Publicaciones en inglés: Fair Use, Zero-days & Net Neutrality

Por circunstancias de la vida, me toca practicar el inglés. A veces es complejo traducir entre idiomas, es decir que muchas de las cosas que escribo en inglés se van a quedar en ese idioma a menos que una alma caritativa eche una mano. Pero, por si acaso, les dejo algunas de las cosas que he escrito en estas últimas semanas. La primera publicación es acerca de una acertada decisión que tomara la Asamblea Nacional sobre autorizar la ruptura de candados digitales cuando se trate de ejercer usos justos en internet, eso lo escribí acá, y Cory Doctorow lo reseño en Boing Boing y la noticia fue posteriormente expandida en TechDirt.

Luego, mucho de mi tiempo se fue en investigar el mercado de zero-days, que son errores escondidos en los programas de software que usamos día a día y que permiten a terceras personas infiltrarse en nuestras computadoras. Cuando nadie sabe de estas vulnerabilidades, se dice que tienen «cero días». Después de mucho pensar dónde publicar mi investigación, decidí ponerlo todo —salvo algunas tablas de precios que ya veré cómo incluyo después— en Wikipedia, donde pueden leer «Market for zero-day exploits«. Para mi sorpresa había mucha literatura disponible en línea pero, tristemente, algunas de las fuentes más importantes se encuentran bajo paywalls (o sea hay que pagar para poder leer). Pero bueno, en Wikipedia lo puede leer todo mundo e hice lo posible para citar adecuadamente mis fuentes y que quien quiera pueda profundizar en el tema.

Finalmente, acabo de publicar en Medium acerca de la última estocada a la neutralidad de la red en Ecuador, algo sobre lo que sí pueden leer en español en un post de Apertura Radical.

Identidad

Mi familia es mi homeostasis, la razón por la que puedo soportar los golpes de la vida. Ellos me permiten sanar después del abuso social al que me expongo por querer cambiar las cosas como son. En septiembre de 2015, con los fondos de una beca me mudé a Canadá para estudiar cualquier cosa que me permitiera salir de mi país. Con eso vino el abandono social.

Aunque es deprimente y doloroso, es bueno tocar fondo. Allí, los pros de mis posibles utopías palidecen a lado de no tener una mano que tocar. Más grave aún, mis sueños ahora me parecen impresentables por carecer de una característica vital: la apropiación colectiva. ¿Estoy esforzándome por un ideal al que nadie adhiere o por un futuro por el que todos los seres humanos están dispuestos a realizar sacrificios? La primera opción parece más procedente.

¿Qué va a suceder cuando sea viejo, cuando ya no me acompañen mis padres? No lo sabía, pero definitivamente quiero tener una familia, aunque sea de amigos. Personas en las que me puedan abandonar, tras un desahucio, tras una herida que no sana. A esa familia, o a la que viene con la progenie, se le dedica tiempo y esfuerzo. Así se gastan juventud y ahorros, así uno se vuelve parte.

Tal vez era su apoyo, y no sólo mi convicción, lo que permitía el avance de mis sueños. Aún pensando diferente, son incondicionales. A ellos me les debo, como el feligrés se debe a dios, por hacer posible la vida. Porque son mi identidad.

Cierro los ojos:

“No hay lugar como el hogar, no hay lugar como el hogar, no hay lugar como el hogar”.


Dudé un poco antes de publicar el texto, pero creo que esta aclaración bastará. Sí, esto es lo que siento y no creo que esconderlo sea saludable, pero tampoco es un caso de grave depresión, es algo temporal pero que expresa perfectamente un momento en el tiempo que marca mi identidad. Y quiero que esté aquí, como testimonio, como recordatorio, como cicatriz (que sana).

Otro leak de la SENAIN (y otro intento de censura)

Captura del tuit original, clic para agrandar

En julio de 2015, tras publicar un gajo de información sobre Hacking Team y sus actividades en Ecuador, un troll infame difundió por twitter una captura de pantalla falsa donde me acusaba de ser agente de la SENAIN. Como para darle veracidad al asunto, colocó mi nombre completo, mi correo electrónico, el número de mi celular y el teléfono de la casa de mis padres. Un amigo me envió al teléfono la captura de pantalla: «Por favor dime que no eres vos».

