Espiritualidad

«La oración no es un pedido, es un anhelo del alma.
Es la aceptación de nuestra debilidad. En una oración es mejor tener
un corazón sin palabras, que palabras sin corazón»

– Mahatma Gandhi

Cuando me encontraba en el colegio San Gabriel, una institución emblemática de mi ciudad y conocida por haber protagonizado el milagro de la virgen que lloró, yo era una persona creyente y devota. No me importaba asistir a misa (eso venía por descontado en nuestras actividades) pero sí tener un claro conocimiento de las escrituras y tener una relación cercana con Dios.

Mis padres empezaron a frecuentar un grupo de oración y a menudo pedían mi explicación o consejo respecto a una cosa u otra. Fue además un soporte para todos nosotros pues uno de nuestros familiares más queridos había fallecido recientemente producto de un cáncer de pulmón.  Estas reuniones eran lindas, la gente era amable y uno no podía evitar sentirse acogido y al mismo tiempo asombrado ante los testimonios que daba la gente.

Poco después las clases de Filosofía me brindaron una perspectiva distinta sobre la comprensión del universo, disfruté mucho esas lecciones… Sentí que mi cerebro compartió la evolución del pensamiento humano conforme iba repasando históricamente como los pensadores habían reestructurando la visión que teníamos del mundo. Me vi enfrentado a otras versiones, especialmente de ciertas culturas orientales, de la fábula bíblica; así como a nuevas definiciones de la espiritualidad misma. Hoy en día mantengo cierta empatía con la forma tibetana de budismo y su práctica de compasión activa, no violencia y ecología.

No obstante, esta sensación de que existía algo superior persistía. Con el afán de aprender sobre lo que se vendía como una medicina holística que no daña al cuerpo, decidí explorar ciertas terapias alternativas y, llevado por la malla curricular del instituto donde me tocó, terminé estudiando hasta ufología y «artes» adivinatorias. Se podría decir que entiendo bastante de sanación energética, algo de medicina china y muy bien de astrología. Recalco que, cuando menciono esto, me refiero a que entiendo la «lógica» que presentan dentro de su propio contexto, pero que no por ello las afirmo como valederas. He estado presente en canalizaciones de espíritus, curaciones, limpias… lamentablemente nunca pude ver un endemoniado o un exorcismo.

Siempre tuve un interés en ayudar a otras personas. Habiendo atestiguado y asimilado todo esto aún me sentía incompleto, eso sin mencionar que había cierta presión social porque haga algo decente con mi vida, así pues empecé mi carrera de medicina.

Al comienzo me emocioné muchísimo porque podía explicar cosas que antes no entendía, como la información se transformaba en energía y como un impulso desencadenaba una reacción dentro de la célula, parecía que todo calzaba y lo recalco: parecía. Mientras más me adentraba en los detalles de la fisiología humana, de la física, había cada vez más disonancias entre aquello que «aprendí» y como realmente funcionaban las cosas. Recordé las enseñanzas de mi vida pre universitaria y renació el leve escepticismo que tenía respecto a todo lo que me decían. Siempre dudé, pero a falta de una explicación mejor mi cerebro no tuvo otra opción que aceptar. Ahora tenía argumentos más claros y sencillos a muchos  de los fenómenos que antes me parecieron extraños.

La naturaleza es increíble, si bien ya no era algo sobrenatural, el momento que uno repara en las minuciosidades de nuestro mundo y en el proceso que ha tenido que llevar a cabo para descubrirlas, no puede uno dejar de maravillarse y asombrarse.

«¿Sabe señora porque duele tanto el parto? Es por la evolución. Mire, lo que pasa es que en el momento que empezamos a caminar erguidos, nuestras caderas tuvieron que estrecharse y debido a ello todos los seres humanos nacemos prematuros, nuestro cerebro no termina de desarrollarse hasta los dos años de edad y es debido a este fenómeno que muchos de los estímulos los recibimos antes de que el cerebro sea lo suficientemente maduro, aunque estemos fuera del útero».

