Recomendaciones para los 4 pelagatos

Las últimas semanas me he separado bastante de las redes sociales y casi no me entero de este nuevo sitio web llamado 4 pelagatos. Todavía no les puedo contar mucho del sitio porque por ahora sólo está lleno de buenas intenciones. Los autores (Roberto Aguilar, José Herández y Martín Pallares) han publicado un manifiesto al tiempo que han explicado en cada uno de sus blogs las razones por las que han iniciado esta nueva aventura. El D’Artagnan de estos tres mosqueteros es el no menos célebre Crudo Ecuador. Asumo que para la mayoría de ecuatorianos que hemos extendido nuestro sistema nervioso hacia las redes sociales, esto es lo que nos genera más expectativa. Al contrario de sus compañeros, Crudo Ecuador no ha roto el silencio en sus cuentas de Twitter o Facebook. Su última publicación la hizo el 19 de febrero de 2015, exponía sus razones para abandonar Internet para resguardar el bienestar propio y de su familia.

En su momento, yo redacté una serie de consejos para el próximo Crudo Ecuador, que eran sobre todo consejos para resguardar el anonimato, pero que creo 4P merece su propia lista. Ellos no empiezan en una condición de anonimato y su tarea será, como la de la mayoría de medios digitales que hacen periodismo de investigación, resistir.

Todas las páginas web se alojan en algún servidor de internet, al cual todos accedemos desde nuestras computadoras. Es importante conocer las leyes del país donde se aloja nuestro servidor, al menos las que tienen que ver con Internet. Si los países tienen regulaciones muy relajadas sobre derechos de autor en Internet, es mejor alejarse de ahí. Lamentablemente, carezco de conocimientos suficientes para realizar una lista específica de dónde colocar o no sus servidores, pero sería interesante echar un ojo a esfuerzos previos por mapear esto. El Mapa de Responsabilidades de los Intermediarios de Internet (WILMap por sus siglas en inglés) es un recurso en línea que informa al público sobre la evolución de la regulación de internet que afecta a la libertad de expresión y a los derechos de los usuarios alrededor del mundo. En última instancia, EcuadorTransparente.Org encontró un buen proveedor que le dijo que no a Ares Rights y le pidió una orden judicial antes de procesar una de sus tantas solicitudes infundadas en el copyright.

Luego del servidor, el siguiente eslabón es el nombre de dominio, en este caso 4pelagatos.com; que según veo lo han adquirido usando los servicios de domainsbyproxy.com (un servicio para la compra de dominios web que protege la privacidad de sus clientes). El riesgo que veo acá es que (a) trabajan con godaddy.com y (b) la gana de proteger a veces no es suficiente. Sería de ver si cuestiones como el registro de marca podría ocasionar problemas a futuro, eso ya le pasó a Crudo Ecuador. Para suerte de los gestores, uno puede registrar la marca en cualquier otro país y su aplicación es a nivel internacional; eso les puede evitar ciertas complicaciones con las instituciones locales.

Los ataques DDoS son otra de las cosas que se han vuelto el pan de cada día. Servicios como CloudFlare ayudan a resistir los ataques de bots. CloudFlare tiene un programa específico para proteger sitios web que defienden el interés público, se llama Galileo y cuenta con el respaldo de docenas de organizaciones que protegen los derechos en la red. Se puede aplicar para ser parte del programa de forma gratuita. Finalmente, una buena práctica consiste en respaldas los nuevos artículos apenas se hayan publicado. Se puede hacer eso utilizando al menos dos herramientas: web.archive.org y archive.is, esta última es más resistente a intentos de censura.

Puede que algunas de las opiniones que han publicado en estos meses los arriba mencionados —no es excepcional— no sea de mi entero agrado. No obstante, me siento bastante identificado con la situación en la que se encuentran. Es importante respetar esa último metro cuadrado de libertad que nos hace quienes somos. Seguramente, muchos sentirían que su vida no sería igual si no pudieran volver a ver. A otros nos sucede que necesitamos escribir y hablar. Cercenar ese talento resulta lesivo a un nivel personal… yo no sería el mismo si no pudiera escribir. Sobreviviría, como mucha gente lo hace después de accidentes fatales, pero no sería yo. Aún más importante, hay algunas expresiones que si no se dicen, se pierden. Son ideas en peligro de extinción y, a veces, son la última esperanza que nos queda para apegarnos con cordura al mundo.