Y no era. Le pedí la fuente y llegué al tuit original, le pedí al troll que demostrara la página exacta de dónde había encontrado el supuesto correo, pero no hizo falta porque exactamente siete minutos después, Felipe Mogro encontró el correo que utilizaron para fabricar esta argucia en mi contra. Sin querer escarbar profundo en las motivaciones que tuvo esta gente, lo cierto es que no actuar hubiera sido estúpido de mi parte.

Traigo esto a colación porque el día de hoy en el Chaos Communication Congress, Bethany Horne y Pedro Noel dieron una charla titulada: «Ecuador, cómo un gobierno autoritario engaña al mundo entero», el video (en inglés) está más abajo por si lo quieren ven. En un par de diapositivas, Pedro Noel —editor del sitio web Ecuador Transparente— muestra una reclamación por derecho de autor realizada por Ares Rights a nombre de la Secretaría Nacional de Inteligencia (SENAIN).

El reclamo lo realizan sobre los documentos publicados por Ecuador Transparente que demostrarían un espionaje sistemático a políticos y activistas, diciendo que no se pueden publicar porque son textos secretos y esto es prohibido y castigado por nuestro código legal. Dicho sea de paso, cierto es, pero con dos aclaraciones. La primera, Ecuador Transparente tiene de ecuatoriano sólo el nombre y no se ciñe a nuestras leyes. La segunda, que es una vergüenza que el país que muchos consideran campeón en la libertad de expresión, no tenga leyes que protejan a los soplones que denuncian delitos con documentos clasificados como secretos.

Para los que trabajamos en la cuestión de derechos humanos en Internet, esto ya es cacho viejo. Ares Rights es una empresa que saca plata censurando como puede (osea aduciendo infracciones al copyright). Le han cachado reclamando a nombre de Fernando Alvarado, de la SECOM, y de Ecuador TV. En abril de 2014, el exgerente del famoso canal 7 dijo que si Ares Rights estaba haciendo uso de su nombre y se escudaba en la confidencialidad con su cliente para no revelar más información, ellos —como era lógico— reunirían a sus abogados e iniciarían una acción legal. Ecuador TV nunca hizo nada y ahora resulta que la SENAIN aparece involucrada con Ares Rights.

Acá hay tres opciones, (1) que en años pasados alguien absolutamente maquiavélico le haya pagado a Ares Rights para que censure cosas que molestan al gobierno —y así pensemos que esta empresa española trabaja a su lado— para luego hacerle quedar mal queriendo censurar filtraciones que hasta ahora no se han confirmado como verdaderas. O (2) que, de hecho, la SENAIN está usando los servicios de Ares Rights. La tercera, que según mi apreciación es la correcta, es que hay un comedido que dice «da viendo si puedes hacer algo» en todos los casos donde está inmiscuido el gobierno de Alianza País. Podremos saber a ciencia cierta cuando alguien —ojalá el gobierno— demande a Ares Rights en España, para que uno pueda ver los contratos y las facturas o si es que a Ares Rights le pasa lo que a Hacking Team.

Lo cierto es que podemos extraer unas pocas conclusiones de estos hechos:

  1. Ares Rights en el pasado ha censurado a nombre del gobierno ecuatoriano, y el gobierno está consciente de este hecho.
  2. Ares Rights sigue censurando a nombre de instituciones del gobierno, por ende, el gobierno censura sea por acción o por omisión (por no demandar a esa empresa para que deje de reclamar a su nombre).
  3. Si es que hay una vinculación con Ares Rights, y la reclamación a nombre de la SENAIN es legítima, esos documentos son verdaderos y —llamen a los abogados— podría tratarse de un caso de peculado.
  4. Todo estaría mejor si, como sugirió en su charla Bethany Horne, hubieran más mecanismos de control y transparencia para nuestra querida Secretaría Nacional de Seguridad.

PS: En la charla, Ecuador Transparente presentó un nuevo leak sobre la SENAIN y en las preguntas y respuestas, Jacob Appelbaum soltó unas cuantas perlas de su visita a Ecuador en noviembre de 2013:

  • Relató que la SENAIN quiso «ponerlo en problemas» y que fue defendido por el vicepresidente. Le llamó la atención que la clase política era casi incapaz de «defender a sus propios invitados».
  • Dijo haber mantenido una conversación con la exministra de defensa María Fernanda Espinosa, donde ella le confesó que hay muy malos elementos en el gobierno, especialmente en la SENAIN, que quieren matar a personas como ella misma o Rafael Correa.
  • Afirmó que la SENAIN le solicitó construir un sistema de vigilancia masivo a nivel nacional y, específicamente buscaban eludir la revisión judicial porque querían espiar a jueces y a la clase política. Finalmente afirmó que el presidente conocía de este último hecho (pues él se lo dijo personalmente).