La ciencia es sencillamente increíble y hermosa, pero la espiritualidad aún tenía ese algo que me llamaba la atención. En mi imaginación ese otro mundo era una especie de mezcla de pasado, presente y futuro; donde la sabiduría de todos los tiempos convivía, donde se encontraba una armonía perfecta. La gente cuando reza, está en sesiones espiritistas o cosas similares siempre menciona recibir mensajes que clarifican cosas, que parecen provenir de algo que escapaba a su intuición. Durante épocas inestables de mi vida yo fui aconsejado y se habían hecho varias predicciones acerca de mi futuro y de personas cercanas. Muchas de estas no se cumplieron, algunas sí.

Hubo una pausa en mi vida respecto a esta búsqueda espiritual, estaba muy enfocado y ocupado con mis estudios y todo hubiera seguido así sino fuera porque me pasó algo similar a cuando a empecé mi carrera universitaria. En el 2009 tuve la oportunidad de ver uno de los documentales de Peter Joseph explicando esencialmente de dónde viene y hacia donde va el dinero. Jamás en la vida me lo habían explicado, renacieron mis inquietudes de niño, mis ganas de explicar a la gente, mi profundo deseo de acabar con pobreza de la gente, pero no fue hasta que pasaron los minutos y escuché a Jacque Fresco hablar de este término que muchas veces estuvo en mi cabeza que algo hizo clic en mí: Economía Basada en Recursos.

Me quedé atónito frente a su explicación de los problemas sociales y ante la sencillez de las soluciones propuestas. Como en medicina, resultaba que esta explicación era mucho más sencilla. No era el karma de la gente, ni la ley de la atracción, no era culpa de sus pecados sino que las explicaciones para el sufrimiento, la desigualdad humana, la pobreza, la guerra al fin tenían sentido. Aún siento la emoción de encontrar una respuesta a una pregunta que parecía haberse perdido. La ciencia iluminó mi vida una vez más.

De repente los mensajes espirituales ya no eran lo mismo, ya no estaban llenos de sabiduría sino de proyecciones personales, de repente parecía que los seres humanos habían creado algo que tenía más sentido. Hace poco le decía a una amiga que en esa época me pareció que lo mejor que podían hacer esos espíritus (en caso de existir) era encarnar y ayudar en esta transición, en la aplicación del método científico hacia el bienestar social.

Había más respuestas de las que hubiera imaginado. Descubrí gente alrededor de todo el planeta actuando por un mundo mejor. Empecé a conectarme con esa gente en formas que no puedo describir exactamente, a veces simplemente compartiendo esa sensación de asombro, viendo que alguien se atrevió a pensar distinto, quedando impactado por videos de Jason Silva, enamorado de la pasión de Mark Boyle, envidiando la tenacidad de Marcin Jakubowski, emulando la genialidad de Federico Pistono, charlando con Ben McLeish o Seth Lievense. Lo que pasó sencilamente es que después de muchos años, una vez más me sentí parte de un diálogo global, me sentí incluido, comprendido y acogido.

He pasado mucho tiempo tratando de entender que significa exactamente la espiritualidad, varias personas han demandado que en cierta forma, no debería olvidarla y lo que concluí después de pensar mucho en ello es que aquello que denominamos espiritualidad se compone de dos cosas:

  1. El asombro, la capacidad de quedar impactado por algo, de estar atónito frente a aquello que vivimos.
  2. La necesidad de pertenencia, de sentirse incluido dentro de algo más grande, de estar en armonía con aquello más elevado.

Descubrí entonces que esa espiritualidad jamás se perdió en mí, solo mutó…

Mi capacidad de asombro se alineó con las explicaciones de las 4.000 generaciones que me precedieron y que crearon ese hermoso conjunto de conocimientos que denominamos ciencia, de entender porque los seres humanos sentimos esa necesidad de ayudarnos, de como podemos cultivar la felicidad, dañar menos al ambiente, proveer energía limpia, entender la dinámica del espacio, explorar otros planetas, arreglar esos fallos que el universo dejó en nosotros a modo de enfermedades congénitas, de concentrar más energía en un micro procesador que en todo el sol.

