Parte 5: La barca de Teseo

Hola mamá,

Hoy fui a la Universidad de Ottawa a devolver un par de libros. Dos volúmenes de Biología y Reencarnación de Ian Stevenson. Un médico psiquiatra nacido en Montreal y criado aquí en la ciudad. Ian Stevenson dedicó la segunda mitad de su vida a investigar casos de niños que a edades muy tempranas, entre dos y cinco años, reportaban espontáneamente memorias de vidas pasadas. Los casos no son todos iguales, pero algunos niños han sido capaces de recordar cosas como sus nombres y apellidos, los nombres de sus familiares, su profesión, el color de las paredes y el techo de la casa, el número de habitaciones, la configuración de las calles y sitios geográficos aledaños, su ciudad y, por lo general, la causa de su última muerte.

La mayoría de estos casos investigados ocurrieron en Asia, donde su religión y cultura aceptan a la reencarnación como parte de la vida. Sin embargo, también hay casos reportados en Europa y Norte América, entre padres cristianos o ateos que han quedado totalmente desconcertados con un niño que habla de su vida pasada. A la fecha de hoy, la Universidad de Virginia ha documentado más de 2.500 de estos casos. En la mayoría de casos, los niños dan suficiente detalle para identificar a la persona a la que se refieren. Estos casos son considerados “resueltos” y de estos hay cerca de 1.600.

Uno de los casos más interesantes es el de James, un niño nacido en San Mateo, California, que dijo “avión” entre sus primeras palabras y cada vez que veía o escuchaba de uno hablaba de “choques” cerca de veinte veces al día. Su familia le regaló algunos modelos de madera porque el niño estaba obsesionado y, poco antes de cumplir los dos años, sus papás lo llevaron a un museo aeronaútico y James estaba fascinado. Sin embargo, poco tiempo después de visitar al museo, James empezó a tener pesadillas constantes, a veces hasta cinco noches por semana. En estas pesadillas pataleaba de una forma particular. Sus papás lo llevaron a un pediatra quien les explicó que se trataba de terrores nocturnos normales.

Después de un tiempo, James empezó a jugar con sus aviones estrellándolos de frente contra la mesa del comedor, esa mesa tiene decenas de abolladuras, y te lo digo porque vi las fotos. Finalmente, un día James despierta de una de sus pesadillas y explica que el “hombre pequeño” está tratando de patear la cabina del avión para poder salir. Cuando sus papás le preguntan quién es el hombre pequeño, James explica que él es el hombre pequeño, que su avión estaba en llamas y se estrelló, porque le dispararon. Sus papás le preguntaron quién le disparó y él respondió con un tono exasperado que fueron “los japoneses”.

Como te comentaba, los recuerdos son bastante detallados. James sabía que fueron los japoneses por “el gran sol rojo” (seguramente en referencia a la bandera de Japón). Su avión era un Corsaire y había despegado de un bote llamado Natoma. Es en este punto que sus papás empiezan a contemplar estos recuerdos como un posible caso de reencarnación y tratan de buscar información sobre una persona que haya muerto en estas condiciones. Le preguntan a James si había alguien más con él y James da el nombre y apellido de otro piloto: Jack Larsen.

Todo esto que he contado hasta ahora, con excepción de sus primeras palabras, fue documentado de una u otra manera antes de que los papás de James supieran que, en efecto, alguien con todos estos antecedentes (y otros que no he mencionado) existió. James M. Huston, Jr. fue un piloto estadounidense que murió el 3 de marzo de 1945, disparado por aviones japoneses en la batalla de Iwo Jima. Es difícil llegar a cualquier otra conclusión que no sea la reencarnación una vez que se analizan la línea temporal de eventos y la información disponible al momento que James mencionó cada uno de sus recuerdos. La única explicación alternativa que queda es que James sea un psíquico con acceso a información de la vida de James Huston y que, por alguna razón, piense que se trata de su anterior vida.

En su libro “El mundo y sus demonios”, Carl Sagan se dedica explícitamente a fomentar el escepticismo frente a afirmaciones extraordinarias. Al mismo tiempo, reconoce tres cosas que merecen un estudio más profundo debido a los indicios existentes al momento de escribir el libro. Primero, mencionó la transmisión anómala de información, de la cuál ya he hablado. Segundo, habló de la capacidad de ciertas personas de alterar la generación de números aleatorios, que se relaciona indirectamente con la historia de Ingo Swann y el magnetómetro, porque en ambos casos lo que se altera es la radiactividad nuclear, la cual se piensa que es aleatoria. Finalmente, habló de como “niños pequeños a veces relatan detalles de una vida anterior, que al comprobarlos resultan ser exactos y que no podrían haber conocido de ninguna otra manera que no fuera a través de la reencarnación”.