Éxitos en su nueva aventura.

El miedo de vigilar a los vigilantes

«Que piensen lo que quieran, pero no pretendía ahogarme.
Pretendía nadar hasta que me hundiera, que no es lo mismo».
Joseph Conrad

Los enemigos de internet fueron hackeadosun artículo mío publicado el 7 de julio de 2015 en Gkillcity.com hablaba de un leak que evidenciaba la vinculación entre la Secretaría Nacional de Inteligencia de Ecuador y Hacking Team, una empresa italiana dedicada a la comercialización inescrupulosa de software espía. Durantes los días anteriores yo ya había estado tuiteando al respecto, pero fue en ese momento, y cito aquí a la prensa ecuatoriana, que «empezó un desmadre». Se abrieron múltiples campos de batalla: la sociedad civil buscaba encontrar una solución razonable al oscurantismo del espionaje, Gkillcity perdió el control de su infraestructura digital y luchaba por, al menos, recuperar el control de su propia casa. Yo, y unos tantos otros, luchábamos contra la paranoia de saber cuáles serían las represalias y cuándo se harían sentir.

Para ese entonces mis relaciones con el Estado (mi empleador) estaban un poco tensas. En casa, papá ya me había dado un “estate quieto”. Él me apoyaba pero empezaba a temer por mí. “Dentro de poco vas a salir del país [con una beca estatal] y no vale que vayas a perder esa oportunidad”. Y me lo decía porque soy necio y creo que uno tiene que convertirse en el héroe de su propia historia, tal cual lo dijo Aaron Swartz. Si bien para ese entonces yo había presentado mi renuncia, mucho de lo que se hace en política toma tiempo y las buenas relaciones son esenciales para proyectos exitosos. Quedaban pendientes tras mi salida, entre ellos cristalizar la primera biblioteca digital nacional. Adicionalmente, tengo muy buenos amigos en el gobierno, gente que de verdad admiro y aprecio; pero que considerarían un encontrón con el poder como una chiquillada o —en casos peores— una traición. No los justifico, pero estar en posiciones diferentes en cierto momento de la vida no me parece suficiente para romper una amistad.

En contra de todo consejo paterno, tal vez sin considerar demasiado a mis amistades y arriesgando el futuro, decidí publicar mi artículo. La historia apenas se estaba popularizando cuando la página web donde se alojaba recibió un ataque DDoS. El ataque de Distributed Denial of Service es, como explica José María León, una sobrecarga de peticiones en el servidor en que está alojado un sitio web. El servidor no puede manejar todas las peticiones y colapsa, como si millones de robots se pararan frente a una puerta diciendo que quieren pasar, pero en realidad lo único que quieren es bloquearla. Rara vez, los intentos de censura funcionan en Internet, todo lo contrario, es muy fácil poner al aire la misma información por otro canal y la gente, ahora con más pica, empieza a buscar ávidamente la información que se quiso desaparecer. Resulta que había una copia de mi artículo alojada en archive.is. Se hizo viral.

Al poco tiempo recibí un mensaje de un desconocido en Twitter: Loco, todo lo que tú dices es verdad, te quiero pasar más información. Dame tu correo”. Horas antes me habían advertido que muchos de mis followers podían ser agentes encubiertos y solamente ese día me empezaron a seguir docenas de nuevas cuentas. Esto podía o no ser cierto, pero en esas ocasiones uno juega siempre con el peor escenario en mente. Fui cauteloso y le pedí a esta persona que me contacte a través de mi página web, «por seguridad usa Tor» le dije y no escribí más.

Finalmente nadie me contactó por ese medio. Al día siguiente —también por twitter—, me llegó una mención: @AndresDelgadoEC dame tu correo hotmail por favor, tengo algo que te va a interesar!”. Clic. @DanielaCastro69 pensaba que yo manejaba @HackedEcuador una cuenta que estaba publicando información sobre el mismo temay se burlaba de Hacked —según ella yo— porque cometía “los mismos errores” de siempre. Le decía “topo”. Yo nunca manejé esa cuenta, tampoco tenía razón para tener una cuenta anónima pues, para ese entonces, yo ya había difundido muchísima información usando mi nombre y apellido. Mis tuits estaban hasta en un periódico de Austria. Tampoco pienso que esa cuenta haya estado haciendo nada ilegal y aún ese siendo el caso, jamás podrían probar su vinculación conmigo, pues era inexistente. Lo que me desconcertó fueron los términos que usaban, como «topo», puesto que es una jerga muy específica y se usa para hablar de seguridad operacional. Esta era, o eso deduje en ese entonces, gente de inteligencia. “Sé reconocer una trampa cuando la veo”, le dije mientras me quedaba claro que alguien, de verdad, quería mi correo.