La tecnología es un mecanismo liberador de recursos y como tal puedo explícitamente aportar a mejorar la vida de otras personas y al fin siento que pertenezco a un grupo de gente que no me conoce, que tal vez no habla mi idioma, pero que día a día se esfuerza por conectar, crear, maximizar beneficios, disminuir impacto. Al parecer nos encontramos de camino a algo que sí merece el nombre de civilización. La gente está empezando a conversar de ello cada día más. Siento que esto es contagioso y no puedo dejar de sentir alegría por todo esto que está pasando y quiero/necesito de cualquier manera que sea posible SER PARTE de ese cambio que quiero ver en el mundo.

De repente entiendo a los muertos también, me hablan a través de sus libros, sus palabras resuenan en mis sueños, siento que me conecto con el porvenir y lo predigo porque como dice Peter Diamandis la mejor forma de predecir el futuro es crearlo. Y toda esa espiritualidad termina con un nuevo significado donde vivo el aquí y el ahora. Donde no solo tengo una relación emocional con mi planeta, sino que lo entiendo, donde otros seres humanos son mi familia y donde TÚ eres parte del plan.

El futuro está aún por escribirse, espero hayas traído tu lápiz.

Artificial

«Primero construimos las herramientas, luego ellas nos construyen»
– Marshall McLuhan

Durante sus fases primitivas los sistemas solares están conformados por cientos de cuerpos estelares que tienen trayectorias caóticas, al menos a primera vista. Podríamos compararlos con una gran nube de polvo que poco a poco se va condensando en asteroides, planetas, estrellas. En un inicio hay mucho calor en estos cuerpos pero paulatinamente se van enfriando. Los núcleos de los planetas siguen activos pero en la corteza podemos observar un poco más de estabilidad.

Los cuerpos más grandes absorberán, por gravedad, a las ‘rocas’ más pequeñas y todas se ordenarán siguiendo las fuerzas que dominan al universo, y lo digo literalmente. Han cambiado tan poco desde entonces que basándonos en ellas hemos podido enviar droides que exploran a Marte, sondas que escasamente sobreviven a las altas temperaturas de Venus y otras que han ido más allá de los anillos de Saturno.

Algunos de estos planetas forman atmósferas, lo cual es muy importante puesto que permiten conservar componentes que en la Tierra han resultado requisito para la aparición de vida. Esto se da en un lapso que comparado con la vida humana es bastante largo; el solo hecho de que hayamos comprendido esta dinámica resulta asombrosa. No resulta irracional pensar que la Tierra vista hace mucho tiempo haya sido uno de esos áridos planetas de los cuales hoy pensamos jamás albergarán vida. Parece que intencionadamente los planetas evolucionan para crearla, pero ¿Es esa realmente la situación?

La mayoría de órbitas planetarias es inestable, menos del 3% del polvo cósmico forma estrellas, la mayoría de lugares del universo matan la vida instantáneamente (sea por calor, frío o radiación). Formar un solo organismo pluricelular tomó 3,500 millones de años pero aún así 90% de las especies que jamás hayan existido ahora se encuentran extintas debido a causas 100% naturales.

No obstante parecemos no entender la neutralidad del universo y nos gusta pretender que todo lo natural es bueno para el hombre, que somos los privilegiados del cosmos (otros dirían de la creación) y que sencillamente lo natural es bueno. De hecho tenemos centros naturistas para la gente que tiene miedo a todo lo que no lo sea, estos remedios que aseguran curar todo y no dejar efectos secundarios. Terapias alternativas que usan las fuerzas ‘autosanadoras’ del cuerpo y la energía del universo para curar -siendo que las fuerzas del universo han sido lo suficientemente ineficientes como para causar cantidad de defectos al nacimiento. ¿Qué tan real es esta paradoja de lo natural vs. lo artificial?

Es sabido de antemano que nosotros usamos medicina herbolaria desde tiempos pretéritos. Gracias a los avances de la ciencia hoy sabemos que esa medicina es bastante caprichosa cuando ingresa al cuerpo humano, unos la absorben mejor que otros, las infusiones son más o menos concentradas y las hierbas al tener tantas sustancias terminan ayudándonos en algunas cosas al mismo tiempo que nos perjudican en otras. Tras siglos de estudio fuimos capaces de aislar las sustancias químicas dentro de las plantas y averiguar la cantidad exacta necesaria para conseguir efectos terapéuticos y el límite al cual empiezan a provocarnos daño. Hemos ayudado a estos componentes a protegerse del pH del estómago para que lleguen a nuestro intestino y sean absorbidas, en algunos casos, ayudamos a que permanezcan más tiempo retrasando su eliminación por la orina.

