Ayer envié un artículo sobre [no les puedo decir por no arruinar el anonimato de la revisión de pares] a una revista científica. Creo que esta es la parte del acto investigativo donde uno produce adrenalina y siente la ansiedad propia del chico que se declara a la pretendida por primera vez. Bien dijo Hitchcock, «there is no terror in the bang only in the anticipation of it.» No hay terror en el disparo, sólo en la espera para que jalen el gatillo.
Inicialmente me había hecho a la idea de que rechacen mi artículo. Primero, porque soy neófito. Segundo, porque mi metodología fue bastante sencilla y la calidad del dato es, por decirlo así, cuestionable. Quizá una mezcla de apuro y la típica falta de información en el país. Pero hoy, HOY, acabo de encontrar un artículo similar en esa revista y, podría decir, que mi artículo es mejor. Así que ahora creo que deberían aceptar mi artículo. Mi vida estaba mejor sin expectativas.
El lado bueno del rechazo, asumiendo que pasa, es que quedo liberado del silencio impositivo de la revisión de pares y quedo libre de divulgar mis resultados en, digamos, este blog. Lo malo es que si hago eso la universidad para la que trabajo pensará que no laboro. Sería genial que me pagaran para escribir cosas interesantes en este blog, pero ese no es el negocio. Si me rechazan, tendría que enviar mi artículo a una revista de menor impacto (de hecho, ya sé a cuál enviaría) y, tal vez, esperar otros tantos meses.
Si aceptan el artículo, por otro lado, me toca esperar al menos hasta diciembre para compartirles los resultados de mi investigación. No es que la información vaya a ser menos relevante en ese mes (bueno, un poco) pero creo que ese ligero retraso es como pedirle a una chica que ha luchado tanto por embarazarse, esperar uno o dos meses para poder dar la buena nueva a su pareja. Osea, no es malo en sí, pero es antinatural. Queda uno despojado de emoción, porque en dos meses, se normaliza el asunto y no hay historia normal que sea entretenida. Uno debería poder llenarse de entusiasmo al comunicar aquello a lo que le has invertido tiempo y entusiasmo.
El blogging, el periodismo, el arte… te dan esa oportunidad, pero la ciencia no. En la ciencia se necesitan revisores, la ciencia se hace, entonces, al menos entre tres. Y con personal tan escaso, las cosas toman tiempo. Y si tu campo no es un hotspot en las universidades, es decir, si los fondos para ese área son pocos, lo más probable es que la revisión demore más. Ay, la universidad.
Hacer ciencia no es encontrar la verdad, eso es posible en muy pocos casos. Lo que se hace, en cambio, es tratar de aproximarse a la certeza. No podemos afirmar que no existe una civilización extraterrestre en el lado oscuro de la luna, pero podemos decir que las probabilidades son muy pequeñas. ¿Cuánto? ¿0.0001%? ¿0.0002%? Realmente no importa, ¿verdad? El punto es que es casi imposible que existe vida inteligente en la cara oculta de la luna.
Pero no a todos les satisface esa respuesta. Si un científico va con estos datos a una entrevista de televisión, el entrevistador le pedirá que responda de forma consistente: sí o no.
— Estamos aquí con el experto en astrofísica Juan Pérez PhD. para hablar de su investigación sobre el lado oscuro de la luna. Digamos Dr. Pérez ¿existen los extraterrestres?
— Buenos días. Bueno, eso es difícil de responder. Cuando se trata de ciencia, uno no puede hacer afirmaciones tan tajantes.
— Pero ¿qué indican sus experimentos?
— Oh, pues que las probabilidades son muy pequeñas.
— Bueno amigos, ya escucharon al experto, es posible que haya vida inteligente de otros planetas y más cerca de lo que pensamos.
— Pero yo no dije…
Y no son sólo los reporteros de televisión, otros científicos que quieren basarse en investigaciones de sus colegas, también quieren respuestas concretas. Nosotros también queremos respuestas exactas para tomar decisiones importantes. Especialmente en momentos donde nos sentimos amenazados y frágiles
— Bueno doctora ¿este medicamento funciona o no?
— Señora, este tratamiento es efectivo en el 98% de los casos.