 

 

 

 

 

Edward Snowden dice que basta retuitearlo una sola vez para constar en la lista de alguien. ¿Será que uno puede salir de esas listas alguna vez en la vida? En esos momentos me di cuenta que mi nombre y apellido estaban siendo escritos en alguna parte, me convertí en un objetivo, un target. En eso me vibra el celular, “¿y esta quién es?”, me preguntó mi hermana, al pie de una captura de pantalla donde “Daniela” insistía: “@SisaArte hola amigui me puedes ayudar con el correo de tu hermano j******7@hotmail.com es algo de la beca de senescyt…besos”. Y ese fue el momento en el que todo la pared que había construido para proteger a mi familia de mi vehemencia se derrumbó en mi delante. Por un pequeño momento tuve mucho más ira que miedo, que frustración. ¿Qué tan bajo puede caer la gente? Le dije a mi ñaña que no era nada. «¿No le contestaste, cierto?» «No, si no le conozco ¿Qué quieres que haga?» «No le pares bola» «¿Quién es esa ve?» «Nadie, no le hagas caso».

Son las tres de la tarde y a mi bandeja de entrada llega el correo electrónico de un remitente anónimo, “chinitri27@outlook.com”:

que tal loquito no se si te acuerdes de mi nos conocimos en el crypto David aprendimos mucho de ustedes, primero felicitandote por las buenas acciones que hacen por la gente, pana de muy buena fuente se que te estan tratando de poner una denuncia por que atribuiste los ataques de ddos contra gkillcity a la senain, mas bien ten cuidado con los tuits q pongas porq estan buscando como joderte la vida pana, y ya sabes que se pueden cojer de cualquier cosa, ten cuidado con lo que publicas bro.

si me entero de algo mas ten por seguro que les comentare, pero por un canal seguro sino con esto que publicaron capaz q ya me estan siguiendo a mi mas.

Adjunto venía un archivo comprimido que contenía un .docx con capturas de dos tuits, el primero era mío comentando sobre el ataque DDoS a gkillcity y el segundo (que ha sido eliminado) con información relativa a los ataques DDoS que se efectuaban en ese momento.

 

 

 

 

 

La hora de envío de los tuits habían sido modificados en la captura para mostrar una inconsistencia entre mi hipótesis que el ataque provenía de Ecuador y algo tendría que ver con la publicación que hicey la evidencia.

Imbécil yo, le creí y es que este no era cualquier correo sino que el mensajero (a) mencionó un nexo que yo podía considerar seguro —las cryptoparty en las que yo había participado— y (b) se agarraba de mis más profundos miedos. Aunque las cabeceras del correo revelaban que el verdadero origen del remitente era un servidor fantasma que intentaba ocultar su identidad, había la posibilidad de que un informante real esté intentando mantener su anonimato. Debí haber pensado sobre esto más de una vez, pero la información que recibí me causó tal shock que sencillamente abrí el archivo. Ese fue un grave error. Al poco tiempo, perdí mi conexión a Internet.

Un investigador de seguridad informática de la Universidad de Toronto me supo decir que tanto el correo como el documento utilizaron un sistema de rastreo llamado readnotify. Readnotify permite detectar la IP del usuario, es decir mi punto de entrada a Internet. Inicialmente yo pensé que tal vez se habían metido a mi computadora o a mi router de internet, pero resulta que el servicio al cliente de NETLIFE desconectó su servicio porque habían recibido un ataque DDoS desde mi IP. Vinieron los técnicos y arreglaron todo, pero cuando días más tarde volví a acceder a esa dirección oculta por curiosidad, me volvieron a interrumpir el servicio. Parece que ese servidor (publico aquí la dirección pero por favor no intenten acceder a ella) desencadenaba uno de estos ataques cuando se enviaba la petición, y parece que el correo que me enviaron hizo eso automáticamente la primera vez que lo abrí y mi navegador desencadenó otro ataque cuando me metí a esa dirección por segunda vez. Las conversaciones con NETLIFE quedaron grabadas y, adicionalmente, me hicieron emitir un informe técnico para reestablecer, por segunda vez, mi servicio.