Como si eso no bastase, cada día somos más exactos al señalar en que porcentaje una medicina sana, y comparamos entre todos los compuestos para ver cual produce menos problemas, requiere menos tomas o incluso que hábitos debemos aprender para evitar tomar estos compuestos. No existe nada de artificial en esto, de hecho hemos aprendido a ser más exactos al momento de lidiar con las amenazas de la vida, en cierta forma se parece bastante a lanzar una sonda espacial. Sin conocer y aprovechar de las leyes de la naturaleza, nos sería imposible utilizar estos compuestos que la gente denomina como artificiales.

Cuando un dispositivo invade nuestro cuerpo nos causa extrañeza, ahora mismo se trabajan en incluir en el mercado estas bombas que detectan el nivel de glucosa en la sangre y automáticamente liberan insulina para regular los disbalances que tienen los pacientes diabéticos. Si lográsemos ver de cerca como funciona una célula nos daríamos cuenta que se parece mucho a los dispositivos robóticos a los que tanto tememos. Una proteína cargando un neurotransmisor en el cerebro, otra contrayéndose para que tu ojo se mueva y siga estas letras no es más que una micro-máquina dentro de ti.

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No existe tal cosa como lo artificial, es solo cuando somos capaces de integrar cierta dinámica a nuestra rutina que algo nos parece natural, el desconocimiento de como funciona una central atómica (el sol), de como funciona un aislante en la transmisión de electricidad (como sucede en nuestras neuronas) es lo que produce esa sensación incómoda de que la tecnología es algo que escapa a las leyes del cosmos.

Los seres humanos hemos sido capaces de entender las leyes naturales y reorganizar la materia para formar máquinas que se adaptan a la existencia, es decir que funcionan. Si por un momento imaginamos al sistema solar del tamaño de una pelota de fútbol y observamos como diminutos objetos salen y circunvalan a la Tierra, jamás pensaríamos que es algo artificial, pero ¿Cuál es tu opinión de un satélite espacial? Mientras más nos aproximamos a la complejidad, más gris se torna esa frontera entre lo natural y lo ‘artificial‘. Parece que ha llegado el tiempo de deshacernos de ese concepto para abrazar a la tecnología como parte de la naturaleza y ponerla al servicio de la evolución del organismo humano y de la biósfera entera, creando sostenibilidad, eliminando la violencia.

Una nuevo consciencia está emergiendo, que ve a la Tierra como un  organismo único y entiende que un organismo en guerra consigo mismo, está condenado. Somos un planeta.

¿Qué es el Movimiento Zeitgeist?

Si te interesa ayudar, pues la respuesta es que TÚ eres el Movimiento Zeitgeist. Si te sentiste identificado con la propuesta que se presenta en nuestros materiales y te encantaría ver que ese cambio pase, esa es nuestra mejor respuesta.

Muy a menudo mucha gente se acerca al movimiento con la esperanza de encontrar a todo un andamiaje puesto en marcha para lograr este cambio; esto es parcialmente cierto. Si bien nuestro interés principal es el construir un Modelo Económico Basado en Recursos, somos personas iguales a ti las que estamos detrás de la organización, con ocupaciones y ‘vidas reales’ que atender, dependemos mucho de la entrega individual para hacer que este proyecto siga adelante.

Estamos apenas formándonos, recuerda que queremos que toda la humanidad sea parte de este hermoso proyecto humano. Si tuviera que usar una metáfora, diría que nos parecemos a ese óvulo recién fecundado, una nueva célula que se multiplica para dar vida a algo totalmente nuevo, somos apenas unas pocas células y debemos multiplicarnos. A nivel celular se comparte información mediante compuestos como el ADN en complicados procesos. Nosotros debemos -si se quiere- cumplir, al menos por ahora, la misma función: transferir información.

¿Cómo empezar?

Escucha. Muchas veces hemos dicho que para cambiar este mundo bastaría estar de acuerdo bajo un enfoque científico que nos permita brindar abundancia a los seres humanos y convivir con el resto de especies en un planeta sano… la empatía es clave en este proceso, el poder entender al otro, entender cómo piensa, cómo siente. Escuchar es esencial en este proceso, te dará la experiencia necesaria para saber cómo comunicar este concepto a otras personas.