Mira estas alucinantes imágenes del concurso europeo de fotografía científica 2015

El pasado noviembre se realizó el concurso de fotografía científica en Europa, y tuvo lugar en Wikipedia de tal manera que cualquier persona pudiera tener acceso a algunos de los mejores y más brillantes momentos de la escena científica europea en 2015. Llegaron más de 8,000 archivos de cuarenta países distintos. A continuación una selección —realizada por Wikipedia— de algunas de las mejores fotografías:

Домашняя муха.png
Cabeza de una mosca por Dack9 de Rusia, bajo licencia libre CC BY-SA 4.0.

Macrophages undergo mitosis after ingesting a fungal cell.jpg
Macrofago (azul claro) digiriendo un patógeno fúngico Cryptococcus neoformans. Imagen de Carolina Coelho de Portugal, bajo licencia libre CC BY-SA 4.0.

The parallel microscopic Universe IV.jpg
Microbios cultivados en discos Petri por Sofia Vini de Grecia, bajo licencia libre CC BY-SA 4.0.

Ascorbinsäure in polarisiertem Licht 4.jpg
Ácido ascorbico (vitamina C) en luz polarizada por Radix2010 de Alemania bajo licencia libre CC BY-SA 4.0.

Tykadlo.jpg
Antena de mariposa por Pavel kejzlar de Czech Republic, bajo licencia libre CC BY-SA 4.0.

LUT SEM Calcium sulphate crystals 600x.jpg
Cristales de sulfato de calcio cultivado en un plato de cerámica por ToniVakiparta de Finlandia, bajo licencia libre CC BY-SA 4.0.

Spectacular stellar nursery IC 2944.jpg
Guardería estelar IC 2944 visto a través del enorme telescopio del OSE’, bajo licencia libre CC BY-SA 4.0.

Radio telescope RT-70.jpg
Espejo de la antena interior del radio telescopio RT-70 por Володимир Власенко de Ucrania, bajo licencia libre CC BY-SA 4.0.

Freezed_XRD

Equipo de cristlalografía de rayos x tool por Kaspar Kallip de Estonia, bajo licencia libre CC BY-SA 4.0.

Suvi ponor-2.jpg
Explorando la cueva Suvi Ponor por Vkrzalic de Serbia, bajo licencia libre CC BY-SA 4.0.

Esta publicación es una obra derivada de "See these striking photos from the European Science Photo Competition" de Ivo Kruusamägi, registrada bajo licencia CC-BY 3.0

Ruraleando no tan lejos de casa

Algunos toros sí se acuerdan de sus tiempos de ternero, tal era el caso de Rodrigo. Poco antes de finalizar el semestre, juntó a sus alumnos de último año y les contó sobre los inicios de su vida profesional. Los estudiantes tendrían un año de internado hospitalario antes de trabajar solos, pero esta sería, quizá, la última oportunidad de hablarle a todo el grupo. A los pocos días de haberse graduado, en épocas sin Internet, Rodrigo y su socio alquilaron una oficina en el primer piso de un edificio ubicado en el centro-norte de Quito, a pocos metros de donde cruzan las avenidas 10 de Agosto y 18 de Septiembre.

Al consultorio, equipado con material básico, llegaron unos pocos incautos que fueron atendidos con grandes dosis de profesionalismo y rigor. Sonriendo, el ahora diabetólogo detallaba el set de exámenes que enviaba a sus pacientes para —aprovechando el tiempo entre cita y cita— estudiar a profundidad los signos y síntomas de cada uno de sus enfermos. “Así se empieza guambras”. Guambras, es decir guaguas crecidos, o sea jóvenes.

Las piernas estiradas y la cabeza gacha, me acordaba de esta historia mientras esperaba al próximo paciente en mi segunda semana de medicatura rural. ¡Boom! Un fuerte golpe de sonido me devolvió a la realidad. Mi cerebro trataba de averiguar qué podría haber causado un estruendo en la pared trasera cuando, a los pocos segundos, la auxiliar del ministerio irrumpió en el consultorio. “¿Sí oyó, doc?”, preguntó con cuello y brazo extendidos; y la mano agarrando fuertemente la manija. “¿Qué fue eso?”, le respondí con un rostro de confusión tras haber asentido en silencio, un gesto que seguramente heredé de mi padre.