— ¡Uy doctora! O sea que puede que no funcione conmigo, yo siempre tengo mala suerte. Vamos nomás donde tu primo el de la ayahuasca, Pedro.
Decir la verdad, en detalle, puede generar desastres porque los humanos no somos buenos procesando hechos en un nivel que va más allá de nuestra comodidad. Entonces los científicos se cansaron de dar explicaciones largas y se inventaron una respuesta corta, la significancia estadística. Esto quiere decir que si algo funciona en la mayoría de casos, pues ya está, lo tomamos como verdad. Asumimos que el resultado es producto de nuestro experimento y no fruto del azar. Un cinco por ciento de errores es admisible en la mayoría de los casos. ¿En ciencias sociales? Quizás mucho más.
Cuando consideramos estos números y los aplicamos al sistema de publicaciones científicas nos encontramos con un hecho bastante feo: Debido a esa decisión de aceptar cosas aún cuando no cuadran del todo, 31% de las publicaciones científicas podrían presentar resultados errados. Esto fue descrito en un artículo publicado por John Ioannidis en 2005, y desde entonces los científicos se dedicaron a investigar qué tan certera era esta afirmación. El proyecto de replicabilidad, por ejemplo, repitió cien estudios sobre psicología para darse cuenta que sólo 36% de los estudios eran estadísticamente significativos válidos. Y que en esos casos, los resultados no eran tan impresionantes como se describieron la primera vez. Lo mismo sucedió con 53 estudios de referencia sobre cáncer, sólo 6 obtuvieron resultados similares la segunda ocasión que se realizaron los experimentos, incluso trabajando de cerca con los investigadores originales.
A esto se le suman otros problemas de los estudios científicos, como que nadie quiere publicar resultados de investigaciones ya hechas anteriormente aunque se demuestre que los resultados fueron distintos. Que los estudio sin resultados son menospreciados —es decir que a nadie le interesa publicar que algo no funciona, aunque sería interesante para no volverlo a intentar. Esto ha llevado a los científicos a ajustar sus experimentos para revelar «verdades» que no aparecían en los experimentos originales, a cambiar el número de muestras en su experimento, escoger unos datos y otros no, y otras cosas más.
Sin embargo, toma mucho más que unas simples líneas entender el problema, y muchas más hablar de lo que se puede hacer para solucionarlo, pero es algo sobre lo que definitivamente tenemos que hablar. Y creo que el video de Derek Muller explica muy bien por dónde empezar. Por eso, traduje los subtítulos del video y ahora se encuentran disponibles en español. Les recomiendo verlo hasta el final.
Presiona «CC» en la parte inferior del video para habilitar los subtítulos en español
PS: Es mejor ver el video desde una computadora pues los subtítulos en dispositivos móviles se cortan. Hubiera querido darme cuenta de esto antes para acortar el número de caracteres en cada línea pero no es posible hacerlo una vez que los subtítulos han sido aprobados por la comunidad de Youtube. En otras noticias, ¡ya se puede subtitular directamente en YouTube, yay! ¿Lo bueno? No hay que depender de herramientas externas y cualquier puede contribuir y Youtube muestra los nombres de quienes realizaron los subtítulos en los créditos ¿Lo malo? Se necesiten por lo menos tres personas tratando de subtitular un video para que finalmente aparezcan publicados (uno subtitula, dos revisan) aunque con una baste para hacer el trabajo. Tampoco parece muy fácil corregir los errores de los subtítulos una vez que estos han sido publicados.
El pasado noviembre se realizó el concurso de fotografía científica en Europa, y tuvo lugar en Wikipedia de tal manera que cualquier persona pudiera tener acceso a algunos de los mejores y más brillantes momentos de la escena científica europea en 2015. Llegaron más de 8,000 archivos de cuarenta países distintos. A continuación una selección —realizada por Wikipedia— de algunas de las mejores fotografías:
Cabeza de una mosca por Dack9 de Rusia, bajo licencia libre CC BY-SA 4.0.
Macrofago (azul claro) digiriendo un patógeno fúngico Cryptococcus neoformans. Imagen de Carolina Coelho de Portugal, bajo licencia libre CC BY-SA 4.0.