¿Quién me había enviado ese correo? Tenía poca información y, entre eso, había algo que me asustaba especialmente. Hacking Team usaba mensajes comprimidos. Mi adjunto <Instruccion_Fiscal_23432.rar> era un archivo relativamente pequeño (394 KB) y no había razón alguna para que alguien lo haya puesto en ese formato. El correo donde Hacking Team entrega una carnada a la SENAIN, explica:

El modo protegido de Microsoft Word es una característica de seguridad que abre los documentos provenientes de una localización potencialmente riesgosa, como Internet, en modo lectura únicamente y con contenido activo desactivado y funciona tomando ventaja de una funcionalidad propia del sistema operativo Windows llamada Alternate Data Streams que permite marcar un archivo según su origen.

Cuando se descarga un archivo usando un navegador moderno el archivo se marca como procedentes de Internet y es por eso que Microsoft Office abre utilizando el modo protegido.

Una forma sencilla de solucionar este problema es enviar el documento comprimido como rar. De esta manera el archivo .rar será etiquetado como procedente de Internet, pero el archivo contenido en el rar no tendrá esa etiqueta adjunta.

Cuando leí esto por primera vez se me heló la sangre. Como ya dije anteriormente, en estas ocasiones uno actúa pensando en el peor escenario. Me puse a revisar todas las carpetas de mi computadora donde Hacking Team pudo esconder su Sistema de Control Remoto siguiendo tutoriales publicados en línea el mismo día del incidente. No encontré nada pero eso no evitó que respaldara la información y reinstalara todo desde cero. Después de todo los exploits que usan los buenos hackers son “zero-days”. En otras palabras, como nadie sabe de las fallas de seguridad que usan estos hackers para infiltrar dispositivos, no existe defensa posible a mano porque no ha sido creada.

Si bien es cierto que este mismo método puede ser usada por muchas otras empresas, en ese momento la papa caliente era el escándalo entre la agencia de inteligencia y la empresa italiana y mi cabeza no se permitió sospechar de otra posible fuente. Mi sesgo empeoró cuando, a las cinco y cuarenta de la tarde, recibí un mensaje de whatsapp, el número parece provenir de china pero el texto estaba escrito en italiano:

Hola, soy un [HackingTeam], debería recordarse que el mundo es así de pequeño y que el tuyo (sic) eres como una hormiga si estás en cosas grandes, atención…”.

Asustado como estaba, empecé a escribir a mis contactos, algunos de ellos dentro del gobierno. “Ten cuidado”, me decían. “Si quisieran ya te habrían matado, sólo te están asustando”, me contestaron, como si eso ayudara. Otra persona, consciente de la beca que tenía me preguntó si podía adelantar el vuelo… Esto no pintaba bien, cancelé dos entrevistas en radio, dije que estaba enfermo. Me encerré en mi casa y esperé, con miedo, lo peor.

¿Qué había detrás de estos ataques? Pienso que la intención de silenciarme o desautorizar mi voz, después de todo muchas de las acciones llevadas a cabo no tenían otra intención que evitar que la gente lea las cosas que estaban en línea. Y no veo otra razón para que hayan querido engañar al público diciendo que yo era un espía de la SENAIN. A la larga, parece ser que mi artículo había dado en el clavo:

«Si es que la Secretaría de Inteligencia tercerizaba las operaciones a Hacking Team —en lugar de utilizar un personal capacitado propio para que realice los ataques—, probablemente se den a conocer los nombres de los blancos de la agencia».

A los pocos días, tras escarbar un poco dentro de la base de datos, un desarrollador de Tor publicó sus hallazgos sobre el espionaje sistemático a periodistas, activistas y gremios de trabajadores. Pasaron los días y Rommy Vallejo, Secretario Nacional de Inteligencia, negó que ellos tuvieran un contrato con Hacking Team. El presidente salió a decir que es verdad lo que dijo Vallejo. Los asambleístas quisieron interrogarlo pero él se excusó y tras unas cuantas semanas, los legisladores se enteraron que a Rommy —o a quien lo suceda en el cargo— sólo se lo puede interrogar fuera de récord y tras puertas cerradas. Si alguna pregunta le incomoda, el Secretario de Inteligencia está en la potestad de abstenerse en dar una respuesta y, cereza en el pastel, nada de lo que se diga puede ser revelado fuera de esa habitación.

