes un delito, no vas corriendo a contarle a todo el mundo, por mucho que necesites ayuda. Pero si de repente puedes obtenerla en lugar de de ir a la cárcel, hablas de tu caso. En Portugal, donde la ley de aborto se volvió ampliamente liberal en 2007, el número de abortos bajó de 18,000 en 2008 a 17,414 en 2013. En este país, 72% de las mujeres que solicitan un aborto lo hacen por primera vez y sólo 1.7% lo han hecho más de una vez durante un año (cifras de 2013).

¿Por qué hacer legal el aborto reduce el número de abortos? Según los investigadores Iqbal Shah y Anibal Faúndes, cuando el aborto es un delito y se lleva a cabo clandestinamente, los médicos que realizan abortos están principalmente motivados por el dinero y, en consecuencia, no están interesados en reducir la repetición del aborto. Al contrario, cuando el aborto es legal y accesible dentro del sistema de salud, existe una motivación para evitar la repetición del aborto y los médicos aconsejan a sus pacientes al respecto, mejoran la provisión de métodos anticonceptivos, y esto ocasiona que menos pacientes vuelvan a repetir el aborto.

Como el aborto repetido constituye al menos 40% o más de todos los abortos inducidos —recalcan los investigadores— su reducción puede explicar al menos parcialmente una caída en la tasa total de aborto.

Conclusión

Los datos muestran que la legalización del aborto produce una reducción de el número de abortos a largo plazo y en el número de muertes asociadas al aborto. Mueren menos mujeres, mueren menos bebés.