Microbios cultivados en discos Petri por Sofia Vini de Grecia, bajo licencia libre CC BY-SA 4.0.
Explorando la cueva Suvi Ponor por Vkrzalic de Serbia, bajo licencia libre CC BY-SA 4.0.
Esta publicación es una obra derivada de "See these striking photos from the European Science Photo Competition" de Ivo Kruusamägi, registrada bajo licencia CC-BY 3.0
«La ciencia es la creencia en la ignorancia de los expertos»- Richard Feynman
La apertura científica está caracterizada por una apertura en los procesos, la disponibilidad de los datos y metodologías, por el hecho de que cualquier persona pueda verificar lo que está escribiendo el investigador bajo las condiciones apropiadas, y por la posibilidad de utilizar los resultados de la investigación (esto se conoce como acceso abierto). Si lo sistematizamos un poco, esto queda algo así:
Transparencia en la recolección de datos y en las metodologías de observación y experimentación;
Disponibilidad pública de los datos, en un formato adecuado para su reutilización;
Transparencia y accesibilidad de la comunicación científica;
Uso de herramientas en línea para facilitar la colaboración científica.
Al igual que sucede con el software, no basta liberar el código. Muy pocas personas podrán realmente utilizar ese conocimiento, sino se acompaña de un formato amigable al usuario, de ser fácilmente indexado por los motores de búsqueda más comunes, que uno pueda copiar el texto sin tener que pelear con el PDF, entre otras cosas. El problema es que bajo el paradigma actual—»Trabaja, termina, publica [en un diario reconocido]»— no contribuye a hacer amigable al conocimiento; es algo totalmente secundario y hasta podría resultar hasta contraproducente.
La apertura científica implica:
«Perder» tiempo arreglando el formato
«Perder» reputación al publicar en un diario de libre acceso que no te otorga más puntaje dentro de las evaluaciones clásicas, o que incluso podría empeorar tu reputación por publicar en diarios «de menor calidad».
Esta pérdida de reputación a su vez tiene efectos en el acceso que un investigador pueda tener a laboratorios y herramientas que se encuentran dentro de instituciones que buscan precisamente personal prestigioso. Sin buenos laboratorios, el científico no puede ahondar más en su material; finalmente,
Estos factores generan un impacto en los ingresos del investigador y también de las universidades que los financian. ¿Qué haría que los investigadores incluyan estos «costos» dentro de sus proceso de investigación y publicación? O en otras palabras ¿cómo evitamos la externalidad de la exclusión de una gran cantidad de la población al conocimiento científico?
La puesta en práctica de un nuevo paradigma—»Trabaja, termina, publica, libera»—debe ser institucionalizada. La inclusión de datos y metadatos en la web debe ser un requerimiento por parte de los rectores de ciencia e investigación.[1]
Es mala idea aplicar los mismos parámetros para quien escribe un cuento y quien investiga el cáncer. Es necesario incluir políticas que aseguren transparencia en el desarrollo de las investigaciones científicas, así como una nueva metodología de publicación, al menos para aquellas investigaciones que reciben fondos públicos, sino para todas aquellas que se encuentran dentro del sistema de investigación.
Adicional a esto, hay que enfrentar el problema de que el conocimiento es secuencial, y que muchas de las antiguas publicaciones cerradas son la base para nuevos artículos, parece ser necesario entonces que en estos repositorios abiertos que menciona Creative Commons, se sepa distinguir entre estas dos categorías: verificable [por cualquiera] y no verificable. Esto con el objetivo de advertir, pero también de demostrar lo perjudicial que pueden ser los sistemas cerrados de publicación y su fomento mediante una alta calificación a los mismos.
Los investigadores pueden y deben exigir reformas a los sistemas de evaluación en universidades y otras instituciones para salir del Lock-in que representa el modelo actual de gestión del conocimiento científico y el público en general debe ser concientizado sobre esta problemática. Esto es clave para conseguir el apoyo a reformas políticas que actualmente podrían parecer «sui generis» o «noveleras».
La formación de una revista científica robusta que funcione a manera de repositorio abierto para las publicaciones del Sur (y aquellos que desde el Norte quieran unirse a la iniciativa) debe ser puesta en marcha, los estándares y calidad deben ser iguales o mejores que aquellas de las revistas científicas clásicas. La revisión de pares debe y permanecerá hasta que otros métodos sean igual de confiables o mejores.