Yo no sé si todo el acoso del que fui victima provino o no de la Secretaría de Inteligencia, pero cabe preguntarse entonces si el gobierno estaría siquiera en capacidad de dar respuesta a una pregunta de esa índole. No parecen haber procedimientos, que no sean ilegales, que de verdad transparenten al público las acciones del personal de inteligencia. Y el escenario puede ser peor de lo que la ley pinta. Jacob Appelbaum,  periodista para Der Spiegel y colaborador cercano de Wikileaks, declaró en el último Chaos Communication Congress (diciembre, 2015) que durante su visita a Ecuador, la SENAIN le solicitó construir un sistema de vigilancia que les permitiera “eludir la revisión judicial” y espiar, sin reparos, a los jueces y a la clase política (contrario a lo que sugiere Emilio Palacio, Jacob sugiere que este espionaje apuntaba a los propios miembros de Alianza País). Ahora más que nunca cabe preguntarse ¿quién vigila a los vigilantes?

 

Cómo ISIS nos convirtió en tontos útiles tras los atentados en París

Horas después de los atentados en París, media docena de aviones franceses se encontraban bombardeando Siria. El boletín de prensa precisaba (y escogí mal el verbo a propósito) que los jets atacaban las posiciones del estado islámico (ISIS) dentro de ese país. Minutos después circulaban en internet supuestas fotos de niños asesinados en los ataques. ¿Son reales? Tal vez, aproximadamente uno de cada cuatro muertos a causa de la guerra es menor de edad.

Los políticos que creen en las ciudadanías de segunda clase empiezan a copar los titulares de los noticieros. Se habla de lo peligroso que fue abrir las puertas del mundo a los refugiados, alguien incendia uno de sus campamentos en la capital francesa. Hay varios reportes de personas del sudeste asiático agredidas verbalmente en lugares públicos en toda Europa. Acá en Vancouver, circulan instrucciones de cómo pronunciar «no dispares» en árabe, porque «habrá terroristas entre los refugiados que van a llegar».

Por supuesto, hubo sensatez entre tanto shock. A minutos de los atentados, alguien explicaba en twitter: «¿Que no ven que estas son las personas de las que huyen los refugiados?», hubo múltiples pronunciamientos de parte de la comunidad musulmana condenando los atentados, pero en Ecuador ya circulaban memes de «La mitad del mundo es nuestra» tras el anuncio del diario la hora que contaba las intenciones del presidente de crear un centro islámico.

Ese viernes, yo estaba sentado en clase. Tres de mis catorce compañeros son musulmanes, así como muchos de mis vecinos. Ellos estaban tan consternados como yo, pero creo que es justo decir que tenían más miedo. Después de todo, nosotros sentimos que hay un grupo no tan pequeño de radicales que quiere bombardear a la civilización occidental, pero ¿qué creen que sienten todos los musulmanes —que son una minoría— cuando todo occidente posa sus ojos en ellos. Y cuando muchos sienten que no se les está haciendo justicia o que se requiere venganza.

Pues ese es el plan de ISIS. Al contar con mucho menos recursos que sus adversarios en Occidente, su estrategia es provocar reacciones exacerbadas en sus enemigos que obliguen a los musulmanes a entrar en la guerra santa. Ese es su plan, literalmente:

Los musulmanes en Occidente se encontrarán rápidamente entre una de dos opciones, o apostatan y adoptan la religión [infiel] propagada por Bush, Obama, Blair, Cameron, Sarkozy y Hollande  [o migrarán] al Estado islámico y de ese modo escaparán de la persecución de los gobiernos y ciudadanos.

Esto fue publicado en una de las revistas oficiales de ISIS bajo el título «la extinción de la zona gris», donde claramente se demuestra que el plan es hacer que Occidente pierda el control y trate mal a los musulmanes, para que estos no tengan otra opción que estar con el estado islámico o en contra de él. Los atentados en Francia no eran un objetivo, eran el cebo; y ahora el anzuelo está clavado en lo más profundo de nuestro paladar. Los terroristas ganan, cuando el terror es el guía de tus actos. Cuando la persona que no conoces te asusta en lugar de provocar tu curiosidad. Cuando posas las ideas de complot en los rostros de gente que está incluso más asustada que tú. Cuando piensas que es buena idea darle todas las armas y recursos a un gobierno para que persiga e intimide a personas como tú.