Pregunta a otros sobre su apreciación de la tecnología, sobre cómo esta genera desempleo, averigua si tienen curiosidad sobre el origen del dinero, que piensan de la igualdad, investiga que tanto cariño le tienen a la ciencia. Hacer esto es una muy buena estrategia para entender qué terreno estás pisando, estás conociendo de primera mano al ‘zeitgeist’ que es una manera de llamar a aquello que la gente piensa y siente respecto a su mundo.

Hora de multiplicarse

¿No te encantaría tener muchos amigos que entiendan este mundo? ¿Cómo te sentirías si podrías sacar una sonrisa a otra persona cada vez que le cuentas tus sueños? Yo te lo digo, es genial. No es tan efectivo contarle a otra persona de un MEBR si no te incluyes en el escenario, es eso lo que te ha traído aquí, la convicción de que podrías desarrollarte mejor en un mundo como el que te hemos presentado. Es precisamente este ímpetu el que te ayudará a sincerarte con otras personas y a explicarles por qué esto te parece importante y cuáles son las ventajas de todo esto.

El objetivo no es convencer a otros de que ‘esto es lo correcto’, sino que explores dentro de tus sueños y aspiraciones para tu futuro, el de tu familia y el de tu sociedad. Conforme profundices en esto te permitirás conocerte, buscarás maneras de gestar tus propios proyectos y de hecho, literalmente serás el Movimiento Zeitgeist, y si lo haces bien, te conectas respetuosamente con los sueños y aspiraciones de otros, poco a poco dejaremos de solamente transmitir información y empezaremos paulatinamente a moldear la cultura hacia un enfoque totalmente nuevo que permita el desarrollo de otra sociedad.

¿Tiempo de cambiar?

¿Cuándo es que precisamente dejamos de ‘sólo hablarle’ a la gente y empezamos a cambiar las reglas del juego? Es algo que tendrás que decidir personalmente y podrás definirlo rápidamente al preguntar a la gente que está tu alrededor, que son piezas fundamentales dentro de la sociedad. Una vez más la clave aquí es escuchar. Para poner un ejemplo sencillo, haz de cuenta que esto es un partido de fútbol y de repente un hincha se mete a la cancha a decir que todos deberíamos tener balones y al menos diez arcos para que todos puedan satisfacer su necesidad de anotar un gol ¿Qué harías tú? Bueno es más o menos lo mismo que la gente haría contigo si tratas de proponer algo nuevo sin explicarles el concepto previamente. En última instancia es tu decisión, pero recuerda que, al menos como Movimiento Zeitgeist, deseamos incluir a toda la humanidad en esto y deseamos que esta transformación dure (ese es el concepto básico de sostenibilidad).

No se trata de que literalmente todo el mundo esté de acuerdo, pero sí de que al menos una mayoría comprometida y dispuesta a tomar acción se estructure dentro de la sociedad y aquí entenderás porque el movimiento aún considera que estamos en una etapa temprana de nuestra evolución social, basados en la experiencia que hemos acumulado durante nuestros primeros años de activismo.

Integrándose a las actividades de grupo

Gente como tú seguramente se ideó algo para hacer que este movimiento se expanda, puede que te interese como puede que no, pero siempre es bueno escuchar. Así que para saber de ello contacta a tu grupo local mediante los enlaces correspondientes en su región. Recuerda que si no los encuentras:

1.- Están ahí pero no los puedes hallar, puedes seguir el rastro desde aquí.
2.- No existen y sería bueno que dejes tu granito de arena para que la próxima que alguien esté cerca te pueda encontrar. Eso comúnmente lo conocemos como iniciar un capítulo.

Suerte en tu descubrimiento. 🙂

Anatomía de una cita médica

»Pase». Ella entra, no sin cierta desconfianza, observa los títulos que adornan mi pared, lentamente se acerca y toca el respaldo de la silla, busca una pizca de polvo que la espante, le complace no encontrar nada. Se sienta. Es un momento incómodo, se supone que ella debe tomar la iniciativa, yo lo hago.