Los casos recopilados por Ian Stevenson son fascinantes, no solo por lo que sugiere la evidencia sino porque se leen como diarios de guerra. Están llenos de una honestidad profunda sobre sus propios errores y las limitaciones de su investigación. Son además documentos que te hermanan con culturas ajenas que abordan temas lingüísticos, culturales, geográficos y que son irresistibles para cualquier persona a la que le guste la ciencia. Pero, dicho sea de paso, son miles y miles de páginas. Los volúmenes que pedí prestados a la universidad de Ottawa contienen solo unos doscientos casos y suman más de dos mil páginas. Por ello, si alguien quiere sumergirse en el tema, les recomiendo el libro “Life Before Life” del psiquiatra infantil Jim Tucker.

Jim Tucker hace un excelente trabajo resumiendo lo mucho o poco que uno puede aprender de estos casos. Por ejemplo, que los niños que recuerdan su muerte son más frecuentemente aquellos que tuvieron una muerte violenta. En estos casos, es común que los niños desarrollen fobias relacionadas con la causa de muerte. Los niños también llegan con gustos culinarios propios. Por ejemplo, algunos niños nacidos en Burma recordaban haber vivido como soldados japoneses. Y era común que pidieran pescado crudo a sus madres, a pesar de que esa comida no era común en la región.

También sabemos un poco sobre cuánto demora alguien en “volver” a vivir. En la mayoría de casos, el tiempo suele ser corto, con una media de dieciséis meses. Algunos niños también recuerdan el periodo entre vida y vida. Hay historias con descripciones “de otro mundo”, pero comparten las páginas con algo que realmente no me esperaba: recuerdos totalmente triviales y absurdos. Como una niña que decidió seguir a la ambulancia que se llevó a su cuerpo y resultó perdida en un pueblo a pocos kilómetros, donde ¿accidentalmente? volvió a nacer.

Otra faceta interesante de las reencarnaciones son las marcas de nacimiento, que eran precisamente el tema de uno de los volúmenes que saqué de la biblioteca. Por ejemplo, un niño recordaba haber muerto de un disparo en el pecho. Al nacer, su piel tenía una mancha que semejaba el disparo a quemar ropa, con pólvora desperdigada cerca del orificio de entrada de la bala. Este niño fue uno de los casos resueltos en los que Ian pudo encontrar registros médicos o de autopsia que no solo permitían confirmar la historia sino comparar la marca de nacimiento con la herida mortal.

En una carta dirigida a la revista científica Lancet, Ian Stevenson describió diferencias entre gemelos con el mismo ADN que correspondían a historias sobre supuestas vidas pasadas. Los estudios en gemelos son particularmente interesantes porque ofrecen un control natural sobre factores genéticos y ambientales. La carta no es evidencia contundente, pero analizada en conjunto con sus demás contribuciones ciertamente nos deben hacer reflexionar sobre la influencia de lo que sea que sobrevive a la muerte en nuestra formación anatómica y de personalidad.

Existen también los casos de culturas en Alaska y regiones de Canadá donde los indígenas anuncian pistas de su renacimiento y, en algunos casos, las personas marcan el cadaver para poder identificar al nuevo bebé en caso de que nazca. Este tipo de prácticas no es exclusiva de esta región y también se ha reportado el uso de marcas experimentales en otras partes del mundo. ¿Lo peor de todo? Parecen funcionar.

Todas mis lecturas sobre reencarnación han sido una montaña rusa, tanto intelectual como emocional. Quizá mi parte favorita es la conclusión obvia de que nuestra esencia persiste en un mundo (o dimensión) que no podemos percibir. No te voy a mentir, mi segunda reacción impulsiva fue pensar en si alguno de los nacidos en la familia vino trayendo algún muertito de regreso. Me ilusiona la idea de que las familias se vuelven a reunir porque fue algo reportado frecuentemente, sobre todo en Asia.

Quizá una de las preguntas fundamentales que sigo sin poder responderme es lo que implica la herencia del cuerpo viejo al cuerpo nuevo, que se ven a través del uso de marcas experimentales y la correspondencia entre heridas pasadas y marcas y defectos de nacimiento. Si somos más que la suma de dos conjuntos de ADN y nuestra consciencia modifica la materia, ¿qué tan maleable es esa consciencia? ¿cómo podemos cambiarla? Y, si lo hacemos, ¿pueden esos cambios modificar los cuerpos de nuestra actual existencia?