Parafraseando a Doctorow:

¡Es nuestra puta ciudad! ¡En nuestro puto país! Ningún terrorista nos lo puede quitar mientras seamos libres. Cuando no somos libres ganan los terroristas. Somos lo bastante jóvenes y lo suficientemente estúpidos como para no saber que no tenemos la posibilidad de ganar… y por eso somos los únicos que podemos obtener la victoria ¡Rescatemos a nuestra ciudad!

Rescatemos París, rescatemos a Francia.

Levanta tu voz – #RaiseYourVoice

Hoy 16 de octubre se celebra el Blog Action Day, una fecha donde muchos entre los que escribimos en la red discutimos una temática importante. Este año, hablaremos acerca de las persecuciones que sufrimos cuando lo hacemos, porque muchas personas que publican información ponen su vida en riesgo. Por eso la temática de este año es «levanta la voz» o #RaiseYourVoice.

Las historias de persecución a escritores, blogueros y periodistas ciudadanos pueden parecerte lejanas, pero la verdad es que están más cerca de lo que uno piensa. A más de un incauto lo han amedrentado en redes sociales por decir algo que le resultó incómodo a alguien que tiene dinero para comprar consciencias, puede que esa persona haya callado esa amenaza porque sabía que se trataba de eso. A mí me han enviado tuits donde decían que debía morir, y los denuncié y ya está. Pero también se dan los casos donde las personas realmente se asustan y deciden no quejarse una segunda vez por miedo a que esas amenazas sean más que sucias tácticas de intimidación. Y a veces me ha entrado la duda también.

Recuerdo cuando escribí en Gkillcity.com acerca del espionaje realizado por Hacking Team y cómo sus documentos vinculaban comercialmente a esta empresa con la agencia ecuatoriana de inteligencia, eso desencadenó una serie de eventos que no sólo me asustaron a mí sino también a mis editores, ellos escribieron una crónica al respecto. Ese día recibí mensajes de intimidación en italiano vía whatsapp, calumnias donde buscaban asociar mi nombre con el de la Secretaría Nacional de Inteligencia, suplantación de identidad que fue usada para amenazas a activistas que trabajaban por la misma causa y ataques cibernéticos que causaron una interrupción en mi servicio de Internet. Ese día quisieron usar a mi hermana para obtener mi dirección de correo electrónico y se hicieron llamadas para poner en riesgo mi futuro laboral. Y tengo pruebas y testigos de todas y cada una de esas cosas.

Ese día y los subsiguiente rechacé dos entrevistas en medios donde podía haber explicado más a profundidad las implicaciones de lo que pasó, ese día guardé silencio.

Está claro que mi decisión también se amparó en el gran número de gente que hizo eco de estas denuncias y gracias a los cuales puedo tener un poco más de tranquilidad en mi consciencia, pero es importante recordar que no estamos hablando de ficciones cuando recordamos que la gente está siendo intimidada y amenazada, son peligros reales que la gente tiene que llevar a cuestas, muchas veces en silencio para no implicar a sus seres queridos. Por eso es importante recordar que es deber de cada día defender los derechos de otros, porque eso es también defender los derechos propios. Por eso celebro el Blog Action Day contándoles mi historia, alzando la voz en defensa de todos aquellos que están siendo callados sin que uno siquiera se pueda enterar.

Lessig: boicotear el sistema desde la oficina oval

Un abogado de esos que cambian el mundo rechazó la propuesta de un amigo de venir a Ecuador, le dijo —off-the-record— que él nunca bajaba del paralelo 35 norte, porque le gustaba pelear “donde el capitalismo toma sus decisiones y no donde come tierra y chupa sangre”. Tómense un tiempo para digerir eso. Lo que estaba diciendo es que nuestras democracias eran un simulacro porque lo que mandaba realmente era el dinero.

“Oye, país rico, préstame plata”

“No hay problema amigo del tercer mundo, pero necesito que me hagas un favor”.

Nuestra política económica —así como la de la mayoría de países en vías de desarrollo— se ha visto maniatada de siempre por exigencias del mundo exterior. En el caso de Estados Unidos, fueron las exigencias del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, las que quebraron nuestras economías en épocas de boom petrolero, bananero, cacaotero… o al menos así nos gusta pensar. Nos daban plata pero teníamos que buscarnos la vida y pagar por acceso a la salud, a la educación, a las carreteras y por eso botamos a Lucio —les exijo también un poco de corresponsabilidad—. Luego vino Correa y la expansión del “estado de bienestar”: Ecuador decidía en qué gastar pero para hacerlo tuvo que embargar lo que las generaciones futuras debían heredar. China no tiene aquí empresas que se beneficien de la privatización así que la condición requerida fueron nuestros recursos —a un precio barato— que ellos necesitaban para poderse desarrollar.