Aprieto firme, como tirando de un elástico que va hasta la comisura de sus labios, calculo lo exacto para llegar a la sonrisa y suelto su mano: «Buenas tardes ¿En qué le puedo ayudar?». Ella traga saliva, tensa los músculos de la mandíbula, despega sus labios…

La pausa aquí es importante, todo el ritual que un médico prepara culmina casi siempre con esto: La entrega de información. No existe otra cosa que un médico pueda querer de usted o al menos no debería. Aunque muchos no lo sepan, la pesquisa al inicio de la cita es mutuo, uno analiza el semblante de quien viene a visitarnos, su color de piel, algun problema en la marcha ¿viene acompañada? ¿vive sola?

– Doctor, no he podido dormir en días y tengo un dolor de espalda que ya no puedo aguantar.
– Mmm ¿Desde cuándo tiene este dolor?
– Ya son tres días doctor
– ¿Se tomó algo? ¿Le ha pasado antes? ¿Tiene más molestias? ¿cada cuánto le viene?

¿Por qué esta obsesión por saberlo todo? ¿Por qué el abuso de confianza? El médico puede o no estar consciente de esto, pero una cita médica no es otra cosa que la recolección de información, las preguntas, las pruebas de sangre, las places de rayos x, la historia de la familia, el tamaño de un tumor, el número que le ponemos a la fiebre.

El orden variará pero finalmente son como piezas de un rompecabezas que se van organizando poco a poco para mostrarnos un panorama poco claro sobre que le pasa al paciente y es aquí donde -al menos para mí- la cosa se pone interesante.

¿Qué pasa con toda esa información?

Nuestro hemisfero derecho entra en juego, empezamos a reconocer patrones comunes para darle un significado a esa nube de información. «Parece algo relacionado con el pulmón», «Podría estar relacionado con un aumento de presión en el estómago», «Ese tipo de dolor es común en embarazo» y evidentemente es aquí donde cada médico juzgará según su propio conocimiento, su experiencia previa e incluso su especialidad. Con el tiempo su cerebro buscará entre las cosas que le parecen más conocidas e incluso preferirá algunos exámenes sobre otros y dejará de ser tan preguntón como era antes. Si bien esto no es cierto para todos los médicos, es bastante probable que usted haya conocido muchos galenos de buena reputación que han caído en este patrón. ¿Qué estamos buscando? Alguna condición/patología donde calce esta información que acabamos de encontrar, pero cada vez sabemos más que antes, tenemos nuevas enfermedades que antes ‘no existían’ y si a esto le sumamos los avances e la ingeniería médica y todos los exámenes que ahora podemos realizar (sin mencionar los que podremos efectuar en el futuro inmediato) obtenemos como resultado que la memoria nos está quedando chica y que además necesitamos un cerebro/procesador de datos más rápido.

Aquí tendremos que establecer las variantes anatómicas [clases] de la cita médica. Puesto que existen varias opciones que por cuestiones didácticas reduciremos a dos:

1. El médico utilizará esta información y la comparará con todos los datos reunidos por sus colegas y sustentados bajo una investigación rigurosa; o

2. Elucubrará posibilidades diagnósticas con la información que tiene a mano y recuerda de su pasado.

El paciente no puede saber que camino siguió el médico, pero sin posibilidad alguna se enrumbará en la misma ruta. Y finalmente la historia se repite en cuanto al tratamiento, que es el paso lógico que sigue una vez que uno ha establecido que tiene el paciente.

¿Qué pasará ahora? Seguramente el médico que eligió la Medicina Basada en Evidencia para diagnosticarte, lo hará también para tratarte y quien usó la opinión… ¿realmente importará? Es como tener una excelente receta de cocina con los ingredientes previamente arruinados.

Y hablando de ciencia y de creencias, de doctores y patologías…
¿Qué opinas de esta sociedad profundamente enferma? ¿No le hace falta un poco de ciencia? Cuando te hablan de elegir un mejor gobierno, de establecer una nueva ley, de aumentar tal o cual pena ¿Hemos establecido claramente el diagnóstico o nos desviamos a mitad de camino -gastando gran cantidad de ingenio y recursos para solucionar un problema que no es del todo real?

Algo para pensar…