Caminé hacia parte exterior del consultorio y me senté en la sala de espera tratando de encontrar alguna explicación. Ahí me puse a conversar con mis otros compañeros —seguramente el odontólogo, la obstetriz, mi jefa o la enfermera tendrían alguna idea porque, a diferencia de mí, ellos ya llevaban algún tiempo trabajando en Nayón—, en esas estábamos cuando un hombre pequeño, en sus setentas, entró con pasos cortos al centro médico. Su ropa estaba humeando y se había chamuscado la mitad del cabello. El “boom” —dijo el anciano en un español que me recordó a mi infancia— provino de un tanque de gas que había explotado. El consultorio está ubicado a pocos metros de una empinada quebrada y el recién llegado había demorado un poco porque vivía justamente en el accidente geográfico que divide Nayón y Zámbiza.

Nada más verlo, empecé a sumar de nueve en nueve. Uno puede estimar rápidamente la superficie corporal afectada por las quemaduras porque la cabeza, cada brazo y pierna, la barriga, el pecho y sus contrapartes posteriores, todas representan aproximadamente un 9% de la piel expuesta. El 1% restante se atribuye a las partes que cubre el calzón moderno. El tipo de quemadura y el porcentaje de área afectada, determinan la gravedad de un paciente. El “abuelito”, así sería conocido de ahora en adelante, usaba poliéster; un tipo ropa que se adhiere a la piel tras el contacto con las llamas. La escena no pintaba bien. Esperé a que le tomen los signos vitales y, antes de examinarlo, ya andaba diciendo que vamos a tener que llevarlo “al Eugenio”, o sea al hospital de especialidades.

“Ya fuimos a hablar con los policías, doc. Ya están pidiendo permiso para ver si le pueden llevar al señor en la camioneta”, me dijo la auxiliar como si eso fuera normal. Y sí era, las ambulancias son escasas y rara vez llegan al pueblo. Hice cara de no haberme sorprendido y seguí con el examen físico. Llené una hoja explicando lo que sabía hasta el momento y le expliqué al abuelito lo que le iba a pasar. Me traté de enterar un poco de su vida porque, a diferencia de lo que pasa con los que estamos atrapados en los tiempos modernos, internar a un paciente en un sector rural puede generar inconvenientes que hacen que el paciente huya despavorido del consultorio. Muchos ancianos viven con su pareja o enviudan y viven solos. Este, según lo que entendimos, vivía con su hermana y ella había salido de casa en la mañana. No sé si se habrá enterado de la hospitalización de su hermano porque dudo que hayan tenido un teléfono. Seguramente vería la explosión en la casa y preguntaría en el centro de salud qué mismo es que pasó.

La camioneta doble cabina llegó al poco tiempo y yo agarré el puesto del copiloto mientras que el abuelito, y un segundo oficial se sentaron detrás. De cuando en cuando, el paciente se quejaba de que le quemaba la piel y tocaba controlar que no le abran mucho la ventana porque, sin la capa superficial, podía perder mucho calor corporal. Tomamos la autopista oriental y tras un corto viaje, que a mí me parecieron horas, llegamos a mi ex-hospital.

Ahí estaba yo con la autoridad investida por el “Dr.” a la izquierda de mi nombre. Los internos médicos me trataban con un respeto reverencial que solo se aprende en la Universidad Central. No era algo que me haya hecho sentir particularmente cómodo. No es difícil darse cuenta que, hace menos de un mes, era yo el que recibía las transferencias en esa misma sala. Me contemplé en esos apuros con nostalgia e hice lo posible para que los detalles de la condición del abuelito obtengan la atención necesaria. Los pacientes quemados son extremadamente delicados. Tuve que subir al piso de cirugía plástica a buscar al médico de turno para que bajara a examinar a mi paciente en emergencia; para ese entonces la patrulla ya me había abandonado y me quedé un buen rato hasta que todo estuviera terminado. Acabé el día en el mismo sitio donde me había formado como “doc”, caminé a la parada del bus donde se vende ropa con descuento. Vi a la distancia mi transalfa y esperé a que, por dios, se detuviera en la parada. Ya me había quitado el disfraz de médico y tomé un asiento en la ventana derecha. El hospital se despidió de reojo y me quedé pensando en cuán extraño puede ser un día que uno pasa ruraleando.