Hay variantes, pero en países pequeños, son estas presiones exteriores las que determinan el quehacer de la política local. Hace poco firmamos un acuerdo comercial de libre comercio con la Unión Europea, gracias al cual nos quedamos prácticamente sin política fiscal. Y esto no es nada porque, mientras escribo, Estados Unidos negocia con decenas de países tres tratados secretos —TTP, TTIP & TISA— que atarán de manos a la economía mundial. Déjenme decir eso de otra manera: Las corporaciones de Estados Unidos están negociando en secreto con representantes de 34 países el futuro de la educación, de la medicina, de la propiedad intelectual, del poder del Estado sobre las empresas y los países firmantes en conjunto comprenden dos tercios del producto interno bruto global.

Hablar de política económica extranjera es hablar de política local, pero es lo que en el fútbol ecuatoriano correspondería a la “serie A”.

A eso se enfrentó recientemente el exministro griego, Yanis Varoufakis, cuando el titular alemán de Finanzas —y líder de facto de la política económica europea—, Wolfgang Schäuble, le dijo que unas elecciones “no podían obligar a un cambio de política” y que debía aplicar la receta que la Unión Europea tenía ya prescrita para Grecia.

«Deberíamos haber entregado el poder, como habíamos dicho que haríamos, a quienes pueden mirar en los ojos a la gente y decir lo que nosotros no podemos: ‘El acuerdo es duro, pero se puede cumplir de tal manera que haya espacio para la esperanza de que podemos recuperarnos y superar la catástrofe humanitaria’”, dijo Varoufakis tras ser obligado a renunciar a su cargo, por presiones directas de la Comisión Europea. La “receta” sigue siendo aplicada en Grecia a pesar de que un referéndum realizado en julio de este año indicaba que 61% de la población se le opuso.

“Deberíamos haber entregado el poder”, esa frase del exministro griego marcó la frontera entre lo que es y lo que debe ser.

El 35% de las exportaciones ecuatorianas van a Estados Unidos y parte de nuestro financiamiento proviene, otra vez, del FMI y bancos gringos privados como Goldman Sachs. El antiimperialismo nos duró lo que el financiamiento alterno y ahora nos va a tocar —a los de a pie— clasificar de alguna manera a esa “serie A”.

***

A finales de 2013, el 96% de los estadounidenses consideraba importante “reducir la influencia del dinero en la política”, pero el 91% no creía que fuese posible. En cierta manera, Estados Unidos es el microcosmos en el que se refleja la gobernanza mundial —que está fuera del alcance de nuestros conceptos vagos de derecha e izquierda—. Sin importar tu partido político, ser un candidato electo en ese país, implica seguir un camino que tiene un estricto control corporativo: “Contratas a unos consultores muy costosos. Ellos hablan con donantes con mucho dinero. Acudes a los ejecutivos de las grandes empresas y los persuades para que piensen que te gustan las mismas cosas que a ellos; y el resultado es que la mayoría de gente en el congreso es muy amigable con los negocios y está financiada por las corporaciones”. RIP Aaron Swartz.

Ciertamente se trata de un problema que la mayoría de candidatos están dispuestos a ignorar. Y para que suficiente gente te escuche, tienes que escalar unos cuantos peldaños que, de paso, van sepultando deseos legítimos de cambio social. En Ecuador esto no es muy diferente, para acceder al fondo partidista, tienes que haber logrado un porcentaje de firmas o votos significativo —el 0.5% del padrón electoral— ergo tienes que haber usado medios cooptados por corporaciones privadas o por el Estado; en otras palabras ser candidato es haberle vendido un poco de alma al diablo.

Así que Lawrence Lessig —inserte aquí la descripción más cool que se le ocurra sobre el fundador del movimiento de cultura libre y de las licencias Creative Commons— decidió que para cambiar el sistema, tiene que reunir mucho dinero, pero que esté libre de condicionamientos, no strings attached. Hizo lo que todo chico desesperado y con pocos recursos hubiera hecho en ese momento: lanzar una petición en línea. Este abogado y académico, fundador del Centro para el Internet y la Sociedad en la propia Universidad de Stanford, pretende financiar su campaña para presidente de Estados Unidos con lo que sea que la gente le pueda dar en Internet.