RESEÑA “Un padre suficientemente bueno”

Hola amigos,

Hoy les traigo la reseña de “The Good Enough Parent”, un libro sobre paternidad y maternidad. Me divertí mucho haciendo este video e hice algo nuevo: escoger mis frases favoritas y explicarlas. Usualmente no hago eso para no soltar pedazos de historia o que los mensajes del libro no pierdan fuerza, pero este libro está estructurado para que las sorpresas no sean tan importantes. Son treinta minutos, y no me di cuenta de que estaba haciendo algo tan largo, pero ahí está.

Lamentablemente el libro no está disponible en español, pero si alguien quiere emprender la tarea, tengo entendido que los derechos de traducción están a la venta. Yo lo traduciría encantado si tuviera los derechos y me ganara un sueldo humilde. En fin, abajo el video. Consideré poner esto como contenido exclusivo para mis suscriptores, pero aún no soy tan popular. Así que les dejo acá el enlance de las donaciones:

https://www.buymeacoffee.com/andresdelgado

El romance está arruinando al amor

Soy de esas personas que se obsesiona con las cosas. Por ejemplo, hace dos semanas, escuchaba Pasos de cero de Pablo Alborán varias veces al día. No contento con eso, busqué otras versiones de la canción y otras canciones del mismo autor. Para mi buena suerte, no encontré nada bueno, así que tuve que cambiar de obsesión. Ahora escucho Surface Pressure varias veces al día. Esta última canción viene en la banda sonora de Encanto, un musical animado. Las canciones fueron compuestas por Lin-Manuel Miranda y son espectaculares. La película parece tener agujeros en el argumento, pero envejece bien. Su fortaleza no es el guión intrincado o las sorpresas, sino la composición, la animación, los detalles del momento. En cierto sentido, es una de esas películas que hace homenaje al vivir en el presente. (Otra canción hermosa es Dos Oruguitas, interpretada por Sebastián Yatra y compuesta originalmente en español).

Religión para ateos

En fin, tengo un comportamiento obsesivo. Mi más reciente víctima es Alain de Botton, que de alguna manera se coló en mis suscripciones de YouTube (básicamente videos de ajedrez, ciencia y esculturas de chocolate). El video en cuestión tiene ya nueve años y es parte de “Ideas at the House”, un ciclo de conferencias que se da (¿daba?) en la casa de la ópera de Sydney (sí, ese teatro que parece barquito). Religión para ateos me atrajo porque, a pesar de ser ateo, creo en el valor de la religión. Si han seguido mi blog desde sus inicios, habrán leído un poco de esa nostalgia.

No sé qué visión tengan ustedes del ateísmo, pero si tuviera que explicarle al Andrés del pasado, aclararía que. no somos miserables, no estamos enojados y sentimos empatía por las otras personas. En pocas palabras, no somos tan diferentes y disfrutamos de las mismas cosas. Nos gustan los conciertos (todavía me llena de emoción cantar el Ave María, tanto como en el colegio). Disfrutamos de congregarnos con gente a comulgar sobre lo que es sagrado. Pero más importante que todo eso: necesitamos profundamente una guía para ser mejores personas.

No sé si lo sepan, pero cada vez hay más ateos en el mundo. Y a diferencia de los creyentes, nosotros no podemos colapsar en medio de la crisis e ir a refugiarnos en el templo. Eso no existe. No podemos acudir a una comunidad que nos brinde apoyo durante las diferentes etapas de nuestro duelo. Eso no existe. Y tampoco existe un catálogo de libros que nos ayude a convertirnos en mejores personas. Necesitamos tanto de la razón (la búsqueda de la verdad) como de su equivalente irracional (la búsqueda de la perfección emocional). Ahora está de moda hablar de “mindfullness”, pero creo que imaginar la emoción perfecta es una mejor manera de explicar el tema: los ateos necesitamos eso.

Con esto en mente, Alain de Botton empezó School of Life, una especia de escuela filosófica para gente seglar. Irónicamente, parece una iglesia. La gente recibe folletos al llegar y las conferencias inician con canciones. Una de mis favoritas es la charla sobre el pesimismo que inicia con la interpretación de Suzanne de Leonard Cohen. Arte como terapia incluye imágenes sobre las obras discutidas en la ¿ceremonia? Además de charlas, School of Life ha creado videos, libros y ofrecen asesoría para ser mejores personas. No todo es gratis, pero una buena parte del material educativo está disponible en inglés sin barreras de acceso. Pero entre los videos que no están disponibles en español está su conferencia sobre el romanticismo.