Notas:
[1] Esto no puede hacerlo sólo un país. Si un gran porcentaje de la producción científica se encuentra ubicada en el hemisferio sur, sobretodo en Asia, es factible que una cooperación Sur-Sur determina un cambio en la forma en que hacemos investigación y divulgación científica.
El término original bajo el cual se puede encontrar muchísima información en inglés es «Open Science», ciencia abierta. He preferido no usar ese término porque denota una subdivisión de la ciencia (abierta y cerrada); eso no existe, sino que los protocolos y comportamientos científicos se han alejado del buen uso que le debemos dar al método científico. Lo que necesitamos no es una «ciencia abierta», es más apertura científica.
El núcleo conceptual del artículo gracias a Dan Gezelter y su artículo «What, exactly, is open science», http://www.openscience.org/blog/?p=269
La versión original de este artículo ha sido editada y archivada.
La Semana de la Homeopatía toma lugar internacionalmente entre el 10 y el 16 de abril y su objetivo es sensibilizar sobre los remedios homeopáticos. Cada año, homeópatas de todo el mundo usan esta semana para promover su práctica y obtener publicidad – sin embargo el conocimiento público sobre las realidades de la homeopatía continua siendo escaso.Por ejemplo, muchas personas creen equivocadamente que los productos homeopáticos son una forma de producto herbario – sin darse cuenta que los productos homeopáticos típicamente no contienen ningún ingrediente activo en absoluto. Hace más de dos siglos, los primeros homeópatas perversamente decidieron que la dilución de un ingrediente medicinal activo hace que este sea más potente, ¡haciendo que la gran mayoría de sus remedios no contengan absolutamente nada! Las tabletas homeopáticas modernas son generalmente 100% azúcar, que no contiene principio activo alguno.
Como parte de la Semana de la Homeopatía, nos gustaría conscientizar al público sobre doce puntos clave acerca de la homeopatía:
La homeopatía es un gran negocio. La industria homeopática es altamente rentable para empresas como Boiron, Weleda y Nelson’s. Se estima que el mercado homeopático en Reino Unido es de £213 millones por año – comparable al de EEUU ($300 millones), Francia y Alemania (£400 millones cada uno). Todo esto por tratamientos que no han probado ser algo más efectivos que el placebo.
En 2012, Boiron colocó una demanda colectiva sobre su popular remedio homeopático ‘Oscillococcinum’ para la gripe y los resfriados. Boiron alegó que el remedio está hecho de el corazón e hígado de un sólo pato – dado que el remedio ‘ultra-diluido’ no contiene absolutamente nada del pato original y genera más de $20 millones de ingresos, tiene que tratarse del definitivo remedio fraudulento.[1]
En 2011, 1,700 personas en 30 países alrededor del mundo fueron parte de una protesta internacional, tomando una ‘sobredosis’ de docenas de pastillas sin valor no tienen efecto, y que no deben ser vendidas como medicina.
Si sólo se utiliza la homeopatía, incluso enfermedades relativamente comunes pueden tener graves consecuencias. Gloria Thomas tenía nueve meses de edad cuando sus padres eligieron tratar su eczema exclusivamente con homeopatía. Cuando finalmente fue admitida en el hospital, ella había desarrollado sepsis, y murió poco después de la admisión. La confianza y la fe de sus padres en la homeopatía finalmente llevaron a esta tragedia, y ellos fueron encarcelados posteriormente por homicidio.
Muchos homeópatas desalientan regularmente la vacunación convencional, en su lugar promueven los ‘nosodes’. Estas ‘vacunas’ homeopáticas inefectivas ponen a los niños en riesgo de contraer enfermedades como el sarampión, las paperas, la rubéola y la tos ferina.
[1] El texto original «it has to be the ultimate ‘quack’ remedy» hace referencia al uso de la palabra quack como una onomatopeya del sonido que emiten los patos y al mismo tiempo a quackery, una práctica médica fraudulenta.
[2] La Advertising Standards Authority (ASA) es la organización de autorregulación de la industria de la publicidad en el Reino Unido.