Lo segundo en su lista fue quitarle el copyright a su oferta. “Esto no se trata de un candidato sino de una idea”, dice su página web. Si encuentran alguien con más posibilidades que Lessig, lo pondrán de candidato porque, sin importar quien se siente en la oficina oval, el objetivo es un referéndum nacional para modificar la constitución y divorciar finalmente al dinero de la política, y así eliminar las ciudadanías de segunda categoría y que todos puedan acceder al poder político real.

La tercera cosa importante, es que quien sea que acepte la candidatura deberá también firmar una carta de renuncia. «Deberíamos haber entregado el poder». El momento en que se haga efectiva la propuesta, el presidente dimite y su vicepresidente asumirá las riendas con un congreso libre de deuda corporativa pero con una enorme deuda moral. Así, suponemos, se quiere espantar a la gente que quiera aprovecharse de esta plataforma para llegar al poder. Las ideas—reza el eslogan pop—son a prueba de balas.

Finalmente, la estrategia: se podía hablar de política seriamente sin hablar de la falla estructural en el sistema de representatividad, hasta hoy. Cada cuatro años, las cadenas televisivas y radiales de las empresas que financian las campañas de ambos partidos, los presentaban sin esperar sobresalto alguno. En esta ocasión, sin embargo, uno de los candidatos —el candidato-referéndum, como Lessig se ha denominado— será quien realice las preguntas incómodas, para que este se convierta en un asunto que nadie pueda ignorar: ¿Cómo se puede lograr una ley sobre el cambio climático o límites sensatos a las armas sin lidiar con el lobby corporativo en la elección de representantes? ¿Cómo reformar Wall Street, sin hacer frente a cómo actualmente financian las campañas? ¿Cómo, sino divorciando al Estado y al dinero, se puede hacer frente a las empresas aseguradoras?

Esta fue la estrategia aplicada por el senador Eugene McCarthy en las elecciones de 1967 para sacar a la luz el tema de la guerra de Vietnam. McCarthy no ganó, pero su tema se convirtió en uno que ningún otro candidato pudo ignorar.

No olvides activar los subtítulos dentro del video

Si Lessig consigue el financiamiento adecuado, se centrará en los Estados donde tienen lugar las primeras elecciones primarias presidenciales: Iowa, New Hampshire, Nevada y Carolina del Sur. Si logra juntar 1% en tres encuestas nacionales en las semanas previas, aparecerá junto a los otros candidatos demócratas para los debates presidenciales televisados a nivel internacional. “Lo que queremos hacer es construir una vía para que la gente más progresista, más activista sea elegida en el Congreso para que puedan empezar a producir un cambio social real”, diría Swartz.

Rafael Correa siempre ha dicho —y por ende todos sus fans y Alianza País piensan igual— que Estados Unidos es una gran nación, pero que el problema son las decisiones de su gobierno. Y todos sabemos que lo que sea que ellos decidan incidirá en la realpolitik de nuestro país. Si entregamos el control de ese timón a la gente que, como nosotros, sufre el despotismo de un puñado de corporaciones, si flexibilizamos su sistema para que más razón y menos fuerza puedan estar en la oficina oval, nuestra política económica podría cambiar radicalmente. Y esta es la idea que les quiero presentar: es tiempo de hacerle barras —quizá con dólares (resulta que sólo puedes donar a la campaña si eres estadounidense o un residente permanente en Estados Unidos)— al candidato que lo puede lograr.

Seamos realistas, Internet puede ganar las elecciones de Estados Unidos. Internet puede lograr que, de hoy en adelante, el congreso del país con el mayor ejército del mundo esté en las manos de la gente de Estados Unidos y no de las corporaciones que ganan dinero con la guerra. Podemos detener la escalada en la protección absurda y deshonesta de la propiedad intelectual. Podemos lograr que las negociaciones sobre los dos tercios del producto interno bruto mundial sean transparentes —y que no sea sólo Wikileaks quien empuje para que se publique ese texto— y que ese mismo país deje de ser el único sin adherirse al protocolo de Kyoto sobre el cambio climático propuesto por su exvicepresidente. Podemos cambiar el mundo o, en palabras de Jacob Appelbaum, “la utopía es imposible [y] todo aquel que no es un utópico es un idiota”. No seas un idiota.