Ángeles viviendo la experiencia humana

El cuerpo se me va hacia donde tu estas
Mi vida cambió… El ángel que quiero yo

La charla sobre el romanticismo empieza con Angels. Esta pieza de Robbie Williams sirve como pretexto para establecer que el romanticismo ha reemplazado a la religión en nuestra sociedad. Si antes buscábamos al padre perfecto en la religión, ahora buscamos a la persona perfecta en nuestra pareja. Ya no nos casamos por conveniencia (como se hacía antiguamente) sino como un acto de fe. Dejamos que nos guíe nuestra intuición y cuando sentimos que alguien nos va a hacer sufrir de la manera adecauda, hemos encontrado al verdadero amor. Pero dar ese “sí, acepto” implica varias cosas. Una, que somos el uno para el otro y para siempre. Por eso, tuvimos esos momentos donde no necesitábamos decir nada, porque teníamos un entendimiento implícito. Nos desnudamos y desnudamos al otro, más allá del sexo. Una consecuencia directa de casarse con un “ángel” es que esperamos comportamientos sobrenaturales. Aquí está una lista no comprehensiva. Una pareja ideal:

  • Nacio para ti;
  • Te acepta tal cuál eres y no quiere cambiarte;
  • Entiende tus necesidades sin necesidad de que digas nada;
  • No se interesa en otras personas porque existe exclusivamente para hacerte feliz;
  • Dura para siempre.

En fin, una serie de valores absolutos que, más temprano que tarde, va a darse de frente con la realidad. Alain lo dice de una manera mucho más poética: “En muchos sentidos, el matrimonio es algo bastante desagradable para hacérselo a alguien a quien dices amar”. El origen de las incompatibilidades está en que la gran mayoría de nosotros tiene un punto ciego: lo que no sabemos que no sabemos sobre nosotros. También están aquellas que conocemos y no nos gustan. Tú evitas aquellas cosas que te avergüenzan o te exponen. Decirle “me siento solo” a tu pareja o “que guapo ese chico” traiciona el amor idelizado del romanticismo. Aún más importante, las soluciones implican romper la ilusión de la pareja ideal. Dialogar con tu pareja sobre por qué está equivocado implica que (1) no es perfecto, (2) no intuye qué te sucede y (3) no te hace feliz.

En un nivel más profundo, también implica reconocer que cada uno de nosotros es un ser roto. Que no podemos ser perfectos sino suficientemente buenos. Ese autoconocimiento es el que nos lleva a conectar nuestros defectos con experiencias casi siempre de la infancia, y nos hace reconocer a ese niño asustado en el adulto con el que decidimos casarnos. Y ojalá y lo reconozcamos y le tengamos la misma paciencia. Al final, la lección que nos deja el video es que somos pésimos para reconocer defectos.

Cuando te rompes el brazo, todo el mundo sabe que algo te pasa. Si te duele algo, seguro lo googleas y tienes varios potenciales diagnósticos antes de ir al médico para que te asegure que no es cáncer. Pero cuando tenemos problemas de vida, apenas y tenemos el vocabulario adecuado para entender qué nos pasa y jamás consideramos edificarnos a través del autoexamen y la educación emocional. El romanticismo es otra creencia que necesita de una revolución personal profunda (similar al ateísmo), sin que esto implique alejarnos de su “religión”: los rituales que nos permiten amar y conectarnos a un nivel profundo con la pareja (amigos o familiares) que tenemos en el camino.

Ajedrez a dos manos

Hay una forma de jugar ajedrez que me gusta mucho, pero rara vez he tenido la oportunidad de practicar. Se llama “hand and brain” en inglés y propongo que le encontremos un nombre más interesante en español. La idea del juego es que dos personas juegan en el mismo equipo. La primera piensa cómo jugar (el “cerebro”) y la otra mueve las piezas (la “mano”). Lo divertido, obviamente, es que la mano no puede saber exactamente qué está pensando el cerebro. Y como hay ocho peones, dos caballos, dos alfiles y dos torres, es imposible adivinar siquiera a qué pieza se refiere uno la mayoría de las ocasiones. Me gusta jugar esto con jugadores cuando el compañero de juego tiene un nivel muy diferente al mío, porque así ambos aprendemos algo del juego.

Hace un par de meses jugué así con una amiga e hice un video explicándo la lógica detrás de mis movimientos (yo fui la mano). Enjoy: